Las pérdidas de verano en la producción de leche generalmente están relacionadas con el impacto negativo del estrés por calor del verano en la vaca lactante. En realidad, esto es cierto, debido al gran efecto negativo del estrés por calor en el consumo de alimento y la eficiencia de la utilización de alimento de la vaca lactante, así como en los rasgos reproductivos. Recientemente, se descubrió que también las vacas secas, aunque no producen leche, se ven afectadas negativamente cuando se someten a condiciones de estrés por calor, principalmente, debido a una menor producción de leche y sólidos lácteos en la lactancia posterior, una mayor incidencia de enfermedades post parto (debido a la reducción función inmune) y trastornos metabólicos y rasgos pobres de fertilidad, todos ocurriendo después del parto y en las primeras etapas de la lactancia posterior, aunque ocurren en otoño y principios de invierno, cuando el estrés por calor ya ha terminado.
Las primeras publicaciones que describen el efecto negativo del verano en vacas en fin de preñez aparecieron en los años setenta en Florida. En estos días, las vacas lecheras se mantenían allí en instalaciones tipo "Corral" con acceso limitado a la sombra, cuando las vacas secas se mantenían afuera, sin sombra en absoluto. Los datos del "Libro del rebaño" de Florida mostraron que las vacas que parieron a fines del verano y otoño, produjeron cerca del 15% de leche menos en su lactancia posterior, en comparación con las que parieron en el invierno. Investigadores de Gainesville, Florida, mostraron que las vacas secas, que recibieron sombra durante el período seco, parieron terneros más pesados y produjeron un 5% más de leche en las primeras etapas de la lactancia posterior, en comparación con las vacas secas sin ningún tipo de sombra. El nacimiento de terneros más pesados obtenidos en este estudio probablemente puede estar relacionado con un mejor flujo sanguíneo (así como hormonas y nutrientes) al útero de vaca preñada (ya que las vacas no necesitan esparcir más sangre a la superficie de la vaca como mecanismo de enfriamiento). Se confirmó mismo que se obtenieron placentas mas legeras en vacas paridas en fin del verano, lo que puede ser relacionado con una menor inducción hormonal del desarrollo del tejido mamario, lo que puede llevar a una mejor preparación de la ubre para la lactancia y el aumento en la producción de leche en las primeras etapas de la lactancia posterior.
En base a la experiencia adquirida en los años setenta en Florida, y debido al hecho de que las vacas secas en Israel generalmente reciben suficiente sombra, decidimos a medianos de los ochenta, investigar el efecto de enfriar las vacas secas mediante una combinación de duchas ventilación y fuerza (como lo hicimos con las vacas lecheras), sobre el peso del beseraje y la producción de leche de vacas en la lactancia posterior. En el grupo de control, a las vacas idénticas se les proporcionó solo sombra. El peso de los terneros y la producción diaria promedio de leche en el primer trimestre de lactancia se describen en la Tabla 1.
A partir de los resultados presentados en la tabla 1, podemos aprender que el enfriamiento de las vacas en el período seco esta relacionado positivamente en las vacas adultas, pero no en las vacas de primer parto, cuyo sus ultimas semanas de la preñez ocurierono en el verano.
Durante las últimas dos décadas, se llevaron a cabo algunos otros estudios sobre el enfriamiento de vacas secas, cuando se realizaron estudios en diferentes condiciones climáticas y utilizando diferentes sistemas de enfriamiento.
El enfriamiento de las vacas secas mediante un sistema de nebulización de baja y alta presión, provisto en climas áridos del noroeste de México y Arizona, aumentó la producción de leche en la lactancia temprana temprana en un 7.5% y 4.0% respectivamente. El enfriamiento intensivo de las vacas secas mediante una combinación de mojado y ventilación forzada proporcionada varias veces al día en verano se estudió en condiciones de calor y alta humedad relativa en Israel y Florida. Las vacas secas, enfriadas durante todo el período seco, produjeron cerca del 10% más de leche en la lactancia posterior (Israel) y cerca del 20% en casi toda la lactancia posterior (Florida), en comparación con las vacas secas que solo tienen sombra. Sin embargo, hay un efecto de duración, ya que las vacas secas que se enfriaron solo durante la parte final del período seco tuvieron una menor respuesta de la leche al tratamiento de enfriamiento, en relación con los estudios que enfriaron a las vacas durante todo el período seco . Los resultados de los diferentes estudios descritos anteriormente se presentan en la tabla 2.
En conclusión:
El estrés por calor también afecta negativamente a las vacas secas. En comparación con las condiciones climáticas normales, las vacas secas en condiciones de estrés por calor tienden a producir menos leche con menos grasa y proteínas en la lactancia posterior, son más sensibles a las enfermedades del post parto y tienen un mayor riesgo de fertilidad más baja.
El enfriamiento de las vacas secas mejora la producción de leche en la lactancia posterior y, además, mejora el estado inmune en tiempos de riesgo significativo de enfermedad. El efecto positivo del enfriamiento en el período seco es mucho mayor en las vacas adultas que en las jóvenes.
El enfriamiento de las vacas secas puede ser proporcionado por diferentes sistemas de enfriamiento, adaptándolos a las condiciones climáticas y de instalación de la granja. Se espera que el enfriamiento de las vacas secas les impida la necesidad de activar mecanismos corporales para disipar la carga de calor (principalmente mediante la distribución de más sangre a la superficie de la vaca, a cuenta de hormonas sanguíneas y los nutrientes que llegan a los órganos internos, entre ellos el útero).
Parece que la intensidad del enfriamiento de las vacas secas puede ser menor que la proporcionada a las vacas de alta producción (horas totales de enfriamiento por día), esto se debe al hecho de que las vacas secas generan menos calor para ser disipado. De todos modos, el enfriamiento debe implementarse lo más temprano posible en el período seco.
El enfriamiento de las vacas secas en rebaños de alto rendimiento puede aumentar la producción anual de vacas de parto a fines del verano y otoño en más de 1000 kg por lactancia (300 kg anuales por cada vaca promedio del rebaño). La rentabilidad de enfriar vacas secas es el igual, o mismo mayor que enfriar vacas lecheras (menores gastos de enfriamiento en relación con el beneficio obtenido).