Investigación del Criadero Temuco y la Universidad Austral desarrolló un animal de última generación que abre la puerta para revitalizar la deprimida ganadería de carne.
Es un desarrollo moderno y revolucionario. Una nueva alternativa para revitalizar la deprimida ganadería de carne, y lograr mejores ingresos para los productores y por qué no, a futuro, la tan ansiada, pero hasta ahora no alcanzada meta de aumentar la masa ganadera. La que por ahora sigue cuesta abajo y por lo mismo impide el despegue exportador de la carne. Dicen sus autores que el impacto del desarrollo puede compararse con el momento en que la industria productora de aves marcó un antes y un después con la aparición de los pollos broiler, que revolucionaron la industria; o cuando apareció el nuevo cerdo, que le dio un impulso que todavía se mantiene a los planteles de crianza de esa especie.
Y a nivel comercial, con mejoría en los precios para la carne bovina, el momento parece ideal para hacer cambios e invertir.
Todo partió con un proyecto de un experimentado ganadero temuquense y de la Universidad Austral que concluyó desarrollando lo que podría denominarse el nuevo vacuno. Más allá de las razas y de las ventajas y limitaciones que proporciona cada una, lo que hicieron fue seleccionar los genes, con base en el simmenthal, de las características más buscadas, como buena conversión del alimento en carne y producción de carne tierna, transferibles a la descendencia. Lo lograron mediante marcadores moleculares y técnicas biotecnológicas.
Si bien las técnicas señaladas están en uso en los países más avanzados, su aplicación en la ganadería de carne nacional es vista como revolucionaria porque permitió generar no el mejor animal para carne, sino el más equilibrado. Es decir, un vacuno que consume menos alimento y produce más carne y de la mejor calidad, pero sin descuidar parámetros como la longevidad de las vacas o su producción de leche, y que favorece, al mismo tiempo, que todas esas características estén disponibles para los cruzamientos. Lo revolucionario es que es un animal posible de reproducir, dicen los investigadores. Llegaron a eso, mediante marcadores genéticos seleccionando las características de importancia económica y se aseguró su heredabilidad.
Pero, además, este desarrollo sería el camino más corto para agregarle valor: mayor producción a menor costo y de un producto de alta calidad permitiría ingresar a nichos del más alto nivel. Lo positivo, además, es que las pruebas incluyen a productores de todos los tamaños. Incluso se extiende a los ovinos, con base en la raza texel.
Experiencia probada
Jineteando este proyecto está el ingeniero agrónomo Fernando Carmine Rodríguez. Su familia tienen una historia de tres generaciones en las lides de la ganadería de pedigree. Su abuelo Segismundo criaba ganado normando en los años 20, después su padre Fernando lo hacía con clavel alemán en los 50 y desde hace 30 años, él sigue la tradición con su criadero Temuco, en el que desarrolla la raza fleckvieh también conocida como simmenthal, especializada en la producción de carne.
En todo ese tiempo, los animales criados por Carmine han tenido gran figuración en las exposiciones ganaderas, como la SagoFisur o Sofo Temuco, junto a otros ganaderos de elite, como Ricardo Hevia, Luis Amthauer o Mario Meyer, entre otros baluartes del patrimonio genético ganadero nacional.
Pero Carmine, a pesar de los vaivenes que ha tenido la ganadería bovina, no se quedó sólo en eso. En conjunto con el Centro Nacional de Capacitación y Entrenamiento en Reproducción y Manejo Animal de la Universidad Austral de Chile emprendió la tarea de poner a la ganadería en fase tecnológica de primer nivel.
"La idea fue incorporar las carnes rojas a los sistemas más eficientes de producción, aprovechando la genética diferenciada para articular pilares fundamentales de nuestra ganadería como las ventajas sanitarias del país, los recursos humanos que son de primera y la alimentación, nutrición y genética diferenciada que ya tenemos. Eso nos garantiza producir carnes naturales con genética diferenciada superior que le entregará mayor valor a la cadena de la carne", señala Fernando Carmine.
La idea fue no seguir marcando el paso y romper el círculo vicioso de los sistemas tradicionales y los paradigmas y dogmas raciales, con los que se cree que todo lo proporciona la raza.
"Los criterios y las bases de selección antiguas son importantes, pero son sinérgicas con el uso de los genes específicos. Las dos cosas valen. La gente se queda mucho en atribuirle todo a una raza. La nueva línea permite un aumento en la cantidad de carne de calidad por animal y mejora el peso de matanza, lo que redunda en 20 a 30% más de carnes de calidad. Con ellas los productores de todos los tamaños pueden hacer cruzamientos garantizados usando las razas que ya tienen y que están adaptadas a sus condiciones", dice Carmine.
Este up grade que podría realizar la ganadería nacional permitiría saltar de los sistemas tradicionales de producción donde no le han sacado partido real a la genética.
"Hoy lo que define el éxito en un sistema productivo es la genética. En el caso de la producción de carne, Chile tiene una de las mejores condiciones sanitarias del mundo y, por otra parte, el tema de la alimentación está estudiado y estandarizado, lo mismo que el manejo de praderas. Por lo tanto, hoy la discusión está en torno a qué raza ocupar. Pero ahora tenemos que llevar la discusión hacia qué genes voy a ocupar. Esa es la revolución", señala Felipe Amtmann, médico veterinario de la Universidad Austral, jefe de la unidad Cenerema.
Las nuevas líneas genéticas ya están en la segunda temporada de encaste en
predios de la pequeña agricultura, sin suplementación de alimentos, sólo en base a praderas y a la leche de la madre. Así han obtenido animales eficientes en convertir el alimento en carne y que alcanzan al destete, a los siete a ocho meses, pesos de 400 a 420 kilos, contra los 280 a 300 normales. Cien kilos que significan la ganancia del productor. Además, la carne tiene el nivel de infiltración de grasa -marmoreo- que los consumidores de nicho demandan y pagan caro.
Toro Gaspar Pie Rouge, Fernando Carmine R. Criadero "Fleckvieh-Simmental"
La meta es llegar a pesos de destete entre 450 y 500 kilos, vale decir, animales listos para faena.
"Es una alternativa más barata para los productores. La genética representa entre el 3 y el 4% de los costos totales de la producción, por lo tanto es la forma más barata de invertir para mejorar el sistema y para obtener resultados mejores y de largo plazo", señala Amtmann. Además, habría beneficios tanto para la pequeña agricultura como para el país.
"Lo más importante es que con esto gana el país y particularmente los pequeños agricultures. Por eso estamos preocupados de no hacer un tema aislado, sino que realmente sirva para una estrategia país", señala.
Ahora la discusión tiene que ser en torno a qué genes usar. Esa es la revolución que permitirá avanzar en el desarrollo del sector ganadero de carne bovina.