Cada tanto se plantea en algunas empresas este dilema. Y a partir de responderlo es que pueden desencadenarse diferentes acciones o estrategias.
Pero el término no deja de ser subjetivo, es decir que tiene diferentes interpretaciones. La definición se refiere a “algo que puede ser realizado”. Los sinónimos, según el diccionario, serían posible, factible.
Pero en cada empresa puede tener diferentes significados. No deja de ser interesante plantearse si el tambo de tal empresa es factible, o por lo menos factible en las condiciones que viene operando, o si, habrá que hacer modificaciones que mejoren su situación, y que lo conviertan entonces en viable.
Generalmente viable se suele asumir como rentable. Es decir que un tambo viable es aquel que es rentable. Como contrapartida, si arroja pérdidas, pasa a ser inviable. Pero dado que el negocio del tambo no es cortoplacista, como la agricultura, sino que tiene otro horizonte, no es cosa fácil dictaminar si tal tambo es viable o no.
Cada empresa lo traduce como…
Tomemos casos concretos. Por ejemplo el de “Las Overas”, en el que conviven la agricultura y el tambo. En más de un ejercicio, fue la agricultura la que “salvó las papas” con el resultado obtenido. Y el hecho de que produzca maíz que luego es consumido por el tambo, y soja que luego es canjeado por extrusado de soja también ara el tambo, puede llevar a pensar que hay una actividad, la agricultura, que con sus buenos resultados está subsidiando a otra, el tambo, por lo menos en determinados ejercicios.
Ahora bien, por un lado sería interesante conocer el monto en cada ejercicio de ese “subsidio” de la agricultura al tambo, primer paso de todo análisis.
Lo segundo será, en función de la magnitud del subsidio, decidir los pasos a seguir.
Y aún contando con determinados datos, puede ocurrir que la decisión no sea la misma en todas las empresas. Porque puede ocurrir, como en el caso de “Las Overas”, que la decisión sea de todos modos continuar con el tambo, teniendo en cuenta que la apuesta de seguir ordeñando a largo plazo, que el flujo de ingresos mensuales que genera el tambo le da liquidez constante a la empresa, que abriendo el abanico de actividades se diversifican riesgos (poniendo, como se suele decir, los huevos en distintas canastas), que el transformar granos en leche puede ser más eficiente que venderlos, y que la posibilidad de canjear granos por suplementos tiene varias ventajas, entre ellas los menores gastos de comercialización y además el mayor porcentaje de iva a percibir, que con el crecimiento vegetativo del rodeo, va creciendo en forma automática el capital hacienda, e segundo en importancia luego de la tierra dentro del activo de la empresa. Y finalmente, que que los costos que implicará cerrar el tambo no son bajos, y generalmente mayores a los que se suele estimar.
Pero, aun así, puede que haya casos como “Los Chañares”, donde la premisa es continuar solamente con aquellas actividades que sean rentables, que se puedan autofinanciar. En un esquema de “compartimentos estancos” se asume que cada actividad representa una rama de producción, y que si tal rama no es rentable, no tiene por qué permanecer dentro del abanico de la empresa. Y es el concepto que suele aplicarse en muchas actividades no agropecuarias. Eso lleva a que se le haya puesto al tambo un plazo perentorio de que si no se modifican sus resultados, dejará de integrar el combo de actividades.
Pero quizás haya que tener en cuenta en este último caso que su tambo está generando pérdidas cuando en otras empresas ello no está ocurriendo. La pregunta entonces sería: ¿es que este tambo no es rentable por los factores desfavorables del mercado y la actividad en general, o en realidad, por la forma en que está produciendo? Y viene entonces la tarea de investigar en el desempeño de ESTE tambo, compararlo con otros en un mismo ejercicio, y comenzar a sacar conclusiones que puedan aclarar el panorama.
Puede darse incluso el caso de que las decisiones no pasen por los números sino por los cambios generacionales, en los que quienes que van llegando para tomar la posta en la dirección de la empresa, no estén interesados en dedicarse a gerenciar una actividad compleja como es la del tambo, o que tengan determinados prejuicios sobre la actividad, habiendo escuchado las quejas de sus mayores durante años…
En la subjetividad de cada empresa, en la que intervienen múltiples factores, puede ocurrir que lo que para algunos es un tambo inviable, para otros sea viable. Lo importante es poder fundamentar los argumentos de esa conclusión. Y recordar que no viene cada tanto volver a hacerse la pregunta, que lleva a un exhaustivo análisis de toda la empresa.
Lo importante es que no es recomendable tomar decisiones o golpes de timón a la ligera sino luego de haber llevado a cabo un meticuloso análisis de situación.
Medir las consecuencias a corto, mediano y largo plazo; poner todo en la balanza, tratando de ser lo más objetivo posible. Y recordar que es mucho más fácil salir del tambo que luego querer volver a ingresar…