Alberto Echezarreta
27 de abril de 2006
Al confundido y engañado Darío, con aprecio y cariño:
Era sólo cuestión de tiempo.
La manera más fácil de entender el funcionamiento económico de un país es compararlo con una casa, donde sus habitantes son la familia. Podemos elegir entre dos sistemas: el cerrado, para el que necesitamos organizar en nuestro patio una huerta, un gallinero y una vaca, con esto lograríamos una economía de subsistencia. Por supuesto que se va a poner difícil para conseguir remedios, alguna cortadora de pasto y ni hablar si a los hijos se les ocurre un celular, una bicicleta o pedirle un toro a un vecino para que nos preñe la vaca. El otro sistema, abierto, es salir a trabajar y conseguir dinero de afuera de nuestra casa con lo que es posible resolver muchos de estos problemas, siempre que no tengamos muchos vagos en nuestra propia casa, a los que, para tenerlos contentos, debamos conseguirles carne barata matando nuestra vaca. Por supuesto que como jefe del hogar seremos muy amados, siempre que no les pidamos a estos hijos que compensen con trabajar, aunque más no sea cuidando la huerta.
Esta burda simplificación sirve para entender lo que está pasando con la ganadería argentina, no se respeta el esfuerzo de los productores para producir más y que sea rentable, subdividiendo campos, incorporando genética, capacitándose, luchando contra la aftosa, colocando caravanas para cumplir con la trazabilidad de todos los animales, con el fin de exportar y lograr esos ingresos que servirán para seguir produciendo y mejorando con un fin económico personal, ¡por supuesto!, pero también para mantener los planes sociales con las retenciones y engrandecer el país. Algunos funcionarios, al decir que tenemos el mismo número de cabezas que hace 30 años, ignoran que los ganaderos lo están haciendo con mucho menos tierra ya que la agricultura ha avanzado sobre éstas.
Era sólo cuestión de tiempo, que apareciera un gobierno ¿populista y demagógico?, ofreciendo carne barata con vista a su próxima elección ¿Se logrará?. Sin importarle todos los esfuerzos del productor, ni los despidos en la industria frigorífica, poniendo a los argentinos en contra de los argentinos, (cualquier parecido con alpargatas sí, libros no, es pura coincidencia), mintiéndole a la gente que el ganadero es un oligarca cuando la verdad es que el 80 de éstos posee menos de 50 animales y subsiste en condiciones de pobreza peor que los que él dice proteger, ¡Y ni hablar de zonas marginales como la nuestra, donde sequías e inundaciones se van alternando peligrosamente!, donde se hace difícil tener más de un animal cada tres hectáreas, omitiendo que nuestra gente es el mayor consumista de carne vacuna del mundo con 65/75 kg/año/persona, y que en segundo lugar está EEUU con 40, sí, leyó bien, ¡EEUU, uno de los más grandes productores de carne del mundo y con flor de poder adquisitivo!. ¡Pero qué podemos esperar de alguien que no tuvo el coraje de decir lo que piensa frente a la tribuna de Palermo! Y ni hablar del nuevo papelón argentino si les fracasamos a los más de 90 países a los que estábamos exportando, se imagina usted el desastre que provocamos en todos esos países que a su vez ya hicieron proyectos para ubicar sus manufacturas. Seguro que cuando se levante la prohibición van a estar desesperados por comprarnos. Ahí una anécdota: en un frigorífico de nuestra zona estaba el Rabino sacrificando reses para enviar a Israel y debieron dejar de hacerlo cuando apareció la aftosa en Corrientes y se interrumpió la exportación, volvieron para continuar y vuelven a dejar por esta medida que no tiene ni pies ni cabeza, supongo que van a volver dentro de seis meses ¿O no?. ¿Y la manera de pretender bajar el precio de la carne? Impidiendo que se faenen animales de menos de 300 Kg. Es lo mismo que 2+2 es 4. Menor cantidad de carne en el mercado, mayor precio. ¡¡Elemental Guaso!! como decía un amigo, parafraseando al sesudo Sherlock Holmes. Y ni hablar del daño que se les hizo a los pequeños productores que habían descubierto el agujero del mate engordando sus terneros en tres meses para que sus pocas vacas vuelvan a quedar preñadas y mejorar esa economía de subsistencia. Hoy, gracias al seudo populismo, están muertos económicamente hablando.
“La única certidumbre del sector agropecuario es la incertidumbre”.
Es el mundo abierto, el mundo de la competencia, el que ha creado más trabajo, más prosperidad y más justicia, mal que les pese a muchos.