La asociación entre los sistemas de información geográfica y los estándares tradicionales de trazabilidad se encamina a constituirse en un paradigma de control de calidad a nivel mundial. Así, por ejemplo, un consumidor podrá conocer en tiempo real los factores ambientales en los que se desarrolló el producto que llega a su mesa.
La geotrazabilidad es la contribución que brinda a la trazabilidad la geomática; término científico moderno que resulta de la unión de las ciencias de la Tierra y la informática, a fin de expresar una integración sistémica de técnicas y metodologías de adquisición, almacenamiento, procesamiento, análisis, presentación y distribución de información geográficamente referenciada. Con su aplicación, se logra conocer la procedencia y la calidad de origen de los productos.
La geotrazabilidad:
.- Completa la información necesaria para la trazabilidad clásica, al adicionarle información geográfica (coordenadas geográficas X-Y).
.- Permite visualizar informaciones de trazabilidad de una forma intuitiva, a partir de mapas para estudiar las relaciones entre las parcelas y el medio que las rodea.
.- Ayuda a medir el impacto del medio ambiente sobre las parcelas.
.- Ayuda al consumidor a certificar el origen geográfico de los alimentos
.- Desarrolla una metodología estructurada de muestras –de utilización y de explotación de datos geo-referenciados— para producir indicadores de producción transferibles hacia las cadenas animales.
.- En los Pirineos, la cartografía online es utilizada para intercambiar datos respecto a la situación epidemiológica de las zonas que soportan el paso de rebaños trashumantes.
.- Información exacta, en tiempo real, y transfronteriza (no hace falta tener la misma lengua para comprender el mapa).
.- Tiene como objetivo promover la calidad de origen del producto, valorizar las prácticas agrícolas y mejorar los productos orientados a su calidad y seguridad.
En especial, gracias a la geotrazabilidad se puede conocer la procedencia de los productos importados. En ese sentido, la tecnología permite rastrear tanto el predio en los que fueron cultivados hasta los factores ambientales involucrados en los procesos agrícolas.
No se trata de ciencia ficción. En el futuro cercano, con sólo ingresar un código en su computadora los consumidores finales podrán saber hasta el lugar de origen del alimento fresco que consumen, cómo fue elaborado, e incluso cerciorarse de que no proviene de una zona contaminada. Además, podrán asegurarse de que los sistemas productivos involucrados se encuentran bajo estrictas normas ambientales.
Según los expertos, esto será posible en la medida en que los Sistemas de Información Geográfica y la trazabilidad logren combinarse en un solo paradigma de control, en beneficio de una alimentación segura para todos los habitantes del mundo.
Es importante aclarar que la trazabilidad es la síntesis de la huella de la calidad. Los especialistas la definen como la capacidad de dejar rastros o señales, con el fin de contar –clara y explícitamente— con un hilo conductor a lo largo de sus agentes y procesos, desde el origen del producto hasta su consumo final.
Marcelo Miranda, experto en geomática aplicada a recursos naturales y docente de la Facultad de Agronomía e Ingeniería Forestal de la Universidad Católica de Chile, señala que “hay varios eventos importantes que impulsaron el fortalecimiento de este concepto, así como el desarrollo de los instrumentos para su implementación: el problema causado por la enfermedad de las vacas locas en Inglaterra, que condujo al estricto registro de la trazabilidad para el ganado vacuno; la mayor presencia de productos transgénicos en el mercado; y el temor al bioterrorismo”. Después de estos hechos, los países más desarrollados “se pusieron las pilas” y comenzaron a exigir la aplicación de un sistema que posibilitara hacer el seguimiento de los productos que adquirían.
Por ejemplo, en la búsqueda de alimentos seguros, en 2002 el parlamento europeo emitió el Reglamento CE 178 y creó la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, con el fin de incorporar criterios de trazabilidad. En uno de sus puntos, plantea que los alimentos comercializados o con probabilidad de hacerlo en la Comunidad Europea, deberán estar adecuadamente etiquetados o identificados para facilitar su trazabilidad mediante documentación o información pertinentes según requisitos más específicos.
Aun así, la Comunidad Europea –y Francia en especial— fue mucho más lejos al incorporar Sistemas de Información Geográfica con miras a lograr este objetivo. En 2005, GeoTraceAgri, un organismo formado por universidades y actores vinculados al mundo agropecuario, implementaron un proyecto piloto en Francia, Canadá, Bélgica y Alemania, conocido como Geotraceability.
Miranda explica que, en síntesis, se trata de otorgar una dimensión geográfica concreta a todos los elementos clave que intervienen en la elaboración de un producto. “El objetivo del proyecto consiste en promover la calidad de origen del producto, valorizar las prácticas agrícolas y mejorar los productos orientados a su calidad y seguridad”.
La iniciativa contempló el cultivo de papas en Canadá; bovinos y cereales en Bélgica; vides y cereales en Francia, y cereales en Alemania.
“Por ello es que se agrega información del medio ambiente del lugar. Por ejemplo, el tipo de suelo, la naturaleza de las aguas, la clase de clima e, incluso, información acerca de las actividades de los predios vecinos. Todo con el fin de visualizar de qué manera estos aspectos pueden impactar, positiva o negativamente, en el producto. También se contemplan los eventos o la historia que ha sufrido el predio, con el propósito de, por ejemplo, saber si su pasado influye, bien o mal, en las partidas actuales”.
De este modo, tanto el importador como el consumidor pueden saber hasta cómo fue abonada la tierra de la papa que consume o que compra para su negocio. O si es o no transgénica. También si cumple o no con las normas locales o internacionales, como las ISO 9000 o las medioambientales.
El mundo se encamina hacia la geotrazabilidad. “Así lo exige la economía globalizada, porque no sólo se beneficia el consumidor final de alimentos, sino también los productores, que cada vez deben diferenciarse más de su competencia y garantizar que sus productos, además de cumplir las normas correspondientes, sean seguros y confiables para el ser humano. Es una manera más expedita de entrar a los mercados internacionales”, afirma Miranda.
El docente y experto en geomática sostiene que Chile, al ser productor de vinos y de frutas, entre otros, está en condiciones de subirse a este desafío. “Desde el punto de vista tecnológico estamos en un buen pie para hacerlo, ya que tenemos un gran desarrollo en Sistemas de Información Geográfica, GPS y sistemas de teledetección; todos necesarios para implementar un modelo de trazabilidad. En nuestro país también existe mucha información geográfica disponible respecto de las características ambientales y el manejo de cultivos. Y si a eso se le suma que contamos con una buena plataforma de datos, tecnología y excelentes profesionales, podemos decir que cada vez estamos más cerca de implementar criterios de geotrazabilidad para los productos que exportamos, tal como lo hicieron los europeos”.
Fuentes: Oriana Olivos Marín, Diario El Mercurio; Michel DEBORD, jefe de Proyectos - Coordinador CCI-Gers; propias.
Trabajo publicado en la web de Red Alimentaria