El ganado Cebú recibe en EE.UU. la denominación de “Brahman” y es el producto de mezcla de varias razas especialmente la Guzerá, Nelore, Krishna Valley, GIR, Red Sindhi y la Indubrasil, introducidas en diferentes épocas, y vale como material genético para crear animales de corte y capaces de desarrollarse en las regiones de clima caliente por medio de cruzamientos que dan origen a las razas en formación como la Brangus, Braford, Bravon, Beefmaster y Charbray (Alves, 1967)
Criado en grandes extensiones, sin custodia, el Cebú puede manifestarse como nervioso, sanguíneo, arisco o bravo; sin embargo, se hace extraordinariamente manso cuando recibe buenos tratos y cuidados adecuados.
En cuanto al temperamento, difiere bastante del ganado europeo, pues en este los machos son bravos y las hembras dóciles, mientras que los indostanos las vacas están dotadas normalmente de un temperamento más vivo que el de los toros cuando paridas en régimen de campo se revelan peligrosas embistiendo hasta contra los campesinos.
Otra peculiaridad de este ganado es su naturaleza gregaria, que mantiene a los animales reunidos, facilitando el manejo y la movilidad del rebaño, aunque dificultando las separaciones. Sujetos a los enemigos naturales, inevitables en la crianza en régimen extensivo, los cebuanos se acostumbran a vivir y pastar en grupos, como medida de defensa
Hay también, notable diferencia entre los sonidos que emiten los representantes de esas dos especies: en lugar de mugido de bovino, el Cebú suelta apenas un gruñido, como si tosiera (Alves, 1967).
Lanier y otros (1999a, 2000) reportaron que el ganado que se agita en la pista de ventas tiene más propensión a retroceder o a saltar en respuesta a movimientos o sonidos súbitos e intermitentes. Este tipo de movimientos y sonidos parecen ser más atemorizantes que los estímulos constantes.
Uno de los requerimientos para hacer más aceptable esta raza es lograr su mansedumbre, la cual puede desarrollarse con los sistemas tradicionales del contacto con el humano.
A manera de historia, en el rancho del Sr. Dr. Víctor Manuel Mendoza López ubicado en el municipio de Ixhuacán Ver, México, accidentalmente en una visita de atención veterinaria de rutina se le pidió al encargado Sr. Carlos Martínez que manoseara a los becerros para acostumbrarlos al trato para que el dueño pudiera disfrutar sus animales ya que se dejarían acariciar, lo cual es deseable para los productores y no solo verlos de lejos o sujetarlos a fuerza de reatas ó en las mangas de contención que de cualquier manera resulta un manejo rudo peligroso y nada humano de los becerros (Foto 1,2 y 3).
Foto 1. Inicio de masaje dorsal becerro de 7 meses.
Foto 2. Decúbito costoesternal.
Foto 3. Permanencia por 3 minutos posteriores al decúbito. Haciendo un recuento de las prácticas tradicionales para amansar los bovinos:
a) Desde pequeños, se les adapta una reata jáquima que andarán arrastrando todo el tiempo y de vez en cuando son fijados para acostumbrarse a no jalar, evitando hacerlo porque les duele la cara, cuello o nuca y a veces con peligro de ahorcarse o sufrir alguna fractura, además de exponer a algún daño al manejador.
b) Una vez dominados son jalados para conducirlos a lugares deseados en donde a la voz del manejador logren pararse con porte y enseñen los atributos de la raza como su nobleza corpulencia, aptitud cárnica y en fin la belleza que pueda apreciar cualquier persona hasta las no expertas en la materia
Las técnicas de clipnosis son eficaces en el becerro. Consisten en comprimir la piel en diferentes sitios más determinantes como la región superior al cuello, el menudillo, el tegumento hacia atrás de la articulación escápulo-humeral, o hacia delante de la babilla. A medida que se aumenta el número de pinzamiento (con las pinzas forradas de hule para evitar lesiones) el derribo se acelera. La obnubilación puede cesar en caso de que la agresión sea muy dolorosa; la clipnosis no debe ser la causa para descuidar las anestesias locorregionales y nò deberá sustituirlas desde el punto de vista de la seguridad operatoria (Sevestre, 1988).
Al mismo tiempo se pretende hacer esto en otras variedades cebuínas como la Guzerat, Nelore, Gyr, Indubrasil, Red Shindi y mestizos con las europeas del
Bos taurusvar taurus. Los vacunos son animales que temen lo novedoso y se habitúan a las rutinas. Poseen buena memoria, y los animales que tienen una buena experiencia previa de manejo serán más fáciles de manejar que aquellos que vienen de una historia de manejo rudo. Tanto los factores genéticos como la experiencia influyen en la forma en que un animal reaccionará al manejo.
Una buena comprensión de los patrones de comportamiento natural facilitará el trabajo con animales. Para reducir el estrés, los productores progresistas deberían trabajar de modo de habituarlos a una variedad de métodos calmos de manejo, incluyendo la gente a pie, a caballo o en vehículos. Los métodos para entrenar los animales a aceptar nuevas experiencias servirán para reducirles el estrés cuando se los traslade a un lugar nuevo.
ANTECEDENTES
Desde la antigüedad se han desarrollado varios sistemas para amansar los animales y son premios o castigos de acuerdo a lo esperado que hagan o dejen de hacer en los bovinos se han aplicado diferentes métodos para lograr que estén tranquilos y que no huyan del hombre.
Se diferencia de amaestrar que consiste por definición repetir movimientos o actitudes tras un premio o castigo para que a una voz o movimiento del instructor algunos animales salvajes logren mostrar lo aprendido-
Hay un viejo dicho: “Mirando su ganado se puede saber qué clase de ganadero es el dueño”.
Los animales que tienen una experiencia anterior de manejo suave van a ser más tranquilos y fáciles de trabajar en el futuro que los que han sido manejados rudamente (Grandin, 1981). Los terneros y las vacas acostumbradas a un buen trato en su rancho de origen tuvieron menos lesiones en el mercado de subastas de ganado, porque estaban habituados a los procedimientos de trabajo (Wythes y Shorthose, 1984).
El manejo rudo puede ser muy estresante. En una revisión de numerosos estudios diferentes, Grandin (1997) halló que los niveles de cortisol eran 2/3 más elevados en los animales sometidos a un tratamiento rudo.
El manejo y el aparte hechos con rudeza, trabajando en instalaciones mal diseñadas, causaban a los animales aumentos en el ritmo cardíaco muy superiores a los que se producían con el mismo manejo en instalaciones bien diseñadas (Stermer y otros, 1981). La severidad y la duración de un procedimiento de manejo atemorizante determinan la duración del período requerido para que el pulso cardíaco recupere su ritmo normal. Tras sufrir un estrés severo por mal manejo, se necesitan más de 30 minutos para que el ritmo cardíaco vuelva al nivel habitual (Stermer y otros, 1981).
En una estación experimental donde los visitantes los acariciaban, los terneros tenían, luego de ser sujetados y tratados, niveles de cortisol significativamente inferiores que otros terneros que habían tenido menor contacto con la gente (Boandle y otros, 1989).
Binstead (1977), Fordyce y otros (1985) y Fordyce (1987) han informado que si se entrenaba a las hembras
Bos indicus cuando eran terneras, se obtenían animales adultos más calmos y fáciles de manejar. El entrenamiento de terneros de destete involucraba caminar en calma entre ellos dentro de los corrales, hacerlos pasar por mangas y enseñarles a seguir a un jinete que marchaba delante de ellos (Fordyce, 1987).
Estos procedimientos se llevaron a cabo durante un período de diez días. Becker y Lobato (1997) también reportaron que diez sesiones de manejo suave en una manga lograban que los terneros de cruzas índicas se hicieran más calmos y que fueran menos propensos a tratar de escaparse o de cargar contra una persona cuando se los encerraba en un corral pequeño.
Los Fulani, población de Nigeria y Camerún, acarician sus animales en los mismos lugares en que la vaca lame a su cría (Lott y Hart, 1979); de este modo, consiguen que el ganado adulto se acerque y estire el cuello para recibir caricias en la papada (Lott y Hart, 1982).
Métodos similares se aplican en el J.D. Hudgins Ranch, de Hungerford, Texas, y el J. Carter Thomas Ranch de Cuero, Texas. Sus animales, que son Brahman de raza pura, son llevados a los corrales y comen de la mano del ranchero. Cuando están en las pasturas, las vacas y los toros se acercan al Sr. Thomas para que los acaricie y los cepille (Julian, 1978).
En las Filipinas, los pequeños rebaños de ganado Cebú no tienen zona de fuga y son llevados con facilidad por niños de corta edad. Las observaciones de LeNeindre y otros (1996) indican que es más difícil amansar animales nacidos de la cruza de
Bos indicus y
Bos taurus.