Desde hace varios años, escribo artículos sobre el área económica de las empresas productoras de leche. Pero esta vez el motivo es otro, y aprovechando la llegada que tiene el portal de Engormix a miles de productores lecheros diseminados en una vasta región, quiero aprovechar la oportunidad para hacerles llegar algunas reflexiones sobre el mercado lechero en Argentina, mi país, pero sobre todo tener la devolución de todos ustedes respecto a lo que ocurre en el mercado lácteo en otros países. Es decir que se trata de generar un “ida y vuelta” , en el cual aparecerán seguramente similitudes pero también diferencias, algunas pequeñas, otras importantes, de las que creo que es importante tomar nota.
Siempre es importante ampliar el panorama de visión, tener otras opiniones, conocer lo que se hace en otros lugares, y de ese modo poder formarse una idea más acabada de las diferentes posibilidades que tiene de operar el sector lechero. De modo que espero que esta nota sirva como disparador para que todos aquellos que quieran participar, hagan llegar sus opiniones a partir de lo que expresan estas líneas.
La comercialización en el sector lácteo argentino tiene, para llamarlo de alguna manera “luces y sombras”. Entre las luces podríamos citar las normas de calidad, de alta exigencia en la mayoría de los volúmenes entregados, de modo de contar con leche de calidad ya desde el inicio de la cadena.
Pero también aparecen las sombras. Como toda cadena, la láctea está compuesta por “eslabones”: el primero de ellos los productores, y el último los consumidores. En el medio aparecen otros eslabones tales como la industria, el sector de venta al consumidor y el Estado.
Lo que siempre genera debate es la participación porcentual de cada eslabón en el precio final, el que paga el consumidor, también llamado “precio en góndola”. Ha habido muchas variaciones a lo largo del tiempo, con épocas pico, en que el productor llegó a cobrar algo más del 30% del precio final, pero también otras, no muy lejanas, en que su porcentaje de participación cayó al 18%. Eso habla de una gran volatilidad lo cual para toda empresa tambera genera grandes altibajos.
Algunos hablan que el promedio histórico en Argentina se ubicaría entre el 28 y el 30 % del precio final. La pregunta es entonces: ¿qué viene sucediendo en otros países?
Porque, por ejemplo, en los momentos en que la participación del productor sobre el precio final desciende, eso está indicando que hay otro/s eslabón/es en la cadena, que están “capturando” por así decirlo, esa diferencia. Haciendo alusión al principio de la física "nada se pierde, todo se transforma”. Es decir que lo que deja de ganar uno, lo pasa/n a ganar otro/s, así de simple.
Y ya que la cadena láctea tiene tan pocos eslabones, no hay mucho misterio dónde puede estar la respuesta: ¿en el sector industrial?, ¿en el sector comercial?, (en el cual los supermercados juegan un rol destacado), ¿en el Estado, a través de la parte impositiva? Y al no ser excluyentes, puede que haya varios de estos 3 eslabones que están captando la baja en la participación del productor.
Llegado a este punto, comienzan las recriminaciones y acusaciones mutuas de estos sectores, lo que me hace recordar al Juego del gran bonete con la consabida pregunta: ¿Yo señor? ¡No señor! A lo que se responde: Pues entonces ¿quién lo tiene? Y la conocida respuesta final: “el Gran Bonete!” (es decir nadie en concreto).
Otro punto a considerar, relacionado con la situación de la cadena láctea argentina es la alta informalidad que hay, es decir empresas que, al margen de las disposiciones impositivas, procesan leche, como se suele decir “comprada en negro”. ¿Sucede esto también en otros países? Y en ese caso, en qué proporción?
Para agregar, se suele hablar de que pocas empresas compran la mayoría de la leche en nuestro país, lo cual genera una concentración de la demanda, lo cual la resta transparencia al mercado. Se suele decir entonces, aunque muy poco es lo que se puede aportar a modo de pruebas, que existe una “cartelización” de la demanda, en la cual, los mayores compradores se ponen de acuerdo para poner topes de precios a pagar a los productores. Esta concentración de la demanda, ¿sucede también en otros países?
A seguir: el tema de la atomización que hay en cantidad de organismos que representan a los productores de leche. Algunos hablan de hasta 16 organismos… Ello conlleva una reducción importante en el poder de negociación a la hora de discutir el precio a recibir. De nuevo, la pregunta: en otros países, ¿está tan atomizada la representatividad de los productores?
No quiero olvidarme del hecho que el productor suele entregar su producción a lo que podemos denominar “precio abierto”, o directamente, sin precio. Es decir que, a diferencia de lo que ocurre en otros mercados, el de los granos por ejemplo, en el cual el productor vende por ejemplo su soja ha habiendo pactado previamente el precio, en este caso entrega su leche desconociendo el precio, y en muchos casos el plazo de pago, que puede modificarse sin aviso previo. Y en contexto como el argentino, históricamente afectado por la inflación, puede ser algo muy perjudicial para los tamberos, además de todos los problemas que genera en la cadena de pagos en ellas. De nuevo la pregunta: ¿y cómo es en otros países?
Para agregarle otro factor de imprevisibilidad, el compromiso de compra de leche por parte de una empresa es siempre informal, sin que exista contrato alguno, que considere el volumen a comprar, el período de tiempo de dicha compra, y menos, como decíamos, el precio a abonar ni los plazos establecidos. Suelen ser decisiones tomadas unilateralmente por las industrias, que a veces reducen la cantidad de entrega, y en otras directamente dejan de recibir. Pregunto: ¿existen contratos de compra de leche por allá?
Todo parece tener entonces como guía aquel viejo axioma que dice: “cuando la leche escasea, entonces vale. Pero cuando abunda, se derrumba indefectiblemente su precio”. En un ciclo de altos y bajos que se vuelve a repetir una otra vez con el tiempo. Alguno podrá argumentar: la oferta y la demanda hacen todo. Pero creo que hay mucho más para tener en cuenta, especialmente cuando el eslabón más castigado, el del productor, es precisamente sobre el que descansa todo el resto de la cadena...
Dejo abierto el juego entonces a todos quienes quieran hacer su aporte. ¡Será bienvenido!