Para la mayoría de los productores la pérdida de condición corporal al inicio de la lactancia de la vaca alto-productiva, y las consecuencias que ello implica, constituyen un reto nutricional. Lograr mayores y sostenidos rendimientos lecheros implica cambiar la relación forraje: concentrado. De dietas eminentemente forrajeras, que permiten producciones de hasta 15 Kg. de leche por día, en la actualidad se emplean raciones prácticamente concentradas para abastecer mayor cantidad de energía metabolizable por Kg. de alimento o tenores más altos de proteínas con proporciones más adecuadas de aminoácidos.
El alto potencial de producción no siempre se aprovecha, ya que se asocia a un máximo requerimiento de nutrientes en un momento en que se da una considerable depresión del apetito por el estrés post-parto. La vaca responde a esta situación empleando sus reservas corporales, provocándose una pérdida de peso; pero, una excesiva pérdida de peso en vacas de alta producción conduce a una reducción en la tasa de fertilidad y genera disturbios de tipo metabólico (cetosis).
Resulta evidente que se necesita de un mayor abastecimiento energético. En forma simplista podría pensarse que para aportar más energía bastaría con incrementar el nivel de grasas y aceites sin tener en cuenta otra consideración; pero, lamentablemente, el alto contenido de aceites (insaturados) y grasas (saturadas) resulta contraproducente e interfiere en la fermentación ruminal y aprovechamiento de la fibra, deprimiendo, de paso, la producción de grasa láctea. Por esto, algunas raciones de alta energía en “el papel” fallan en su “promesa” en términos de rendimiento. Así, se originaron las grasas inertes, también denominadas rumen-protegidas, sobrepasantes o by-pass; las que fueron diseñadas para evitar esta sobreestimación calórica y la interferencia con la fermentación ruminal.
Cabe preguntarse, entonces, ¿Podrá la grasa protegida (Jabones cálcicos) mejorar la condición corporal de las vacas lecheras y tendrá efecto positivo sobre el rendimiento lactacional?
Para tratar de responder a esta interrogante se planteó la ejecución del presente trabajo de investigación, cuyos objetivos fueron:
1° Elevar el rendimiento de las vacas lecheras (Kg. de leche, porcentaje de grasa, conversión alimenticia, mérito económico) que reciben grasa sobrepasante en su dieta.
2° Mejorar la condición corporal de las vacas que reciben grasa sobrepasante en su dieta.
REVISIÓN DE LITERATURA Las grasas suplementarias se han transformado en una parte integral de la ración del ganado lechero, especialmente durante la primera etapa de la lactancia, cuando la vaca está en una situación deficitaria de energía. Entre los beneficios de su empleo se incluyen: 1) incrementar la densidad de la energía de la dieta mientras se mantiene el apropiado balance forraje : concentrado. 2) reducir la tasa y la prolongación de la pérdida de energía corporal, la cual, si es excesiva, determina una disminución del rendimiento de leche por lactancia, problemas reproductivos (concepción retardada) y potenciales problemas metabólicos (hígado graso y cetosis), y 3) disminuir la carga de calor en el organismo durante el clima caliente y húmedo y permitiendo, por lo tanto, consumos mayores de materia seca.
Entre las cualidades que deben reunir los tipos de grasa a usar se mencionan: inerte en el rumen, gustoso, altamente digestible, alto en energía neta, económico, fácil de manejar e incorporar a la ración (WILSON, 1992). La protección de la grasa permite inclusiones muy superiores, de hasta 130 g/ Kg. de materia seca, con un incremento continuado en la producción de leche (CHAMBERLAIN y WILKINSON, 2002).
Puede suministrarse una fuente de grasa inerte (o protegida) por encima del nivel máximo de grasa activa, debido a que tiene un efecto reducido sobre la función ruminal. Las grasas inertes se describen como aquellas protegidas del efecto de los microorganismos del rumen y que estos están protegidos de los efectos de la grasa (EDWARDS, 1994).
A pesar que la técnica para proteger los lípidos de la ración se ha desarrollado para intentar reducir la hidrogenación de los ácidos grasos en el rumen, también se ha encontrado que es efectiva para reducir los efectos perjudiciales de la adición de lípidos libres, usados como suplemento, sobre la fermentación en el rumen. Como consecuencia de esto, es posible lograr consumos mucho mayores de lípidos suministrados como suplemento cuando son dados en forma protegida. Se determinó que el suministro de suplementos de sebo protegidos, en proporciones de hasta 30 – 40% en los concentrados, tuvo pequeños efectos sobre la producción de leche; pero, la producción y contenido graso de la leche fueron incrementados. Una indicación, aún más importante, del valor de los lípidos protegidos fue la demostración de que el sebo protegido previno completamente la severa disminución de la grasa de la leche causada por la alimentación con raciones con baja cantidad de forraje. La importancia de esta observación radica no solamente en sus implicaciones prácticas, sino también en que muestra que la glándula mamaria de vacas que consumen dietas con poco forraje es capaz de producir leche con un contenido normal de grasa, a pesar de una elevada proporción de ácido propiónico en el rumen siempre que el suplemento de ácidos grasos de cadena más larga desde el intestino sea suficiente (OLDHAM y SUTTON, 1992).
Se menciona que es frecuente observar en el mercado términos como “grasa de paso” y “protegida del rumen”; se indica que ambos son inapropiados debido a que (1) la grasa suplementaria no sobrepasa el rumen, y (2) ninguna de las grasas comercialmente elaboradas esta verdaderamente protegida de la acción de los microbios del rumen. Lo que es deseable de un suplemento de grasa es que no interfiera con el proceso normal de digestión que se da en el rumen por parte de los microorganismos. Se reconocen los siguientes tipos de grasas inertes: (1) Grasa recubierta con proteína, (2) Ácidos grasos enfriados mediante pulverización, (3) Manteniendo relativamente baja la proporción de ácidos grasos insaturados o hidrogenando el sebo; sin embargo, la saturación completa de la grasa por la hidrogenación puede disminuir drásticamente su digestibilidad, (4) la protección natural proporcionada en las semillas intactas, tales como la semilla entera de algodón y de soja, en estos productos la tasa de liberación del aceite es suficientemente lenta para que los microorganismos del rumen puedan manejarlo o tolerarle los efectos negativos de los ácidos grasos insaturados, (5) Sales de calcio de los ácidos grasos; el calcio reduce los efectos sobre los microbios del rumen porque las sales de calcio son insolubles en el licor ruminal, aunque se disocian en el abomaso para originar calcio libre y ácidos grasos libres. Además, seleccionando con cuidado el ácido graso puede reducirse probablemente su dispersión en el rumen (CHAMBERLAIN y WILKINSON, 2002).
Las grasas cálcicas o jabones de calcio de ácidos grasos vegetales han sido ampliamente usados como grasa suplementaria para vacas lecheras debido a que presentan baja (menos a 20%) disociación en el rumen a pH menor a 6.0 y, aún, son satisfactoriamente estables a pH 5.5. Sin embargo, en el abomaso el pH disminuye hasta 2 – 2.5 por lo que se disocian, dando lugar a calcio y a los ácidos grasos libres correspondientes que son digeridos en el intestino delgado (MATEOS et al ., 1996). La mayoría de las grasas cálcicas disponibles en el mercado se fabrican a partir de los ácidos grasos destilados de la palma cuyo perfil de ácidos grasos es apropiado para rumiantes, ya que su punto de fusión está en el rango de 38 – 39°C (próximo a la temperatura corporal del animal). La composición que se reporta es 9% de calcio y 84% de grasa (ácidos grasos libres); en ácidos grasos saturados se indica 1.5% de mirístico, 44% de palmítico, 5% de esteárico; en los ácidos grasos insaturados se reporta 40% de oleico, 9.5% de linoleíco (GÓMEZ y FERNÁNDEZ, 2002).
Entre las ventajas y desventajas del empleo de jabones cálcicos y grasas hidrogenadas se indica que los jabones cálcicos permiten que una mayor proporción de ácidos grasos insaturados llegue al intestino delgado, por lo que la digestibilidad intestinal de la grasa tiende a aumentar; a diferencia de las grasas hidrogenadas, en las que la hidrogenación de los ácidos grasos, especialmente los de cadena larga, reduce su digestibilidad. Uno de los inconvenientes de los jabones cálcicos es su menor palatabilidad y su alto contenido de calcio; esto último debe tenerse en cuenta a la hora de formular la ración, tanto en relación a su aporte de calcio como por el menor contenido energético por unidad de producto comercial; a diferencia de las grasas hidrogenadas que presentan mayor palatabilidad y mayor contenido total de grasa (GÓMEZ y FERNÁNDEZ, 2002).
La importancia de la llegada de ácidos grasos insaturados al intestino delgado de la vaca radica, además de las ventajas para la vaca misma, en la factibilidad de incorporar factores omega-3 y omega-6 a la grasa láctea y su influencia sobre la salud humana. Los eicosanoides (grupo genérico de derivados de ácidos grasos no saturados de 20 átomos de carbono que realizan funciones autacoides). Se consideran autacoides aquellas sustancias que poseen efectos biológicos de ámbito local, no acumulables y cuya síntesis y metabolización se realiza de forma inmediata (GANNONG, 1990). Estas sustancias juegan un destacado papel como mediadores de la inflamación. Se han identificado y aislado más de 270 derivados, entre prostaglandinas, lipoxinas, tromboxanos y leucotrienos, en todos los órganos del hombre y animales (GANNONG, 1990; SARDESAI, 1992).
Se ha determinado una respuesta positiva de +1.8 Kg./ día en la leche corregida al 4% con suplementación de grasa saturada y de +0.9 Kg./ día con las sales de calcio de ácidos grasos. Esencialmente, no hubo efecto de las semillas oleaginosas y de las mezclas de grasa animal sobre el rendimiento lechero, pero hubo una disminución de 1.5 Kg./ día con la suplementación de aceite vegetal. Se postuló que la disminución asociada con los aceites vegetales se debió a su muy alta actividad ruminal y al elevado nivel de ácidos grasos poli-insaturados que afectan negativamente la fermentación en el rumen. Se indicó que una vez absorbidos los ácidos grasos poli-insaturados (AGPI) probablemente aumentan la grasa corporal en forma menos eficiente en comparación con los ácidos grasos saturados. Vacas que recibían las semillas oleaginosas perdieron 61 g/ día más que las del grupo control. La cubierta de las semillas oleaginosas favorece la protección de los AGPI de la hidrogenación ruminal; incrementando, por tanto, las tasas de AGPI intestinales. La forma de sal de las Sales de Calcio de Ácidos Grasos (SCAG) disminuye la bio-hidrogenación ruminal de los AGPI en los jabones de calcio; las vacas suplementadas con las SCAG perdieron 34 g/ día más que las del grupo control. Considerando las grasas más saturadas se encontraron mayores ganancias de peso (55 g más/ día) que las vacas control. Tal comportamiento permitiría una mayor disponibilidad de ácidos grasos para la grasa láctea (CHILLIARD, 1993).
En la relación entre la producción de leche y el estatus reproductivo de las vacas y la influencia de la grasa suplemental dietética sobre estas características, se menciona que la producción de leche es la función fisiológica primaria para vacas en lactación de alta producción. Además, desde que la reproducción es secundaria con relación a la producción de leche, nutricionistas y productores dedican especial esfuerzo para preñar a las vacas. Un balance energético negativo, causado por las elevadas demandas energéticas de la lactación, afecta adversamente la eficiencia reproductiva debido a la elevada incidencia de anestro, reducción de la capacidad estrogénica del cuerpo lúteo y alteración de patrones de desarrollo folicular (Lucy et al ., 1991; citados por SMITH, sin fechar).
En todos los estudios en los que se determinó que la grasa suplementaria disminuyó la tasa de concepción al primer servicio, esta menor tasa estuvo acompañada por un gran incremento en la producción de leche (de 2.5 a 4.5 Kg./ vaca/ día). La elevada producción de leche ha sido asociada a una baja fertilidad en vacas en lactación; sin embargo, la producción de leche en comparación al estatus energético tiene menor influencia sobre la performance reproductiva. Sobre 19 estudios que evaluaron el efecto de la inclusión de grasa en la dieta de vacas en los primeros 30 días de lactación, en más de la mitad la grasa suplemental propició mejoras dramáticas en las tasas de concepción/ preñez; atribuible a las siguientes razones:
- Aunque existe evidencia que muestra que el suministro de grasas puede mejorar el estatus energético de vacunos, varias veces una mejora en la respuesta reproductiva ocurrió independientemente del mejorado estatus energético de los animales experimentales. Se asume que la suplementación de grasa favorecería la mejora reproductiva debido a factores ajenos a la mejora del estatus energético.
- La producción y secreción de progesterona se eleva debido a que la suplementación de grasa estimula la síntesis de colesterol, que es su precursor. Se mejoran, además, las estructuras ováricas de las vacas.
- Algunos ácidos grasos poli-insaturados pueden servir como un sustrato para la síntesis de prostaglandina (PGF 2a ). El ácido linoleíco-cis (C18:2), comúnmente encontrado en fuentes grasas naturales puede ser desaturado y elongado para formar ácido araquidónico (C20:4) que sirve como precursor inmediato para la serie 2 de prostaglandinas, de las que PGF 2a es un miembro clave (Staples y Thatcher, 1997; citados por SMITH, op. cit.).
MATERIAL Y MÉTODOS
Localización y Duración
El presente trabajo de investigación se realizó en las instalaciones del establo lechero San Andrés S. A. C., el mismo que se encuentra ubicado en el Km. 4 de la carretera que conduce de la ciudad de Chiclayo a Pomalca, distrito de Pomalca, provincia de Chiclayo, departamento de Lambayeque.
La fase de campo tuvo una duración efectiva de cuatro meses.
Tratamientos Evaluados T1 : Testigo (Dieta sin grasa sobrepasante)
T2 : Dieta con grasa sobrepasante
Material, Equipo e Instalaciones Se emplearon diez vacas de la raza Holstein, uniformes en edad, producción de leche, condición corporal, número de campaña. Las mismas que se encontraban en su sexta semana de lactación.
El alimento estuvo constituido por dos fracciones (forraje y concentrado), las mismas que se suministraron a la misma vez (combinadas) para conformar una ración integral. En términos generales ambas fracciones representaron el 50%, cada una, del suministro de materia seca. La dieta fue formulada para aportar 14% de proteína bruta y 1.6 Mcal de EN LACT .
La grasa sobrepasante empleada se conoce comercialmente como PROFAT (se incluyó 3.33% del producto en el concentrado) y es distribuida por la firma Battilana Internacional S. A. C. Está constituida por sales cálcicas de ácidos grasos, producidas a través de un proceso de saponificación. Se trata, en realidad, de una grasa “inerte” en el rumen donde no afecta la fermentación bacteriana. El mecanismo de protección no está basado en el punto de fusión de los ácidos grasos sino en el pH del rumen e intestino delgado. Estas sales de calcio permanecen intactas en ambientes neutros (pH 7 o cercano a 7, como en el rumen) pero se disocian en ambientes ácidos (pH 3, como en el abomaso). Una vez hidrolizados, los ácidos grasos y el calcio, pasan en forma libre al duodeno donde se realiza su digestión y absorción. Los ácidos grasos provienen del aceite de palma, combinación de ácidos grasos saturados e insaturados.
Corrales implementados con comederos, bebederos automáticos tipo taza, sombra.
Balanzas, de plataforma para pesar insumos y tipo reloj para pesar la leche.
Equipo de muestreo de leche para análisis de laboratorio.
Cinta bovinométrica, molino, palana, sacos, libreta de campo.
Descripción de la Metodología El rechazo o no de una de las hipótesis, como producto del proceso de contrastación dependió del valor de la dócima F; este valor se calculó a partir de la aplicación del Diseño Irrestrictamente al Azar con arreglo a factorial 2 x 4 (2 proporciones de grasa sobrepasante y 4 períodos), descrito según el siguiente modelo:
Y ijk = U + G i + P j + (GP) ij + E ijk Donde: Y ijk , es la variable evaluada; U, es el verdadero efecto medio; G i , es el verdadero efecto del i-ésimo nivel de grasa sobrepasante; P j , es el verdadero efecto del j-ésimo período; (GP) ij , es el efecto verdadero de la interacción; E ijk , es el verdadero efecto de la varianza residual (OSTLE, 1979).
Se asumió 5% como máxima probabilidad de cometer error de tipo I al tomar la decisión de rechazar o no una de las hipótesis.
Las vacas fueron alimentadas íntegramente en el corral de descanso. Se implementaron dos corrales de descanso, uno para cada tratamiento. Las vacas fueron inmovilizadas para individualizar el consumo. El alimento diario fue suministrado en cuatro fracciones. Se suministraron alrededor de 26 Kg. de materia seca por vaca por día.
Se empleó ordeño manual, permitiendo controlar la producción de los dos ordeños diarios durante todo el ensayo. Al inicio y cada cuatro semanas se tomaron muestras de leche para determinar el contenido graso, análisis que se realizaron en el Laboratorio de Lechería de la Facultad de Ingeniería Zootecnia empleando la metodología de Babcock.
La condición corporal se estimó mediante la metodología descrita por ALMEIDA (2000). La clave de tal metodología es la palpación del lomo de la vaca, especialmente sobre la región lumbar, la cadera y el maslo de la cola. Estas áreas responden más a los cambios de las reservas corporales de grasa. La puntuación tiene un rango de 1 (muy delgada) a 5 (obesa).
Se generó información para evaluar las siguientes variables:
• Producción de leche, observada y corregida al 4% de grasa (LCG)
• Contenido (%) y rendimiento (Kg.) de grasa láctea
• Condición corporal y perímetro torácico
• Conversión alimenticia
• Mérito económico
La producción de leche corregida al 4% de grasa fue estimada a través de la siguiente relación:
LCG = 0.4 (R.L.) + 15 (R. G.) Donde: LCG, leche corregida al 4% de grasa; R. L., rendimiento observado de leche en Kg.; R. G., rendimiento de grasa en Kg. (WARWICK y LEGATES, 1981).
La conversión alimenticia (C. A.) representó la relación entre el alimento consumido (expresado en materia seca) y la producción observada de leche, así:
C. A.= Kg. de M. S. consumidos/ Kg. de leche producidos El mérito económico (M. E.) es la relación entre el dinero gastado en alimento y la producción obtenida; tal que:
M. E. = Nuevos soles gastados en alimento/ Kg. de leche producidos El análisis estadístico consideró:
Dócima de Bartlett o relación de varianzas para determinar homocedasticidad.
Análisis de covarianza entre rendimiento inicial y rendimientos al primer, segundo, tercer y cuarto meses.
Dócima de F para determinar diferencias o similitudes entre tratamientos. Para aplicar la metodología del análisis de varianza a la información porcentual (% de grasa) previamente se procedió a realizar la transformación arco-seno (SCHEFFLER, 1982).
Regresión hasta polinomio de segundo grado entre la condición corporal (Y) y el tiempo (X).
Regresión y correlación lineal entre perímetro toráxico y condición corporal.
RESULTADOS Y DISCUSIÓN Los resultados obtenidos en el presente ensayo se muestran en la Tabla 1.
La producción inicial (día inmediato anterior al inicio del ensayo) observada fue 29.1 y 30.204 Kg., respectivamente para los tratamientos 1 y 2 (sin y con grasa sobrepasante en la dieta); en tanto que la producción LCG fue 24.81 y 26.403 Kg. Tanto con los datos observados como corregidos, el tratamiento 2 empezó con una ligera ventaja (3.8 y 6.4%). Sin embargo, evaluada la relación de varianzas con la producción LCG se determinó que hubo homocedasticidad. Asumiéndose que la ligera ventaja inicial podría haber ejercido efecto concomitante sobre la producción posterior, se realizó el análisis de covarianza con la producción de cada mes, los resultados indicaron que el valor de la regresión no fue significativo en ninguno de los casos, por lo que se descartó el efecto de la variable concomitante.
TABLA 1. Producción observada y corregida de leche, contenido y rendimiento graso de la leche, calificación de la condición corporal, conversión alimenticia (C. A.) y merito económico (M. E.) en vacas Holstein sin y con grasa sobrepasante en la dieta. a,b Letras diferentes sobre los promedios indican diferencias significativas entre tratamientos (P=0.05)
Considerando las cifras acumuladas de todo el ensayo, el promedio de producción observado fue 27.5 Kg. para el tratamiento 1 y 31.2 Kg./ vaca/ día para el tratamiento 2; con LCG fue 23.3 y 27.95 Kg. El tratamiento que incluyó grasa sobrepasante superó al testigo en, prácticamente, 20%; diferencia que fue significativa.
CHILLIARD (1993) reporta respuestas positivas en producción de leche de +1.8 Kg./ día en LCG con suplementación de grasa saturada y de +0.9 Kg./ día con las sales de calcio de ácidos grasos. Tales respuestas resultan pequeñas en comparación con los +4.65 Kg./ día en LCG obtenidas en el presente estudio. Staples y Thatcher (1997), citados por SMITH (sin fechar), obtuvieron incrementos fluctuantes entre 2.5 a 4.5 Kg./ vaca/ día, concordándose con los resultados del presente ensayo.
El promedio general del contenido graso fue 2.98 y 3.34%, respectivamente para los tratamientos 1 y 2. La ventaja del tratamiento 2 fue de 12%; similar a la registrada al inicio del ensayo, antes que los tratamientos pudieran ejercer sus efectos. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurrió con los meses experimentales, el análisis total permitió determinar diferencias significativas (P=0.05) a favor del tratamiento que recibió grasa sobrepasante.
La prueba de Bartlett de homogeneidad de varianzas con el rendimiento graso inicial mostró que la componente residual de varianza estuvo uniformemente distribuida entre los tratamientos implementados. Dado que al inicio del ensayo (antes que se ejercieran los efectos de los tratamientos) el tratamiento 2 había mostrado una ventaja de 10.3% (90 g) y que esta ventaja inicial podría haber influenciado el rendimiento posterior, se procedió a realizar el análisis de covarianza entre el rendimiento graso inicial con el rendimiento obtenido en los diferentes meses experimentales; los resultados indicaron que no hubo efecto significativo (coeficiente de regresión no significativo) de la variable concomitante rendimiento inicial sobre el rendimiento graso posterior. Ejecutado el análisis de la varianza se determinó que no hubieron diferencias significativas entre tratamientos durante el primer, segundo y tercer mes experimentales; las diferencias alcanzaron significación estadística para el rendimiento graso al cuarto mes. Sin embargo, en todos los casos el tratamiento 2 fue superior; pero, en el primer mes la ventaja se incrementó solamente 1.5% con relación al rendimiento inicial. En tanto que para los tres meses restantes la ventaja se incrementó considerablemente (de 11.8% en el primer mes a 33.6, 27.2 y 30.7% respectivamente para los meses segundo, tercero y cuarto), propiciando que la ventaja del tratamiento 2 sobre el tratamiento 1 en el promedio general sea de 25.4%, la misma que fue altamente significativa.
Los reportes indican que la suplementación de grasa sobrepasante a la dieta permitiría una mayor concentración de grasa láctea, lo que ha ocurrido en el presente ensayo. En función del rendimiento (Kg.) se aprecia que el efecto fue de mayor magnitud; no obstante, debe tenerse en cuenta que el rendimiento de grasa láctea es función directa del rendimiento de leche y no tanto del contenido graso. Si la presencia de grasa sobrepasante en la dieta propició un mayor rendimiento de leche también se habría producido mayor rendimiento graso. Es necesario considerar que a mayor producción de leche el contenido (%) graso de la misma tiende a ser menor, pero en el presente ensayo, lejos de disminuir el % de grasa láctea en el tratamiento 2 la inclinación es a incrementar. Por estas razones, se puede inferir que la presencia de grasa protegida en la dieta si tuvo un efecto benéfico sobre el contenido y rendimiento graso.
En ambos tratamientos la tendencia de la calificación de la condición corporal con respecto al tiempo fue a incrementar conforme transcurrió el ensayo, tal tendencia fue más definida (CD = 0.55) en el tratamiento 1 (sin grasa sobrepasante en la dieta) que en el tratamiento 2 (CD = 0.3974), lo que corroboraría el hecho que la grasa sobrepasante es utilizada preferentemente para satisfacer las demandas energéticas productivas; en tanto que la condición corporal pasa a segundo plano.
A pesar que las vacas estuvieron con una calificación corporal de condición corporal por debajo de 3 al inicio del ensayo, lograron consolidar una calificación ligeramente superior a 3 al final de la fase experimental. Según EDWARDS (1994), las
vacas deben continuar recibiendo grasa suplementaria hasta que recuperen peso corporal y logren nuevamente una calificación de condición corporal de 3.
Los resultados de conversión alimenticia evidenciaron que la presencia de grasa sobrepasante en la dieta promovió mayor efecto para incrementar la producción de grasa contenida en la leche que el volumen mismo de leche; concordándose con lo manifestado por OLDHAM y SUTTON (1992), CHAMBERLAIN y WILKINSON (2002), GÓMEZ y FERNÁNDEZ (2002).
El mérito económico, calculado con la producción corregida de leche, fue 4.3% más eficiente con el empleo de grasa sobrepasante. Este tratamiento fue aún más eficiente que el testigo (8.6%) cuando se estimó el mérito económico con la producción de grasa.
CONCLUSIONES Y RECOMENDACIONES Bajo las condiciones en que se realizó el presente trabajo de investigación se concluye: