Un sector…cientos de sistemas
El sector es uno, es cierto. Pero en él conviven cientos de sistemas. Y miles situaciones, ya que como se suele decir, cada empresa es un mundo…
Alguien hace un tiempo tuvo la feliz idea, seguramente luego de haber estudiado al sector, de hacer una categorización, que puede tener sus falencias u omisiones, pero que es un primer paso. Dividió a los tambos en las siguientes categorías:
- Monotambos en campo alquilado.
- Monotambos en campo propio.
- Tambos con agricultura.
- Tambos de quienes no viven del tambo.
Porque hoy coexisten, en el mismo país, incluso en la misma región, desde aquellos tambos que están en una situación crítica, pasando por muchas situaciones intermedias, hasta llegar, en el otro extremo, a los que siguen haciendo inversiones, modernizándose, incorporando robots, como si para ellos no hubiera crisis.
Pero entonces, la primera conclusión, es que no se puede hablar de un solo y único sector tambero, sino que evidentemente hay diferentes (y muy diferentes) realidades…De modo que generalizar puede ser pasar por alto muy diferentes situaciones en las que están las empresas.
Y todavía queda mucho por desglosar…
Porque después de comenzar a clasificar las empresas, viene inexorablemente la pregunta: ¿por qué hay realidades tan diferentes?
Y aparece una multitud de variables que pueden estar influyendo. Por supuesto que si hablamos de monotambos, es decir aquellas empresas que solamente se dedican a la producción de leche, se encuentran en inferioridad de condiciones con respecto a aquellas otras que además tienen agricultura.
Ahora bien, el hecho que tengan agricultura, puede decirse que es una condición necesaria (pero no suficiente) para garantizar que el negocio esté en mejores condiciones que el monotambo, por la diversificación de actividades, la posibilidad de tener ingresos por venta de granos, la de poder realizar contratos de canje por determinados suplementos (especialmente por el tantas veces inalcanzable extrusado de soja!). Pueden tener la posibilidad entonces de autoabastecerse, con lo cual se reduce significativamente el principal rubro de costos, que es la alimentación.
Es decir que cuanto mayor es la superficie dedicada a la agricultura de cosecha eso genera mayores posibilidades de lograr el autoabastecimiento de alimentos. Sea en forma directa (por ejemplo a través de la producción de maíz), o en forma indirecta, como mencionamos antes, a través de las diversas alternativas de canje
Porque una cosa es monotambo en tierra propia, y otra es una empresa mixta, es decir con agricultura, pero en campo alquilado…Están todos los grises en el medio, en el caso aquellas empresas que alquilan parte de la superficie que explotan y no la totalidad. De modo que entra allí a jugar otra variable. Y para Agregarle complejidad, el valor del arrendamiento no es un único valor sino que hay importantes variaciones según la zona y el tipo de campo…Una situación es pagar un arrendamiento de 12 quintales de soja, y otra, muy diferente, es que en otra zona, de mayor aptitud, ese valor se eleve a 20 quintales...o incluso más…
Y a no olvidarse de los retiros empresariales
Pero además ¿no cabría poner sobre la mesa otros parámetros que pueden mover la aguja del negocio? Por ejemplo el tema tabú de los retiros, de los que tan poco se habla, pero que tienen un efecto decisivo en la situación de la empresa. Están todos los grises, respecto al tamaño del tambo por un lado, y del otro el tamaño de la familia que retira de ese campo. Hasta podría decirse que la situación financiera del campó puede ser inversamente proporcional a la cantidad de socios (hermanos, padres, entre otros) que cuentan con ese retiro para su presupuesto, no ya anual, sino mensual.
Se da la situación particular en las empresas agropecuarias, que se van haciendo retiros “a cuenta del resultado a obtener”. Ahora, cuando la suma de los retiros durante todo el ejercicio supera el resultado obtenido, vienen las preguntas: ¿descontar esos retiros excedentes en el siguiente ejercicio? (algo que pocas veces se puede lograr, porque lo ya entregado, repartido, entregado está, y no hay vuelta atrás).
Menos aun entonces poder contar con un aporte de los socios, es decir que además de no retirar, deben aportar a la empresa, para que cierren las cuentas. Y siguen entonces otras preguntas: ¿hasta cuándo debemos aportar? ¿y cuánto debería ser? ¿Se nos devolverán esos aportes en algún momento? ¿De qué forma? ¿Cuándo? ¿Y en qué moneda o a qué tasa de interés?
Como vemos, en estos casos, las cuestiones a resolver y dejar bien aclaradas (y preferentemente por escrito porque a las palabras se las lleva el viento) no son pocas, y suelen provocar discusiones y rispideces.
Llegando a situaciones (que no son pocas) en las que están aquellas empresas que directamente no pueden cubrir los requerimientos de retiros que necesitan el o de los socios. Empiezan a flotar entonces preguntas que encienden la luz amarilla: vender vacas y vaquillonas, reducir el tambo para poder generar dinero a repartir? ¿Tomar (o aumentar) deuda bancaria (a qué tasas…)? Lo cual, finalmente, aunque en forma indirecta, irá a financiar los retiros de socios (aunque muchas veces se prefiera creer que es para desenvolvimiento del tambo, cuando en realidad no termina siendo ese el objetivo real…)
En el otro extremo están aquellas empresas en las que, por las diversas razones que puede haber, no dependen de lo que pueda generar el tambo (aunque resulte difícil de creer o cueste averiguarlo).
Es decir, ahí aparece el caso de quienes no viven del tambo (que suelen ser la excepción más que la regla, pero al fin y al cabo están dentro del sector, y en muchos casos de tamaño importante).
Cada empresa…un mundo
Y para aumentar la complejidad de situaciones, también hay que considerar la situación financiera de CADA empresa. Porque en Don Ricardo, la deuda “fotografiada” a fin del último ejercicio, rondaba el equivalente a 2 liquidaciones de leche, tomando la leche de junio. Mientras que en Los Horneros, la deuda ya estaba en el equivalente a 3,5 liquidaciones de leche, y el semáforo parecía pasar de amarillo a rojo….
Pero incluso puede ocurrir que dos empresa, A y B, tengan un pasivo a cierre de 2 liquidaciones en ambos casos. Pero hay una gran diferencia, cuando se investigan un poco más los datos: la empresa A viene de haber bajado su deuda hace un año de 2,7 liquidaciones a 2. Mientras que la empresa B, pasó de 1,5 liquidaciones de deuda a fin del ejercicio pasado, a dos en este…Esas dos evoluciones marcan entonces caminos muy diferentes.
Y es solo un ejemplo de tantos otros, cientos, que hay en el sector.
No se debería hacer referencia generalizada a un solo y único sector tambero, sino que evidentemente hay diferentes (y muy diferentes) realidades
En síntesis
Como vemos, dentro de un mismo sector productivo, en este caso el tambero, coexisten muchas y diversas realidades; se podría decir incluso tantas como empresas productoras de leche hay.
De modo que la generalización del sector tambero como algo único en realidad no es lo más apropiado, porque no contempla toda esa diversidad de situaciones: desde el monotambo en campo alquilado 100 %, con altos retiros empresariales, y deuda importante (lo cual configuraría una “tormenta perfecta”).
Hasta aquella empresa que cuenta con campo propio, que además hace agricultura, y en la cual su o sus propietarios no viven (parcial o totalmente) del campo.
Evidentemente están a años luz de distancia en sus realidades, aún suponiendo que cobraran el mismo valor por el litro de leche…