CIRUGIAS
Las técnicas que describimos a continuación son las de uso frecuente a campo; no es nuestra intención imponerlas. Tratamos de explicarlas con la mayor sencillez y nos apoyamos en recursos gráficos anexos para que su lectura resulte amena y de fácil interpretación.
Sabemos que hay otras opciones. Nuestra intención es presentar alternativas que hemos practicado en condiciones de campo, en diferentes circunstancias y con variados resultados.
Creemos que la mayoría de las técnicas pueden resultar exitosas, dependen de la destreza, el conocimiento y la experiencia de quién las aplica, recordando que “cada cirujano podrá valorar como la mejor técnica, aquella que logre dominar”.
CIRUGIAS DE LA CABEZA, CUELLO Y TORAX
Colocación de la argolla nasal en el toro
Anestesia: infiltración local.
Fijación con cepo y bozal.
El lugar a perforar para la colocación de la argolla nasal en el toro se encuentra entre la extremidad anterior del tabique nasal cartilaginoso y la piel del morro, allí existe un intersticio relleno de tejido conjuntivo laxo y revestido a ambos lados por la mucosa del vestíbulo nasal.
Si no se dispone de la pinza especial para la colocación de argollas se puede perforar el lugar con un objeto punzante o también existen argollas con un extremo afilado; en este caso se atraviesa con la misma argolla, apoyando la punta en el lugar indicado y realizando fuerza de empuje con toda la mano. Una vez atravesada la pared nasal se arma la argolla y se la atornilla. Se pulveriza con antibiótico local.
Descorne (desmochado)
El desmochado es una práctica importante en las razas astadas para facilitar el manejo de los animales adultos. Además cumple un requisito estético importante en la mayoría de las razas lecheras y de carne.
Si bien es una operación realizada en gran escala por profanos, los veterinarios somos requeridos en ciertas circunstancias para realizar desmochados de animales adultos.
Es importante conocer las alternativas quirúrgicas para evitar las típicas complicaciones tales como sinusitis, fracturas del hueso frontal y hasta tétanos, consecutivos a los trabajos antihigiénicos y sin hemostasia típicos de los profanos.
Anestesia: Se recurre a la anestesia del nervio cornual pudiendo complementarse con una infiltración subcutánea en la cara posterior de la base del cuerno. En animales adultos puede recurrirse también al uso de sedantes con acción analgésica como la xilacina, que favorecen la sujeción disminuyendo el dolor.
La técnica más sencilla es aquella que se realiza dentro del primer mes de vida, cuando son palpables las “yemas” de los cuernos. En este caso se utiliza un aparato eléctrico de los que hay varios modelos. En la figura 46 se aprecia uno de dichos aparatos, el desmochador eléctrico Buddex a batería recargable.
Cuando se utiliza este desmochador se sujeta al animal por medio de un ayudante, ya sea de pie o en decúbito.
En condiciones de campo, nos ha resultado muy práctico utilizar un “cepo” en forma de “Y” preparado de caño u obtenido por corte de una rama gruesa de árbol de la forma y tamaño deseado. ( Fig. 47 )
Fig. 46
Fig. 47
Fig. 48
Una vez garantizada la sujeción (Fig. 48), se palpan las “yemas” de los cuernos y se procede a depilar a tijera los pelos para una mejor visualización. Luego se apoya con fuerza el aparato hasta lograr la cauterización del área periférica de los cuernos que toman un color cobre tostado, indicio de que se ha logrado una cauterización suficiente para evitar el crecimiento del cuerno.
Otra alternativa que también puede realizarse dentro del período lechal o inclusive en edades de hasta 6 meses, es la de seccionar el botón córneo o el cuerno ya formado con una gubia (Fig. 46) o cuchillo corto bien afilados. Una vez desprendido el cuerno se procede a la cauterización cuidadosa con “hierros calientes” hasta controlar la hemorragia (Fig. 52).
En animales medianos puede recurrirse a la descornador de Barnes (Fig. 323) y en los adultos con cuernos de grueso calibre al descornador tipo Keystone (Fig. 46 y 50) o directamente al descorne por medio de una sierra de Liess o sierra de arco (Fig. 49 y 51). Lo importante en cualquiera de los casos es resecar parte de la piel circundante del cuerno para garantizar que no habrá crecimiento futuro. En todos los casos la mejor hemostasia es la que se logra con cauterización a “hierro caliente”.
En general no existen complicaciones importantes, salvo en los casos de animales adultos con cuernos de grueso calibre que permiten la exposición al aire de los senos frontales. En estos casos, una vez controlada la hemorragia, puede ocluirse el agujero con gasa embebida en antisépticos y pomadas cicatrizantes o polvos secantes, etc. En pocas semanas se cubrirá la herida por el crecimiento de la piel periférica.
Fig. 49
Fig. 50
Fig. 51
Fig. 52
Extirpación del tumor de tercer párpado
En la mayoría de los casos es una neoplasia de células escamosas (Fig. 53), razón por la que son frecuentes las recidivas a los 2-3 años. También pueden ser metástasis de los tumores de vulva (Fig. 178-179 y 180).
La cabeza del animal debe estar sujeta con cepo y bozal ó mocheta.
Realizada la sedación y anestesia elegida, debe complementarse con la infiltración de la base del tercer párpado.
Con una pinza de Kotcher curva se toma el tercer párpado lo mas cerca posible de la base (Fig. 54). Se extirpa gran parte del tercer párpado, incluyendo su base cartilaginosa (Fig. 55). Se espera unos minutos hasta lograr la hemostasia. Finaliza con antibióticoterapia local.
Fig. 53
Fig. 54
Fig. 55
Extirpación del Tumor esclerocorneal
Este tumor se ubica sobre la línea esclerocorneal (Fig. 56 y 57), por lo general es una neoplasia de células escamosas, pero si se lo extirpa correctamente no suelen producirse recidivas.
Fig. 56
Fig. 57
La cabeza del animal debe estar sujeta con cepo y bozal ó mocheta. Se debe realizar sedación y las técnicas anestésicas del nervio aurículo palpebral y de Peterson.
Fig. 58
Lograda la anestesia, si es necesaria, se puede producir la ptosis del globo ocular con la ayuda de la anilla de una tijera grande que servirá para fijarlo durante la cirugía. Se realiza la extirpación cuidadosa del tumor, incluyendo un buen raspado del lecho tumoral, que ocupará parte de la córnea y la esclerótica (Fig. 58). Para esta maniobra es conveniente tomar un trozo de hoja de bisturí con una pinza hemostática (Fig. 59).
Fig. 59
Finaliza con antibioterapia local y parenteral, sobre todo tetraciclinas por su buena concentración en el fluido lagrimal.
En la figura 60 se puede observar el tumor extirpado y su zona de adherencia (a).
En la figura 61 se nota la pequeña mancha cicatrizal que a quedado 30 días después, ambas corresponden a la vaca de la figura 57.
Fig. 60
Fig. 61
Extirpación del globo ocular
La cabeza del animal debe estar sujeta con cepo y bozal ó mocheta.
Previo afeitado y desinfectado de la zona peripalpebral se procederá a realizar la técnica anestésica elegida.
Se incide la piel en forma paralela y a 1 cm de ambos bordes palpebrales. La incisión debe llegar hasta la submucosa de la conjuntiva palpebral. A partir de aquí se debe divulsionar con tijera curva de punta roma, de esta forma se van separando el globo ocular de sus órganos vecinos (cápsula de Tenon, glándula lagrimal y músculos). Siempre traccionando toda la estructura a eliminar se llega a la última unión anatómica, el nervio óptico y la arteria central de la retina. Aquí pueden seguirse dos caminos: el primero colocando una pinza de Kotcher lo más cerca posible del agujero óptico y luego seccionando a tijera, (puede o no ligarse). Otra alternativa es seccionar a tijera sin hemostasia, ésto provocará una profusa hemorragia que se contiene con torundas a presión, embebidas en soluciones de ácido metacresolsulfónico (Fig. 62).
Luego se puede introducir un trozo de gasa en "zig-zag" embebida en antibióticos o solución de ácido metacresolsulfónico. Se suturan ambos bordes palpebrales con puntos separados en “U” y capitones (Fig. 63), dejando una pequeña abertura en el ángulo anterior por donde saldrá el trozo de venda (Fig. 64).
De lo contrario podrán suturarse perfectamente los párpados con la técnica descripta para luego llenar la cavidad neoformada con solución de ácido metacresolsulfónico al 10 % cómo coagulante.
Se aplica antibioterapia general y se retiran los puntos a los 14 días (Fig.65).
Fig. 62
Fig. 63
Fig. 64
Fig. 65
Vaciamiento del globo ocular
Con cierta frecuencia la queratoconjuntivitis infecciosa deja secuelas que finalizan con ceguera definitiva. La gravedad de las lesiones de la córnea, especialmente el queratocono (Fig. 66), la esclerótica, la conjuntiva e incluso las estructuras internas del globo ocular deben ser evaluadas y en muchos casos justifican el vaciamiento del globo ocular, cirugía que resulta más sencilla y menos traumática que la enucleación.
La cabeza del animal debe estar sujeta con cepo y bozal ó mocheta.
Se realizan las anestesias del nervio aurículo palpebral y la de Peterson que facilita la ptosis del globo ocular.
Se procede a realizar una incisión circular a bisturí en la esclerótica muy cerca de la unión esclerocorneal. Luego puede continuarse a tijera hasta llegar a la cámara anterior del ojo.
Por presión se produce el vaciamiento las estructuras internas del ojo, incluido el cristalino.
La cavidad se lava con soluciones antisépticas y luego se procede a la síntesis con nylon Nº 20 ó catgut Nº“0” (Fig. 67 y 68).
Finaliza con antibioterapia local y parenteral.
Fig. 66
Fig. 67
Fig. 68
Traqueotomía
En general es una cirugía de urgencia que se realiza en casos de obstrucciones agudas de fosas nasales, laringe o traquea craneal. También puede estar indicada para aliviar obstrucciones crónicas de las vías superiores junto al tratamiento específico, o en los casos en que se debe efectuar alguna cirugía de las fosas nasales. En este caso suele realizarse una traqueotomía temporaria.
Los traqueotubos pueden fabricarse con trozos de caños PVC que ya vienen curvados y hay de distintos diámetros (Fig. 69) según el tamaño del animal (los mismos se utilizan en las “curvas” de las cañerías que contienen los cableados eléctricos).
A dichos tubos hay que abrirles una ventana (Fig. 70) la que facilitará el paso del aire por las vías respiratorias altas. También se les deben realizar 2 pequeños orificios en el extremo que quedará en el exterior para fijarlo a la piel.
Fig. 69
Fig. 70
La técnica puede practicarse con el animal en pié, aprisionado a un cepo y con una mocheta en los ollares que permita elevar al máximo la cabeza. En casos de urgencia y ante el riesgo de que un animal con disnea severa se caiga en la manga, es preferible trabajar en posición de decúbito lateral derecho.
El área quirúrgica es la unión del tercio proximal y medio del cuello, anillos traqueales 4to.a 6to., en la línea media ventral (Fig. 71).
Preparado el campo operatorio con el rasurado y la desinfección correspondiente se procede a realizar una infiltración local con Xilocaína.
Fig. 71
Luego se inicia una incisión longitudinal de piel en la línea media ventral y a la altura de los anillos traqueales correspondientes (4to. a 6to.). Al ingresar al subcutáneo nos encontraremos con el músculo cutáneo y sus fascias, los que serán debridados a divulsión roma hasta localizar los dos músculos esternohioideos unidos por su rafe medio muy visible (Fig. 72). Se divulsionan a tijera estos dos músculos y exponemos la traquea (Fig. 73).
Fig. 72
Fig. 73
Por medio de separadores se toman los músculos y la piel, ampliando así la visualización de la tráquea, y con una pinza de Backaus colocada en un anillo traqueal se presenta la tráquea (Fig. 74) y se procede a amputar dos emisecciones de los anillos 4to. y 5to (Fig. 75), provocando así una ventana en ventral de la traquea que permitirá la colocación del traqueotubo elegido (Fig. 76).
Fig. 74
Fig. 75
El traqueotubo será fijado a la piel por medio de dos puntos utilizando las perforaciones realizadas previamente en el mismo (Fig. 77).
Fig. 76
Fig. 77
Finaliza con antibioterapia general y limpieza diaria de la herida y el traqueotubo, asumiendo que los primeros días las secreciones provocaran obstrucciones parciales que deberán mantenerse bajo control. La extracción del traqueotubo al tiempo debido permiten que la herida traqueal y de piel cicatricen por segunda intención.
Canalización de la vena yugular
La canalización de la vena yugular es útil para la administración de cantidades importantes de líquidos; ésto frecuentemente es necesario en los terneros deshidratados.
Para la canalización es necesario un catéter K32 (nasoesofágico para bebé) y una aguja trocar de 3-4 mm de diámetro (agujas para implantes de microchips o agujas para implantes de pastillas anabólicas).
Para lograr un primer punto de fijación del catéter lo pasamos por subcutáneo en el cuello a través de la aguja-trocar (Fig. 78 -A).
Fig. 78
Fig. 79
Fig. 80
Fig. 81
Fig. 82
Luego con la aguja se canaliza la vena yugular (Fig. 79 y 80), posteriormente se introduce el catéter 20-25 cm (Fig. 81) y por último de retira la aguja de la vena (Fig. 82). De este modo quedará colocado sólo el catéter en forma intravenosa a la cual se le acoplará un sistema perfus para líquidos.
Para asegurar aún más el catéter a la piel durante la permanencia del ternero en pie y con cierta libertad de movimientos, atado a una estaca, se procede de la siguiente manera: se envuelve el catéter con un trozo de cinta adhesiva ancha en su porción previa al ingreso del subcutáneo, de tal modo que la tela adhesiva quede como la tapa y contratapa de un libro y el catéter sea el “lomo” del mismo. Luego con una aguja hipodérmica descartable tipo 40/8 se atraviesa la tela adhesiva y la piel. Con una pinza se dobla la aguja estilo gancho y de este modo el catéter quedará con una segunda fijación a la piel (Fig. 83-A).
Fig. 83
Posteriormente se toma el catéter con un elástico blando (puede ser una sucesión de banditas elásticas) de aproximadamente 1 mt. de longitud (Fig. 83-B) y se lo fija arriba del ternero. Este sistema mantendrá siempre en alto el catéter evitando su enredo en el ternero y permitiéndole libertad de movimientos.
Toracocentesis
La toracocentesis es una maniobra poco frecuente. De hecho es una prueba semiológica complementaria útil para el diagnóstico, que puede convertirse en terapéutica de algunas enfermedades que colecten líquidos entre ambas pleuras; como por ejemplo en linfosarcomas, pleuresía primaria o secundaria, abscesos pulmonares, traumatismos torácicos provocados por fracturas costales o migración de cuerpos extraños reticulares que atraviesan el diafragma.
La sospecha de líquido pleural se puede determinar por auscultación-percusión y la colecta suele ser unilateral.
El lugar ideal para la punción es el 5º espacio intercostal derecho en su tercio inferior. En caso de ser necesaria la punción izquierda, ésta debe realizarse en el 6º espacio intercostal. En ambos casos se depilará y desinfectará convenientemente la zona de punción (Fig. 84).
Puede ser necesario sedar al animal, si su estado lo permite, y realizar una infiltración local con anestésico de uso local.
Se pueden utilizar desde agujas calibre 18, preferentemente con mandril, hasta un trocar calibre 50. La longitud necesaria es de 5 a 10 cm.
Si se utiliza un trocar, se debe realizar una pequeña incisión a punta de bisturí y luego ser muy cautos durante la maniobra de introducción hasta atravesar la capa muscular y la pleura parietal.
Ya en el espacio pleural obtendremos líquido para su evaluación diagnóstica (Fig. 85).
Se pueden realizar lavajes con solución fisiológica y antibióticos. Si utilizamos un trocar se puede introducir y dejar colocada una sonda fenestrada temporaria fijada con un punto en la piel. De esta manera se puede continuar con el drenaje y los lavajes. Esta sonda debe permanecer tapada en su extremo exterior para minimizar el riesgo de neumotorax.
Fig. 84
Fig. 85
Toracotomía
Es una cirugía muy poco utilizada. Sólo se justifica en animales de gran valor y en estadíos iniciales de la retículo pericarditis traumática.
La finalidad es lograr extraer el cuerpo extraño cuando se sospecha que se encuentra dentro del saco pericárdico por no haberse logrado su extracción a través de una laparatomía tradicional y además tener un buen acceso a la cavidad pericárdica para su drenaje total y eliminación de fibrina.
Anestesia: Se realiza un bloqueo local con anestésico de uso local que incluye: toda el área cardíaca, desde el tercio medio de tórax hasta el esternón, incluyendo desde la cuarta hasta la séptima costilla. Especialmente debe infiltrarse el área de la quinta costilla cuya mitad distal será extirpada. En general no se utilizan tranquilizantes o anestésicos generales debido a que en la mayoría de los casos el paciente se encuentra con insuficiencia cardíaca congestiva.
De ser necesario sugerimos la inyección de dosis bajas de ketamina
La cirugía se puede realizar con el animal en pie o en decúbito lateral derecho, de acuerdo al estado general del paciente.
Si se elige realizarla de pie, el animal deberá ser fijado a una tranquera o alambrado, con el miembro anterior izquierdo en posición anterior y apoyado sobre algún elemento firme (taco de madera, etc.) de unos 15 cm de alto.
Si se elige el decúbito, el miembro anterior izquierdo se fija en posición anterior para ampliar el campo quirúrgico sobre la quinta costilla.
Se realiza una incisión de unos 25 cm de largo desde la mitad de la quinta costilla hasta unos pocos centímetros por debajo de la articulación condrocostal. La incisión debe incluir todos los planos hasta contactar el perióstio externo de la costilla, ampliando hacia los laterales con divulsión roma (Fig. 86).
Sobre el perióstio de la quinta costilla se efectúa una incisión en “I” mayúscula que permite “abrirlo” en forma de libro (Fig. 87).
Una vez desprendido el perióstio lateral de la costilla (Fig. 88), se continúa con el desprendimiento del perióstio interno mediante el uso de una tijera curva cerrada, un periostótomo o con el mango de una cuchara de cocina grande, que por ser romo y algo curvo, permite el desprendimiento sin desgarrarlo.
Finalizado el desprendimiento de todo el perióstio se pasa una sierra de Liess entre la cara interna de la costilla y el perióstio desprendido (Fig. 89).
De esta manera se secciona la costilla en la mitad de la misma; luego se procede a desarticularla de su inserción esternal (Fig. 90).
En este momento nos encontraremos con el perióstio desplegado, generalmente adherido a la cara externa de la pleura parietal y obviamente al propio pericardio (generalmente muy engrosado).
Fig. 86
Fig. 87
Fig. 88
Fig. 89
Fig. 90
Fig. 91
En este tiempo quirúrgico debe evaluarse la necesidad de efectuar una sutura en óvalo que incluya el perióstio, la pleura y el pericardio (Fig. 91). La sutura ideal es una contínua tipo “punto atrás” (Fig. 92) que suele evitar el neumotorax al momento de efectuar la incisión de la pleura y el pericardio.
En general esta sutura no es necesaria porque los pacientes suelen presentar firmemente adheridos los tres planos.
El ingreso al pericardio se logra por medio de una incisión de unos 12 -15 cm en el centro del campo quirúrgico. En este momento se provocará la evacuación del contenido que es purulento y con flóculos de fibrina (Fig. 93), que una vez evacuados permitirán visualizar el corazón y a veces el cuerpo extraño (Fig. 94).
La incisión debe ser lo suficientemente amplia como para permitir el ingreso de la mano ante la necesidad de encontrar el cuerpo extraño (Fig. 95), que en algunas circunstancias puede estar incrustado en el miocardio.
Fig. 92
Fig. 93
Fig. 94
Fig. 95
Apartir de este momento el saco pericárdico pasa a comportarse como un gran absceso fistulizado, razón por la cual deben efectuarse los lavajes de arrastre con soluciones antisépticas ( yodo povidona, fenoles, etc.) a temperatura corporal.
La síntesis se realiza por planos (Fig. 96), utilizando catgut Nº 2 en pericardio y nylon Nº 50 en las capas musculares. Se debe dejar una sonda fenestrada de buen calibre en la parte inferior de la herida (Fig. 97), la que deberá ser fijada a la piel y contar con un tapón plástico.
En piel se realizan puntos separados con nylon o lino (Fig. 98).
En los días siguientes se procede a realizar lavajes con soluciones antisépticas a temperatura corporal intentando por este medio controlar la infección.
Además se mantendrá un sostenido tratamiento antibiótico con apoyo de estimulantes de las defensas.
Fig. 96
Fig. 97
Fig. 98
Fig. 99
Nosotros consideramos que siempre que el animal lo justifique, la cirugía debe intentarse a pesar del bajo porcentaje de éxito (Fig. 99).
Pericardiocentesis
La pericardiocentesis se puede usar como método complementario para cuando por auscultación sospechamos la presencia de líquido en la cavidad pericárdica. Esto ocurre en los bovinos con pericarditis (frecuentemente traumática), o en el hidropericardio por lo general producido por linfosarcomas torácicos.
El lugar ideal para la punción es el 5º espacio intercostal izquierdo en su tercio inferior, el que se depilará y desinfectará convenientemente. Frente a las enfermedades mencionadas anteriormente el pericardio aumenta tanto el grosor y el tamaño que la punción también se puede realizar en espacios intercostales posteriores. Estos puntos de punción pueden ser detectados por auscultación.
Puede ser necesario sedar al animal, si su estado lo permite, y realizar una infiltración local con anestésico de uso local.
Podemos utilizar desde agujas calibre 18, preferentemente con mandril, hasta trocares de grueso calibre. También en este caso se puede dejar un drenaje temporario mediante la colocación de una sonda fenestrada similar a la mencionada en la toracocentesis para realizar lavajes terapéuticos (Fig. 100).
Fig. 100