Desde mediados de la primera década del 2000, se han venido implementando programas más intensivos, en la crianza de los reemplazos. Estos cambios, generaron una gran cantidad de publicaciones que muestran los beneficios de alimentar con una mayor cantidad de leche y/o sólidos totales, desde los primeros estadios, orientado a mejorar las tasas de ganancia, así como, la resistencia a enfermedades. Los resultados disponibles muestran: una reducción en los costos de levante, debido a un descenso en la morbilidad y la mortalidad, una disminución, en el uso de antibióticos, la mano de obra, mejorar la eficiencia, y un aumento en la producción de leche, una vez que estos animales inician su vida productiva.
En la actualidad, se resalta cada vez más, la idoneidad de cada uno de los reemplazos y su potencial contribución a la producción futura del hato. La visión, tiene en principio, una valoración del impacto en la mejora en los parámetros productivos, una vez que estos, se incorporan y forman parte del hato de producción, es decir, el grupo de animales que genera los ingresos y la rentabilidad de la actividad.
Para este efecto, el presente documento se desarrolla en tres etapas medulares de la vida del remplazo:
I. Del nacimiento al Parto
II. El periparto
III. La vida productiva de la vaca.
I. Del nacimiento al Parto.
Esta es una etapa extensa (al menos 2 años), así como, medular para lograr objetivos relacionados a la producción el desempeño y la rentabilidad.
Normalmente, el tema se aborda desde el momento del nacimiento. No obstante, existen consideraciones importantes que vale la pena tener en mente.
I.1 El concepto del reemplazo
En primera instancia, la selección de las vacas que van a producir una cría como futuro reemplazo, demanda una evaluación previa, de las vacas con mejores características (valor relativo; evaluado en vacas de segundo parto en adelante).
Esta elección, de vacas progenitoras predefine, la cantidad de terneras nacidas, que van a dejarse y desarrollarse, para relevar el hato de producción. La prospección del número de animales a criar no se conceptualiza, como un simple número, sino que la cantidad, es una estimación que considera implícitamente: la tasa de reproducción (condición de la vaca, detección de celo, fertilidad y tasa de concepción), el porcentaje de machos y hembras, la mortalidad de las terneras, un nivel de selección (al destete), la edad de los reemplazos al primer parto y la tasa de descarte. Todas estas consideraciones, dejan ver que la cantidad real de reemplazos responde, a la necesidad específica de cada finca y que la misma puede variar de un año, periodo o condición, a otro.
El cálculo de la proporción de reemplazos a mantener y desarrollar, ha venido siendo cada vez más considerado, por cuanto, luego de unos 10 – 15 años de contabilización de registros, se ha podido mostrar que cada novilla que alcanza su primer parto (24 a 26 meses), representa una inversión, que oscila entre los $ 1 200 y los $ 1 500, inclusive algunos mayores a estos (Overton y col. 2019; Boulton y col 2017; Elizondo.2017; Mena. 2017; Rojas. 2013; y base de datos propia).
Con esta información, el punto a analizar, no es si el costo de levante es alto o no, sino que, la novilla esté bien preparada para expresar un potencial de producción, que será empleado en primera instancia, para cubrir los costos de levante y posteriormente, para contribuir con los ingresos diarios. Criar animales que no son requeridos, puede afectar los flujos de caja y la rentabilidad. Se estima que el costo financiero de la crianza de reemplazos representa, cerca del 7.0 % de los costos de la operación (Gaber y col. 2000. citado por Boulton y col 2017) o bien entre ¢15 y 20 / litro de leche.
En algunas ocasiones se argumenta que tener más reemplazos de los necesarios (a menos que el hato esté creciendo), es un seguro para poder cubrir problemas reproductivos, o bien, que se pueden a vender novillas para generar un ingreso en un momento dado. Sin embargo, varias consideraciones muestran que la práctica es contraproducente. Esto debido a:
- El problema de reproducción debe tratarse como tal y no enmascararse. El verdadero conocimiento del problema debe encaminarse a resolver la situación.
- El aumento en la tasa de descarte por selección de animales que no se preñan, aumenta directamente, el número de reemplazos y consecuentemente, los costos de producción.
- Cuando varios productores realizan esta práctica, se genera una sobre oferta, en la cual, las novillas se venden con ligeras pérdidas o mínimas ganancias. Tradicionalmente, se vende lo mejor, de manera que el mejoramiento genético puede verse diezmado a nivel de finca (Overton y col. 2019).
- La sobre población de reemplazos, de manera especial, si se dispone de un área de potreros limitada, suele afectar la tasa crecimiento (competencia) y en consecuencia la edad al primer parto.
- Dado que, en las etapas de desarrollo la ración de las novillas tiene una fuerte proporción de forraje, se asume, que un crecimiento más lento (menor ganancia de peso) es compensado por un menor costo de inversión. Sin embargo, la información generada, ha mostrado que retardar la pubertad y preñar novillas de mayor edad, no reduce el costo de levante, por los costos adicionales (mano de obra y costo financiero) de los días (normalmente; meses), necesarios, para que la novilla presente su primer parto (Boulton y col 2017; Stevenson. 2017).
I.2 El crecimiento y desarrollo del reemplazo.
Dos consideraciones son clave en estas etapas:
a) Duplicar el peso del nacimiento al destete.
El manejo en cunas (ternerera), ha presentado algunos cambios, en miras a un crecimiento, más acelerado. Esto puede lograrse utilizando un mayor consumo de leche o reemplazador de leche, estrategia que puede lograr, subiendo del 10 a 12 o 15 % de peso vivo, la cantidad de leche a suministrar por día o bien aumentando el nivel de sólidos en la leche, sustituto o reemplazador de leche (300 gramos se sustituto seco, en vez de 250 g/chupón de dos litros).
Varios trabajos de investigación mostraron importantes mejorías sobre la producción de leche. Soberón y col 2012, encontraron que por cada 1.0 kg de mejora en la ganancia de peso en el predestete, la producción de leche, se incrementa 1,113 kilogramos en la primera lactancia y por cada kilogramo de ganancia adicional, en el periodo prepuberal se aumentaron 3,281 kg de leche, para la misma etapa (primera lactancia).
Aspectos relacionados con buenas prácticas de producción como: higiene, limpieza y salud, son elementos clave, al igual que la adecuada complementación con alimentos balanceados (20 – 22 % de proteína, un adecuado balance de aminoácidos y de alta palatabilidad), son indispensables para logar un consumo, que favorezca, el proceso de destete.
La edad del destete sea esta, a los 60 o 90 días, constituye un punto de evaluación en el que: tanto el peso como la altura, deben evaluarse.
Al finalizar esta etapa, es un buen momento para una selección física, de las terneras (segunda selección partiendo de una primera basada en la evaluación o valor relativo de las madres), de manera que no se generen costos innecesarios de crianza (Overton y col. 2019).
b) Lograr una edad al primer parto entre los 24 y los 26 meses.
Posterior al destete, el monitoreo de las etapas siguientes, son de vital importancia, por cuanto es un periodo extenso (superior a 20 meses). En algunas ocasiones, cuando los animales no se manejan en lugares cercamos a la lechería, suele olvidarse o por lo menos, reducir el control del crecimiento, que debe ser concebido, como el aumento de peso y la altura o talla, de acuerdo con los estándares de la raza o cruces que se manejen.
En esta etapa, la novilla no solo se desarrolla y conforma, sino que alcanza la pubertad y se prepara para mantener la gestación.
Tradicionalmente, las etapas se manejan y evalúan el peso a los 10 - 12 meses de edad, dado que el desarrollo adecuado de este periodo sirve como un buen indicador de una diligente llegada de la pubertad, misma que está, estrechamente vinculada al peso y condición, con una referencia del 50 % de peso adulto y que permitiría la inseminación o cubrición a los 15 o 17 meses de edad.
Uno de los aspectos más importantes en este proceso, para lograr edades a primer parto, entre los 24 y 26 meses, es el mantener una ganancia de peso constante. No se trata de ganancias exorbitantes, sino las establecidas de acuerdo con la raza o cruce y de manera especial, evitar caídas o pérdidas de peso. De esta manera la pubertad, definida como: el nivel de desarrollo capaz de soportar ciclos normales de los ovarios (desarrollo folicular y ovulación) y concebir, así como mantener la gestación, se presentará prontamente.
En muchas ocasiones las novillas desarrollan la altura correspondiente a la raza o cruce, no obstante, su conformación física (condición corporal), que representa la cantidad de reservas, necesaria, para mostrar un comportamiento reproductivo, el sostener adecuadamente la preñez y un adecuado desempeño productivo, limita la manifestación de ciclos estables y por tanto la concepción.
II. El Periparto.
Cumplida la meta de la concepción, lo común es descargar la presión de seguimiento, dado que un objetivo clave es logrado y en un periodo de alrededor de nueve meses, la novilla se convertirá en primeriza e iniciará su vida productiva.
En la actualidad, se han venido desarrollando investigaciones que han evaluado la adecuada nutrición materna, durante la gestación, sobre la formación y desarrollo fetal, así como, el efecto posterior al nacimiento, en el desempeño del ternero (a) conocido como “imprinting” o “impronta”, que van muy de la mano con aspectos de epigenética (Tucci y col. 2019; O’Doherty y col. 2015). De esta manera se evidencia como la adecuada nutrición y prácticas de manejo, favorecen no solamente la madre sino también a su progenie.
Partiendo de una condición corporal adecuada, la nutrición luego día 240, de la gestación, se presenta un marcado efecto sobre crecimiento del feto (ternera), que naturalmente demanda un aumento de nutrientes que deben ser cubiertos por la ración diaria.
Posteriormente luego del día 260 el proceso de momogénesis (producción de calostro) genera una demanda adicional de nutrientes, que deben ser aportados por la ración. Esto es importante, aun cuando, el calostro de las primerizas no es considerado de excelente calidad (en comparación con vacas de más partos), pero si puede ayudar mucho a alimentación de la progenie sea cual sea el destino de esta.
Aunque, esta transición pueda verse como una etapa de corta duración (dos a cuatro semanas antes del parto y las tres posteriores a este) y poca relevancia, esta, presenta un gran impacto sobre la longevidad o vida productiva de la vaca. A partir de su primer parto, la novilla (primeriza) empezará a amortizar la inversión de crecimiento y desarrollo. Por esta razón, la meta, es brindar, las condiciones necesarias para que la novilla exprese su potencial de producción, retribuya y genere ganancias.
Las dietas del preparto influencian el desempeño de la vaca, en las primeras semanas del post parto. La nutrición de la madre, hacia el último tercio del periodo, son ahora consideraciones importantes.
El acostumbramiento de una dieta preparto es prioritario, para empezar a preparar a la flora ruminal a niveles de almidón por ser este, un componente que empieza estratégico en la ración de producción. De no ser bien manejado, puede repercutir en acidosis, afectando el consumo de materia seca, la salud y la producción de la primeriza.
La preparación al parto debe considerar, todas aquellas prácticas de manejo que ayuden a la novilla a integrarse a hato de producción y los cuidados que permitan realizar una transición a la etapa de producción en forma progresiva.
De la misma manera, cambios leves de manejo, en el proceso de socialización para introducir de las primerizas al hato de producción, demanda un proceso paulatino de acostumbramiento e inclusive, de tiempos y espacios para permitir a la vaquilla consumir la ración requerida en miras a evitar órdenes jerárquicos (vacas adultas), que no solo, reducen o limitan el consumo de alimentos, sino que también, producen traumas que pueden afectar adversamente, la vida productiva y la rentabilidad de la actividad, en consecuencia.
III. La vida productiva de la vaca.
Además de los cuidados en el periodo de transición, una vez que la novilla alcanza su primer parto, la idea que esta se mantenga en el hato de producción en mayor tiempo posible.
La alimentación de la primeriza debe y contemplar, las necesidades de mantenimiento, producción de leche y crecimiento. Siempre tenerse presente, que la novilla alcanza, su primer parto mucho antes de alcanzar el peso adulto.
Ante esta consideración, el aporte de nutrientes es tan importante como garantizar que la novilla consuma los alimentos y las cantidades de materia seca, necesarias para cubrir todas sus necesidades.
Todos aquellas atenciones, esfuerzos y tiempo adicional en la primeriza y su adecuada inducción al lote de producción, traerá grandes beneficios.
Tres criterios básicos para que la novilla se mantenga en el hato de producción son:
a) La ausencia de enfermedades metabólicas (fiebre de leche, mastitis, metritis o retenciones de placenta, por ejemplo), que afectan su salud y desempeño productivo.
b) Que la primeriza, se preñe dentro de los parámetros promedio, del hato (ideal en los 85 a 100 días posteriores al parto).
La reproducción, es un tema medular tanto para las vacas como para la rentabilidad, por lo que se hace énfasis en la alimentación de las primerizas, debido sus requerimientos de crecimiento.
Varios estudios concluyen que el costo de cada día abierto (por encima del promedio ideal) tiene un costo que oscila entre $ 3 y 5 por día. Este valor contempla un efecto acumulado de variables como lo son:
a) la pérdida en producción de leche por la involuntaria extensión de la lactancia, b) la pérdida de la cría,
c) costo de mano de obra, semen y tratamientos médicos veterinarios, d) costos de descarte (Groenendaal y Col. 2004; Meadows y Col. 2005; De Vries, 2006; citado por Cattaneo y col 2015). c) La expectativa de producción de leche para una primeriza, es que esta, vaya mejorando la productividad promedio del hato. A raíz de los avances en genética, salud y desarrollo, la meta es que esta produzca leche cerca al 80 % de la cantidad de leche producida, por una vaca adulta (al menos con tres partos).
Estimaciones de rentabilidad, muestran que cada reemplazo, debe contribuir, con al menos dos lactancias para recuperar la inversión del levante. Lo ideal es que: permanezca para alcanzar de 5 a 6 partos debido a que se logra una dilución, de los costos generales de crianza (Liang D., y col. 2015).
Es prácticamente un hecho que: si la primeriza es descartada en su primera lactancia, aún con el valor de rescate, por la venta de carne, no se logra recompensar los costos de crianza (Overton y col. 2019). Por esta razón, el nuevo reemplazo debería permanecer en el hato de producción al menos dos lactancias.
Las mejoras en la producción de leche, es decir aumentos sobre el promedio, es un tema que cada día gana más importancia por cuanto este efecto permite la dilución de los costos de mano de obra y cargos fijos (servicios públicos, administrativos). Cada vez más se vislumbra una tendencia a producir más leche con menos animales (Abarca 2019; Capper y Col A. 2020).
En la producción de leche, elementos como: el momento del pico, la persistencia, y la producción por lactancia, son criterios importantes, a evaluar. (Macciotta y col. 2011).
Recomendaciones generales
- Estime la cantidad de reemplazos que requiere la actividad y realice una selección programada desde la escogencia de las madres y posterior al destete.
- Monitoree y evalúe la ganancia de peso y el crecimiento (altura a la cruz) al menos, momento del destete y entre los 10 a 12 meses de edad. Ponga atención a las etapas de manejo y alimentación siguientes, para lograr el mejor desempeño y el cumplimento de las metas de producción.
- La calidad como la cantidad de los forrajes, así como el uso estratégico y racional de los complementos alimenticios, constituyen una alternativa para mejorar lograr metas y balancear la inversión que demandan los reemplazos. La implementación de prácticas culturales o agronómicas, como la adecuada fertilización y la rotación, traerán mejoras no solo en la crianza, sino también, sobre los costos de producción en general.
La perspectiva de mejora, el impacto sobre la producción, la rentabilidad de la actividad lechera, deben cimentarse sobre el adecuado manejo de los reemplazos, debido a que este desempeña es un factor preponderante en el sistema de producción. Todas aquellas mejoras en su crecimiento y desarrollo tendrán un fuerte impacto sobre la vida productiva de este, sobre la producción de toda la actividad y por supuesto de la rentabilidad del sistema de producción.
De esta manera, un manejo integral del hato, que considera todas las etapas y áreas productivas, así como, un enfoque multidisciplinario que logre integrar áreas, criterios y objetivos comunes, son elementos que forman parte de una visión, no más compleja, sino más estructurada, necesaria para lograr y mantener sistemas de producción más sostenibles.