Introducción
El estrés es el resultado del confinamiento y de una visión ambiciosa y poco humanitaria por parte del hombre, que con el interés de mejorar la producción, ha participado de manera inconsciente, mediante la manipulación de la producción animal a su manera; incluso, intentando domesticar a nuevas especies, imposibles de adaptarse sanamente a nuestro ambiente.
En la actualidad, se ha llegado a la conclusión de que el estrés es uno de los factores medioambientales de manejo que más afecta y disminuye las producciones de los animales de granja, pues se considera que es el factor principal que debe ser controlado en la Unidades de Producción Animal, puesto que está en estrecha relación con los agentes patógenos e infecciosos que pueden acechar contra la salud de los animales.
El hombre juega un papel muy importante en la creación del estrés, él puede proveer los medios para aliviar, quitar o modificar cualquier potencial estresante (Coubrough, 1985). Algunos de los criterios que se han utilizado para indicar la presencia de estrés en los animales son los niveles de hormonas tiroideas como corticosteroides plasmáticos o urinarios, catecolaminas y/o sus metabolitos, ácido láctico, enzimas séricas, valores de glucemia, alteraciones en la frecuencia cardiaca y respiratoria o conteo de células somáticas en leche.
Los mamíferos, responden a cambios ambientales mediante mecanismos de adaptación, regulados por la liberación de hormonas como: Adrenocorticotropina (ACTH), glucocorticoides (GH) y catecolaminas (CA), cuya cantidad de liberación depende del tipo e intensidad del estrés que se presente.
Bajo condiciones de estrés, existe un efecto negativo de retroalimentación de progesterona sobre la hormona luteinizante (LH), aumentando la primera. Se elevan los niveles de cortisol, con depresión subsiguiente, hay cambios en la liberación de LH. El nivel de prostaglandina F2 alfa (PGF2∞) aumentan y los de ACTH. Los niveles de Epinefrina y Norepinefrina, también aumentan (Coubrough, 1985). Todo esto afecta negativamente la función reproductiva de los mamíferos (Dobson y Smith, 1995 y 2000).
1.Tipos de estrés
1.1. Calórico
La radiación solar, la velocidad del viento, la temperatura del aire y la humedad ambiental son factores que tienen que ver con la presentación del estrés calórico. Una de las primeras respuestas reproductivas al estrés calórico, son la disminución en la intensidad del estro y como consecuencia baja fertilidad (Ullah et al., 1996). Se sabe que las hembras mamíferas, son más sensibles al estrés calórico, durante los 12 días antes del estro, aumentando esta sensibilidad en el día 2 antes (Gilad et al., 1993).
En estudios realizados por Coubrough (1985), se encontró que las altas temperaturas provocan ausencia de libido, y afectan también la cantidad y calidad seminal. Además, reducen la presentación de calores y cuando se presentan, son menos intensos y de duración más corta. Si la hembra queda gestante, la posibilidad de mortalidad embrionaria es alta; estos factores conducen a una disminución en la fertilidad de las hembras mamíferas domésticas (Rodríguez, 1997).
Estudios recientes, realizados por Roth et al., (2001), mencionan por primera vez, evidencias del efecto retrasado del estrés calórico en la esteroidogénesis folicular y revelaron que las exposiciones de las hembras domésticas al estrés calórico, condujeron a una disminución en la esteroidogénesis, 20 y 26 días después, en folículos preovulatorios de tamaño medio. Además, las células de la teca se encontraron más susceptibles que las células de la granulosa y éstas expresaron baja producción de estrógenos en los folículos de tamaño medio y baja viabilidad en los folículos preovulatorios. En términos de producción de esteroides, las células de la teca parecieron ser consistentemente susceptibles al estrés calórico y expresaron un efecto de transporte sobre la producción de andrógenos en ambos tipos de folículos.
Cuando la temperatura corporal, rebasa los 40ºC, los folículos desarrollados pueden sufrir severos daños y convertirse en no viables (Dave, 1999); se segregan niveles más altos de progesterona, la cual inhibe la liberación de LH durante el estro, interrumpiendo el proceso de ovulación (Lee, 1993).
Un estudio realizado por Roth et al., (2001), ha revelado que el estrés calórico reduce el tamaño del folículo dominante de la primera y segunda onda folicular. En otro estudio, Roth et al, (2001), indicaron que exponiendo a las hembras mamíferas domésticas al estrés calórico, se altera la dinámica folicular y disminuye el predominio folicular en el siguiente ciclo. En 1997, Wolfenson et al., argumentaron que el folículo preovulatorio, es un componente clave en el sistema reproductivo y el deterioro de su función durante el estrés calórico puede desencadenar otros efectos reproductivos, tales como distorsión en la secreción de Gonadotropina, subdesarrollo del cuerpo lúteo y del embrión, resultando en una baja fertilidad.
Estudios realizados por bajo condiciones in vitro, sugieren que la exposición de las hembras domésticas preñadas a altas temperaturas ambientales y de humedad, que frecuentemente se presentan durante los meses de verano, pueden perturbar el balance entre los factores bioquímicos y endometriales, responsables del mantenimiento de la preñez. Roth et al., (2001), indicaron que la composición lipídica de las membranas de los ovocitos están más deterioradas en verano, que en el invierno. Un aspecto relevante para contrarrestar el efecto del estrés calórico sobre la calidad del ovocito y el desarrollo embrionario, es el posible uso de antioxidantes, para aumentar la resistencia, tanto del ovocito como del embrión.
En 1994, Ealy et al., encontraron que las vacas enfriadas de 2 a 3 hasta 5 a 6 días, después de la gestación, mejoraron las tasas de preñez, en comparación con la hembras con estrés calórico. Por otra parte, Lee (1993), descubrió que la tiroxina y la triyodotiroxina, pueden disminuir el estrés calórico.
Se ha demostrado que en periodos de severo estrés calórico, solamente de 10 a 20% de las inseminaciones pueden resultar en preñeces normales (Dave, 1999). En Israel, los índices de concepción durante los meses de invierno alcanzan más de 50%, mientras que durante el verano pueden bajar hasta el 20% (Yabuta, 2000). En bovinos, se ha encontrado que la raza Jersey es más tolerante al estrés calórico que la Holstein.
Trabajos realizados en los Estados Unidos, indican que las vacas Holstein y Jersey establecidas en lugares cálidos, expresan signos de estro tan sólo durante 12 a 13 horas, lo que significa una diferencia de 5 a 6 horas menos que la duración normal del estro de los animales de lugares templados (Yabuta, 2000).
Mazzucchelli y Tesouro en el 2000, indicaron que las vacas lecheras con capa negra absorben más calor de los rayos solares, que las vacas de capa blanca. Al respecto, se sabe que la temperatura ambiental a partir de la cual se ve afectada la eficiencia reproductiva de las vacas, es en un margen que va desde los 21.1ºC a los 32.2ºC, de tal manera que se ha indicado (Wolfenson et al., 1997), que las vacas necesitan ser enfriadas tanto como sea posible durante todo el verano, con el fin de elevar la fertilidad.
En otros estudios realizados en Florida, por Ambrose et al., (1999), demostraron que en verano con condiciones de calor y humedad, las tasas de preñez pueden bajar hasta un 10%.
La mejor forma de controlar los efectos del estrés calórico, son: 1).- modificación física del ambiente, 2).- mejoramiento genético a razas menos sensibles al estrés calórico y, 3).- buen manejo nutricional (Yabuta, 2000).
1.2. Nutricional
En 1998, Zapiola indicó, que en el ganado bovino, el estrés producido durante el transporte, tiene un efecto más perjudicial sobre la fisiología del animal que el estrés causado por la falta de alimentación y bebida, durante un lapso de igual duración, lo cual se debe a que el flujo sanguíneo es desviado, de los órganos internos, hacia los tejidos periféricos, en un intento por reducir la temperatura corporal, mediante un aumento en las pérdidas de calor. Este mecanismo ocasiona una disminución del riego sanguíneo, destinado a órganos internos, como el útero, los oviductos y los ovarios; la disminución del riego sanguíneo hacia estos órganos, implica también poca disponibilidad de nutrientes y por lo tanto, baja la capacidad funcional (Mazzucchelli y Tesouro, 2000).
Estudios realizados por Lee (1993), reflejaron que el cuerpo lúteo de hembras estresadas por nutrición, es menos pesado y también indicaron por medio de constituyentes químicos de los fluidos alantoideos, que los embriones de hembras mal alimentadas, se degeneran.
Las hembras consumen menos alimento durante las temporadas calientes, consecuentemente, puede existir insuficiencia de nutrientes disponibles, después de la producción de la leche y por lo tanto, los ovarios no funcionan durante las primeras 6 semanas de lactación (Varner, 1998).
La vitamina E, puede disminuir moderadamente, los efectos del estrés calórico, durante los meses calurosos, no necesariamente aumenta la fertilidad (Ealy et al., 1994). Un factor previsor, podría ser el suministro de alimentos adecuados en cantidad y calidad, los cuales tienen efectos directos sobre la reproducción, así como sobre las alteraciones provocadas por los efectos indirectos del estrés nutricional (Dobson et al., 2001).
1.3. Por manejo
Las interacciones entre empleados y animales, influyen en la respuesta del ganado al estrés conocido como de manejo (Dobson et al., 2001).
En el 2000, Mazzucchelli y Tesouro, indicaron que la forma de manejar al ganado, puede producir en los animales, un estrés por manejo innecesario, que puede repercutir en los mecanismos biológicos de la reproducción y de la reacción inmunitaria. Por otro lado, las picadas eléctricas, la inmovilización y otros factores de estrés por manejo, debilitan el funcionamiento reproductivo de las hembras.
Existen gran número de situaciones de manejo que pueden provocar estrés afectando seriamente al proceso reproductivo de las especies, tales como: la movilización excesiva de las hembras antes de ser inseminadas, el uso de perros agresivos en la separación o conducción de los animales, la movilización de los animales en la manga de manejo con diferentes fines, etc. (Varner,1998).
El momento en el que el estrés por manejo, representa mayores efectos perjudiciales sobre la reproducción, es justamente poco tiempo a la presentación de estros (Mazzucchelli y Tesouro, 2000).
El temperamento del ganado vacuno puede clasificarse de la manera siguiente: 1).- se queda quieto mientras está sujeto, 2).- está inquieto, 3).- sacude fuertemente la manga de manejo y 4).- sacude de manera violenta a la manga de manejo y trata de escapar. En términos generales, en los bovinos, los Bos indicus presentan un temperamento más agresivo y nervioso que los Bos taurus (Zapiola ,1998).
2. Recomendaciones para controlar el estrés
2.1. Por calor:
- Proporcionar un sistema de ventilación que controle la temperatura corporal.
- Implementar rociadores de agua.
- Protección de los animales contra las radiaciones solares, directa e indirecta, por medio de sombras o techos apropiados.
- Proporcionar sombra en comederos y bebederos, para aumentar el consumo de alimento en animales con estrés calórico.
- Disponer de pulverizadores de agua.
- Proporcionar a los animales, baños por aspersión, en las horas más calurosas del día.
- Tratar de tener animales con pelaje blanco, ya que son las que absorben más fácilmente el calor y por lo tanto son menos sensibles al estrés calórico.
- Desarrollar genética adaptada en los animales, ya que pueden ser menos sensibles al estrés calórico.
- Implantación de embriones congelados.
- Inseminar con semen congelado, en época menos calurosa.
2.2. Por alimentación:
- Balancear adecuadamente las dietas, proporcionando la energía necesaria, para compensar la disminución de ingesta que se presenta.
- Reducir la ingesta de fibra y aumentar la de proteína y energía.
2.3. Por manejo:
- Disponer de áreas libres y con sombra en la Unidad de Producción Animal.
- Proporcionar el área requerida por animal, para mayor confort.
- Bañar a las hembras, antes del servicio y los 3 a 5 días siguientes.
- Inseminar o dar servicio en periodos menos calurosos.
- Implementar programas de sincronización de estros, para programar las inseminaciones o servicios.
- No aislar a las hembras por mucho tiempo, antes de la inseminación artificial o servicio.
Bibliografía
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