La decisión a tomar en ambos casos impacta la economía de la empresa lechera; no obstante, poca atención se le pone muchas veces.
Los estadounidenses tienen un adagio que dice “Time is money”, que traducido al castellano, y aplicado al ámbito de la crianza de vaquillas lecheras, significa: “El tiempo es dinero”; y en tratándose de las vaquillas, dinero, mucho dinero cuesta que éstas no hagan su primer parto entre los 22 y 24 meses de edad en Holstein o 22 y 23 meses en Jersey. Asimismo, no menos dinero cuesta, el no tener un criterio definido de hasta cuántas dosis de semen gastar, para intentar el preñar una vaquilla.
En nuestra práctica profesional, cuando auditamos cuál es el estatus actual en una lechería, sobre las edades que registran las vaquillas al primer parto, regularmente hallamos que las evaluaciones se hacen con base en el promedio de edad; pero no se toma en cuenta la distribución, o la variación, entre vaquillas individuales, en torno al promedio. En muchos sistemas de crianza, infortunadamente, una alta proporción (o porcentaje de vaquillas) quedan gestantes muy tardíamente y, en consecuencia, consignan una inaceptable edad (muy viejas) al primer parto; ajeno al hecho de que el promedio de edad se encuentra en, o muy cerca de, la meta de los 22 a 24 meses de edad. Por de pronto doy por descontado que estaremos de acuerdo, estimadas lectoras y lectores, en que lo más redituable en la crianza de reemplazos lecheros, es que las vaquillas paran por primera vez entre los 22 y 24 meses de edad.
Considero, pues, que no sale sobrando que recalque algunas ventajas derivadas del cumplimiento de tal criterio, y seguidamente se anotan:
- Una pronta recuperación de la inversión hecha en la crianza de una vaquilla.
- Maximización del volumen de leche obtenido en la vida productiva de la vaca.
- Reducción del número de animales (becerras y vaquillas) en el hato de reposición.
A modo de explicitar mejor, me permitiré dar un ejemplo sobre el ùltimo punto.
Pensemos en lo que pasa en un hato de 1,000 vacas, que tiene un porcentaje de descarte (desecho) anual de un 35%. De entrada, para reemplazar los 350 desechos anuales se deberìa contar con:
350 reemplazos entre 1 y 365 días de edad, y
350 reemplazos entre 366 y 730 días de edad (2 años), es decir: Un total de 700 reemplazos. Pero si la mortalidad fuese de un 10 %, se tendrían entonces, 770 reemplazos lecheros.
Cobra importancia subrayar que este cálculo considera una edad al parto de 24 meses; mas por cada mes que se alargue el primer parto, de los 24 meses, habrá que añadirse un 4.16 %, cifra que resulta de la división de 1/ 24 = 4.16 %
Entonces, si el promedio del hato fuese de 28 meses al primer parto, la cifra
se incrementaría a: 4.16 % por 4 = 16.6 %, que multiplicado por 770 nos da 897 reemplazos, o sea (897 – 770) 127 reemplazos de más---con el costo inherente de su mantenimiento---.
Huelga decir, por otra parte, que las vaquillas envejecidas propenden a sobre-acondicionarse, lo cual, como se sabe, puede resultar en partos distócicos (por exceso de grasa en el canal pélvico); problemas metabólicos, y morbilidad y/o mortalidad en las vaquillas y en sus crías.
Ahora bien, habremos de reconocer que el fundamento de cuándo dar un primer servicio de inseminación a las vaquillas--- sea por monta natural o inseminación artificial--- se asocia estrechamente con cuándo principia “la vida reproductiva del animal”, esto es, “su pubertad”; cuando la evidencia clara del arranque de esta pubertad es, justamente, la consignación del primer celo (aunque dicho sea de paso, a veces se dan ovulaciones sin manifestación de estro), lo cual debería se apuntado.
También entenderemos, seguramente, que la pubertad en el bovino se subordina a su desarrollo (no a su edad) y éste, a su vez, es producto de la genética (especie y/o raza) y del predeterminismo ambiental (nutrición, bioseguridad, confort, etc.). Sin embargo, es justo apuntar, que para el caso de las becerras lecheras---en las buenas condiciones de manejo y nutrición actuales---, me atrevo a aseverar que la presentación de la pubertad en las becerras, puede fluctuar entre los 7 y 9 meses de edad.
No obstante, la práctica zootéctnica moderna se apega a algunas directrices de manejo (buscando mayor productividad) para servir por vez primera a una vaquilla, a saber:
- El cumplimiento de por lo menos del 55 al 60 % del peso adulto de las vacas (peso promedio de las vacas de 3 partos), y que midan en la cruz entre 122 (Jersey) a 129 centímetros (Holstein).
- Que las vaquillas hayan llegado a una edad de por lo menos 13 meses (tras haber tenido por lo menos 4 o 5 celos).
- Combinación de las dos anteriores.
¿Y cuál de estas directrices seguir?
El Dr. Patrick Hoffman en un artículo (septiembre 10 de 2014) publicado en el Hoard´s Dairyman, hace una magnífica discusión sobre este tema, y a continuación tratarè de recapitular algunas conclusiones de interés, para ayudar a dilucidar la pregunta del encabezado.
- La práctica adoptada de inseminar las vaquillas con base en el peso se considera un estándar universal.
- Dicha práctica presupone que con su aplicación se asegura un peso corporal adecuado en el primer parto.
- Sin embargo, añade Hoffman, cuando en las lecherías se sujetan a este único criterio (el de peso corporal) se dan demoras en el primer servicio de inseminación.
- Que cuando se toma base—para inseminar--- que las vaquillas alcancen un 60 % del peso adulto (398 Kgs. en Holstein), las que cuentan con mayor talla, por genética, serán elegibles para inseminación antes que las de talla pequeña.
- Que existe margen de error en el peso del animal por la presencia o ausencia de ingesta en éste, y
- Los errores al pesar, sea con báscula o con cinta.
- Que el peso considerado para inseminar las vaquillas, no está absolutamente relacionado con el peso que tendrán éstas al momento del parto, ya que el peso solamente representa el 30 % de la variación del mismo.
- Que cuando se ha tomado la edad como criterio de inseminación, y en el primer celo tras los 13 meses de edad se inseminan las vaquillas de un peso adecuado (con variación normal), no se han visto efectos apreciables negativos en el número de servicios por concepción, peso a la concepción o largo de la gestación.
- Y que en las vaquillas inseminadas por edad (a los 13 meses) la tendencia es de concebir a edad más temprana, al compararlas con las vaquillas servidas por peso corporal. Asimismo, que la edad no tuvo efecto sobre el peso al parto, y que no se reportaron diferencias en producción de leche en la primera lactancia, ni en el contenido de grasa y proteína.
- Que inseminar por edad reduce la variación de edad y de peso al momento del parto.
- En suma, se concluye de estas evaluaciones (con lo que yo concuerdo), que en tanto el tamaño de las vaquillas sea el adecuado (dentro de una variación normal), hace poca diferencia que las vaquillas se inseminen por peso o por edad.
¿Y cuándo dejar de inseminar las vaquillas por ser incosteable?
Permítanme que trate de explicar, y de contestar, con apego a la fisiología reproductiva de las vaquillas. Si se tomara como criterio principiar a inseminar a los 12.5 meses de edad; se fijara como meta que el primer parto se diese entre los 22 y 24 meses; y si consideráramos ciclos estruales de 21 días, se podría visualizar lo que aparece en la tabla siguiente.
¿Que se puede desprender, y discutir, del análisis de estos números?
En mi opinión puedo concluir que:
- Las vaquillas inseminadas a los 12.5 meses tendrían su parto a una edad muy temprana, antes de los 22 meses. Y asegurar que su desarrollo esquelético (léase área pélvica) esté aparejado al tamaño de su cría, no es muy seguro: con el consecuente riesgo de partos distócicos con sus secuelas negativas consecuentes.
- Tal situación se vería aún más comprometida, si la fertilidad del hato lechero fuese excelente, esto es, una Tasa de Preñez (% de detección de celos por % de concepción) de entre 40 al 56 %, usando semen sexado o convencional, respectivamente.
- Que al inseminar a los 13 meses, una vaquilla tiene oportunidad a recibir hasta 4 servicios, y parir en el rango de los 22 a los 24 meses de edad. Empero, es imperativo llamar la atención sobre el hecho que cuando una vaquilla acumula 3 servicios sin preñarse, una cuarta inseminación habría de ser avalada por su Médico Veterinario, porque podría caer la vaquilla en la categorìa de lo que en vacas se le denomina “Vacas Repetidoras”.
Como cierre a esta contribución quiero recalcar la aseveraciòn con la que abrì la misma: Que tanto la decisiòn de cuàndo dar una primera inseminaciòn a las vaquillas, cuanto cuàndo decidir ya no inseminarlas, tienen un impacto econòmico en su empresa lechera: Ustedes tienen el poder de decisiòn.
Bibliografìa consultada
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- Chester-Jones,H.and Jim Linn.2006.Effect of nutrition and management of dairy heifers on tesultant cow longevity. University of Minnesota. Extension service.
- Heinrichs, J. et al. 2005. A prospective study of calf factors affecting age, body, size, and body condition at first calving of Holstein dairy heifers. J. Dairy Sci. 88: 2828-2830.
- Heinrichs, J. and Coleen Jones. 2013. Age at calving is on the descent. Hoard`s Dairyman. April 25, 2013.
- Hoffman Patrick. 2014. Build better heifer breeding criteria. Hoard`s dairyman. September 10, 2014.
- Kamal, M.M. et al.2014. Age at calving in heifers and level of milk production during gestation in cows are associated with the birth size of Holstein calves. J. Dairy Sci. 97:5448-5498.
- Meyer, M.J. et al. 2004. Reduced age at first calving: Effects on lifetime production, longevity, and profitability. Proc. Arizona Dairy Production Conference, November 4, Sheraton Phoenix Airport Hotel, Tempe, AZ.
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- Wathes, D.C. et al. 2008.Factors influencing heifers survival and fertility on commercial dairy farms. http://dx.doi.org/10.1017/S1751731108002322
Pubicado originalmente en boletìn de ABS Mèxico