La preocupante situación agropecuaria, a causa de la sequía de los últimos años, hace necesario efectuar ajustes en el sistema de producción animal, unos de sus pilares, la sanidad, es muchas veces relegada por parte del productor pecuario.
A pesar de ello es necesario resaltar que dentro de las medidas de manejo para palear la actual crisis, resulta imprescindible cumplir estrictamente con un correcto calendario sanitario, evitando así cuantiosas pérdidas por mortandad de animales, gastos en tratamientos y disminución de todos los índices productivos.
Las condiciones climáticas de los últimos años, caracterizadas por la prolongada sequía, ocasionaron un incremento de los índices de mortandad en los rodeos, debido a inanición y/o deshidratación severa, como así también por la ingesta de plantas toxicas y aguas poco salubres. La sequía también provocó la disminución de la producción anual de pasto de nuestros campos naturales en un 50 % respecto al promedio histórico, esto trae aparejado un estrés nutricional e inmunológico en los animales, dejándolos vulnerables a padecer numerosas patologías.
Las lluvias desatadas a principio del mes de marzo contribuyeron a mejorar un poco la crítica situación, pero paradójicamente favorecieron una mayor circulación de agentes patógenos como virus, parásitos, bacterias, riketsias, y hongos.
Teniendo en cuenta la epidemiología de las enfermedades más importantes de nuestra región, los brotes más graves se producen en los veranos secos, después de copiosas lluvias que, por arrastre, diseminan esporas bacterianas (carbunclo, botulismo y otras enfermedades clostritidiales) y larvas parasitarias que contaminan los pastos.
Por otro lado, el hacinamiento de animales en los engordes a corral, acrecienta la circulación de microorganismos facilitando en gran medida, la transmisión de enfermedades tales como la coccidiodis y la leptospirosis bovina (alta humedad y acumulación de materia fecal y orina en el suelo).
No es menos grave la situación de los campos ubicados en zona con garrapatas, que debido a la prolongada sequía disminuyeron sus poblaciones, creando las llamadas zonas de inestabilidad enzoótica, y por acción de las recientes lluvias (elevada humedad que favorece el desarrollo de larvas) están con un alto riesgo de padecer brotes del complejo tristeza bovina (babesiosis y anaplasmosis).
Las precipitaciones sumadas a las altas temperaturas también favorecen la proliferación diferentes tipos de dípteros perjudiciales para el ganado bovino como es el caso de: mosca de los cuernos, mosca de los establos, moscas productoras de miasis (bicheras) y tábanos que, para empeorar la situación, también actúan como vectores en la transmisión de anaplasmosis bovina.
La situación actual, nos encuentra por un lado con animales con un historial de restricciones alimentarias severas que indudablemente deterioraron fuertemente su sistema inmunológico y por otro, con un cuantioso número de microorganismos patógenos y de sus vectores en el medio ambiente, los cuales pueden provocar enormes quebrantos en los rodeos del NEA.
Para minimizar las perdidas ocasionadas por estas patologías, el grupo de sanidad animal de la EEA-INTA Mercedes desarrolló desde hace tiempo, un completo calendario sanitario que engloba medidas de prevención y control para las diferentes enfermedades que fueron y son responsables de grandes mortandades de animales en nuestra región.
En la actualidad hay vacunas disponibles para la prevención de casi la totalidad de las dichas enfermedades, como así también existen efectivas drogas antiparasitarias para prevenir y controlar las múltiples expresiones del parasitismo.