24 de abril de 2008
Si bien es cierto que cada raza de ganado bovino ha tenido una historia peculiar y circunstancias especiales en su formación, todas han seguido un patrón relativamente similar. Este patrón se caracteriza por eventos subsecuentes de aislamiento y consanguinidad por razones geográficas, distinción de criadores que intentan mejorar el tipo local, a través de hibridación con otros sementales exógenos, de tipo diferente, seguido de un nuevo proceso de aislamiento y consanguinidad. Cabe destacar que la selección es una labor apasionante, que debería estar encaminada en el sentido zootécnico, en la mayoría de los casos, se hace bajo el punto de vista zoológico. Aunque comprendemos perfectamente que las cualidades económicas solo pueden ser alcanzadas por la selección, nos empecinamos buscando antes que nada todos y cada uno de los caracteres raciales aún los de orden secundario, tales como los caracteres de “fantasía”. En la mejora de las razas, se debe considerar en primer lugar, el aspecto económico, producción de carne, leche o ambos unido a las características distintivas y esenciales de la raza y olvidar completamente los caracteres secundarios que ningún valor zootécnico representan. Hace mas de dos siglos fue iniciada la selección de razas en Europa en aquella época, la población mundial era relativamente escasa y sus hábitos diferentes no existía todavía el grave problema del abastecimiento alimentario mundial. Había oportunidad suficiente para que el criador tomara en cuenta en sus trabajos genéticos, la utilidad de los animales y la estética de su belleza racial. Hoy día el problema se complica cada vez más por la creciente demanda alimentaria, la competitividad y la globalización envolvente, que crea una gran responsabilidad sobre los criadores. El trabajo de mejoramiento de razas bovinas, todavía continúa basado en conceptos y métodos ortodoxos de selección. Se pierden recursos, produciendo por ejemplo: tamaño de gibas, formas de orejas, cuernos, pelaje, despigmentación, color de la borla, y cuanto se nos antoje, ante una situación cada día más competitiva. Si se continúa actuando en esa vía, el mejoramiento de la ganadería de muchos de nuestros países de América del sur, jamás será una realidad ya que dichos caracteres al cual hice mención, les damos gran importancia, a pesar de que no existe suficiente fundamento científico de consideración para el mejoramiento económico de las razas de ganado bovino. Más aun, se dice que los animales puros trasmiten los caracteres de la raza a que pertenecen. ¡Esta es una verdad científica! ...pero una selección basada en las funciones económicas con exclusión completa de la giba, las orejas, la borla de la cola, y demás factores que podríamos denominarlos caracteres de fantasía, también tiene un basamento científico, pudiendo ser puesta en practica sin otras alternativas. El concepto moderno de raza excluye la existencia de animales puros en el sentido estrictamente genético, puesto que ni siquiera fenotípicamente en una raza purasangre, se consiguen dos animales idénticos. Mientras que el producto del cruce de individuos de una misma raza, con rendimientos económicos diametralmente opuestos, son considerados puros, los hijos de padres de un gran rendimiento económico determinado pero de distintas razas, son considerados mestizos. Así mismo, ejemplares hijos de padres precoces de una misma raza o de razas diferentes, que tienen la misma aptitud económica, se prestan perfectamente para reproductores de esa misma función pero si la idea es uniformizar o mejor dicho, ornamentar el rebaño, las leyes zootécnicas son obedecidas parcialmente. Las leyes genéticas, nos enseña que la mayor parte de los genes, o sea los caracteres, se trasmiten independientemente unos de otros y la prueba está, en que existe mas variación dentro de una misma raza, que entre las demás razas por lo tanto, se puede y debe seleccionar específicamente aquellos factores que implique dinero en los bolsillos del criador esto es, buscar mas carne, mas leche, o ambos, sin tomar en cuenta sutilezas, teniendo siempre en mente el concepto de selección “puramente económica” tal como la que se tiene en la producción avícola y porcina. Ahora bien, cualquier definición de “raza” lleva envuelta consigo la idea del medio ambiente así pues, la definición se aleja de la teoría de la constancia de los caracteres que prevaleció por muchos años. En ese entonces, se consideraba a la especie y por consiguiente a la raza como algo inmutable, invariable y rígido actualmente, los investigadores reconocen que aunque una raza permanezca genealógicamente pura, sus caracteres, inclusive los más representativos, pueden tener diferencias morfológicas y fisiológicas, por la influencia del medio ambiente. La creciente demanda de carne, leche, queso y demás productos lácteos, debido a la explosión demográfica, exige y obliga a un aumento en la producción, a la creación de una ganadería más competitiva a través del mejoramiento animal. Sea cual sea el método de cruce que se escoja, el único medio de mejorar un rebaño y de controlar en masa el valor hereditario de estos es a través de la selección. El criador debe eliminar aquellos animales económicamente inferiores a la media de la población de su rebaño. Para la creación de nuevas razas económicas, así como la Wagyu japonesa, se requiere antes que nada la clara y precisa necesidad de lo que se quiere, de un número suficiente de animales para insistir en el proyecto por varios años, hasta que el nuevo animal adquiere caracteres fijos y al frente una persona capacitada, que posea una sólida formación genética. Es oportuno señalar, que nuestra ganadería criolla tropical al igual que la de los países hermanos desde su introducción, se mantuvo de una manera primitiva y salvaje por mas de 4 siglos, con la ausencia total de técnicas y sistemas de manejo para domesticarlos y seleccionarlos para funciones especificas sin embargo, el tiempo, la fortaleza y rusticidad de estos animales jugó un factor predominante en la aclimatación a nuestra América, dando por resultado un ganado criollo austero, rustico, caminador y bizarro, capaz de resistir hambre, sed, enfermedades, parásitos tropicales y toda clase de penalidades. Nuestros linajes criollos puros, ofrecen como virtud, el de conservar intacto su extraordinaria facultad de tolerancia al medio ambiente tropical y la certeza de que su evolución, aunque ha sido lenta, es la vía mas segura, una vez que ya no tiene tantos obstáculos por parte de la Madre Naturaleza, que ya ha perpetuado a través del tiempo una selección natural intensa en su estructura genética y es lo que debemos aprovechar para lograr un mestizaje puramente económico.