Introducción.
A pesar de que la calidad nutritiva de las gramíneas forrajeras dominantes en los pastizales nativos del trópico, es relativamente modesta y los volúmenes de producción son bajos y estacionales, es necesario reponer la extracción de elementos nutritivos que realizan del suelo, ya que la fertilidad del mismo es un recurso no renovable.
En la explotación de forrajeras de forma intensiva, el costo más elevado de mantenimiento está representado por la fertilización química que se debe aplicar a las pasturas o especies de corte. Las cantidades de elementos minerales que requieren las gramíneas bajo pastoreo, son menores en comparación con las que requieren las forrajeras de corte. En pastoreo se produce hasta un 40 por ciento menos en comparación con los volúmenes que reportan las especies de corte, como consecuencia de la duración del periodo de recuperación y el tipo de crecimiento.
EI suelo constituye un depósito no renovable de elementos mayores y menores que son aportados por la roca madre, los cuales son aprovechados por las forrajeras mediante la extracción que hacen a través del sistema radicular. El equilibrio de la fertilidad de un suelo debe mantenerse mediante el reciclaje de elementos minerales provenientes de fuentes externas.
Es importante mencionar entre las fuentes de reciclaje de minerales hacia el suelo, el contenido que tiene la materia orgánica aportada por el material muerto del follaje y raíces de las plantas forrajeras, el cual sufre un proceso de descomposición donde intervienen los microorganismos del suelo. También existen los minerales eliminados en el estiércol, los cuales no han sido absorbidos por el organismo animal y que después de sufrir un proceso de fermentación, adquieren condición inorgánica y solubilidad, para ser absorbidos rápidamente por las raíces de las plantas.
Finalmente, tiene mucha importancia el reciclaje del nitrógeno eliminado en la orina, los minerales que aportan los microorganismos e insectos que mueren y se incorporan al suelo, así como el contenido de minerales que tiene el estiércol recolectado en los establos y sometido a un proceso de fermentación, para posteriormente ser aplicado como abono orgánico a las áreas de pastoreo y corte.
Cerca del 80 por ciento del nitrógeno, fósforo, potasio y calcio que contiene el forraje que consumen los animales, son devueltos al suelo como parte de las heces y orina. Una vaca adulta de 400 kg de peso vivo se estima que elimina diariamente en promedio de 26 kg/día de heces fresca y 10 litros de orina.
Las excretas eliminadas anualmente por un bovino adulto manejado en pastoreo, contienen aproximadamente de 60 kg de nitrógeno, 5 kg de fósforo y 50 kg de potasio. Esta cantidad considerable de elementos minerales devueltos al suelo, indica que las pasturas manejadas de manera intensiva, requieren de una menor cantidad de fertilizantes químicos.
Fertilización con abonos orgánicos en pasturas.
Si bien las excretas y otros desechos orgánicos frescos y/o líquidos se pueden aplicar como abono orgánico, su aprovechamiento por las plantas es muy limitado, puesto que sus minerales están presentes en forma orgánica y son de baja solubilidad. Esto evita su lavado a través del suelo e impide la eutrofización de las aguas subterráneas.
EI uso de excretas animales fermentadas o previamente composteadas como abono orgánico, se justifica cuando su recolección en fresco resulta práctica y económica, empleando equipo apropiado, de bajo costo y fácil manejo. De igual forma, cuando pueden emplearse sistemas de riego por gravedad, mediante los cuales las excretas animales son distribuidas uniformemente en las pasturas, usando como vehículo el agua.
Las excretas animales no se deben utilizar frescas por la alta temperatura que se genera debido al proceso de fermentación, deberán tratarse y almacenarse apropiadamente bajo techo y sobre piso de cemento, para evitar las pérdidas que causan el lavado por la Iluvia, el drenado y la volatilización del amonio y metano. Para reducir estas pérdidas se utiliza superfosfato simple o triple a razón de 5 kg/m3 de excretas frescas, como absorbente del amoníaco.
Teóricamente si las excretas animales son distribuidas de manera uniforme y fraccionada sobre las pasturas, la fertilización química podría reducirse hasta en un 80 por ciento del requerimiento óptimo. Sin embargo, aún bajo las condiciones climáticas tropicales y de manejo más propicias, al menos la mitad de los elementos minerales contenidos en las excretas, se pierde por causas de volatilización y lavado.
Al realizar abonamiento orgánico con excretas, es indispensable hacerlo al momento de iniciar el periodo de descanso de la pastura dentro del programa de rotación, esto permite que se mezcle con el agua Iluvia, que servirá de vehículo para que las plantas puedan absorber los minerales, porque de lo contrario el ganado rechaza el forraje al reiniciar el pastoreo de la pradera. La producción de abonos orgánicos se puede lograr con la captación, acumulación y procesamiento de las excretas en los establos, los corrales propios de manejo y alojamiento animal o comprar abonos orgánicos comerciales, cuidando que la relación carbono-nitrógeno no sea mayor de 20:1, con el fin de lograr el máximo aprovechamiento del nitrógeno por las plantas.
Pérdida de minerales en el suelo.
Una cantidad variable de minerales, dependiendo de la textura y estructura del suelo, la precipitación y de la radiación solar, se pierden por lavado o lixiviación, fijación por arcillas del suelo, erosiones hídrica y eólica laminares, así como por volatilización. En el caso específico del nitrógeno aplicado, una parte de éste se disuelve en el agua contenida en el suelo y se puede perder por lavado hacia capas profundas del suelo, donde los nitratos pueden contaminar fuentes de agua subterránea, porque no alcanzan a ser absorbidos por las raíces de las plantas, pero también se puede volatilizar hacia la atmósfera.
La quema, tradicionalmente utilizada por los productores como una herramienta de manejo de pasturas dentro de los sistemas extensivos de producción ganadera en el trópico, provoca la volatilización de cantidades variables de nitrógeno, azufre y selenio hacia la atmósfera y la combustión reduce significativamente el contenido de materia orgánica del suelo.