Este es uno de los Capítulos que pertenece al  artículo completo titulado: Los Hongos y las Micotoxinas en la Alimentación Animal;  Conceptos, Problemas, Control y Recomendaciones.
Respecto a los  sistemas de inactivación de las Micotoxinas, debemos tener en cuenta una serie  de factores que a continuación vamos a citar (112): 
 1.- Deben ser procedimientos que estén preparados para  el tratamiento de grandes cantidades de alimento, del orden de cientos de  toneladas diariamente. 
 La aplicación de estos  procedimientos debe ser capaz de conseguir la inactivación de contaminaciones  que puedan ser elevadas del orden de 1 a 7 mg de micotoxina/Kg de alimento. 
 2.- Se debe tener en cuenta que la micotoxina no está  repartida uniformemente en la masa del alimento. Esto se debe normalmente al  problema de la existencia de zonas de microflora. 
 3.- La micotoxina puede estar protegida por algún de  los constituyentes del alimento. 
 4.- Un tratamiento de inactivación y detoxificación,  debe ser, eficaz, barato y evidentemente no debe modificar significativamente  los valores nutritivos del alimento. 
 5.- El tratamiento en cuestión no debe producir  productos secundarios que después tengan influencia en el animal en cuanto a  toxicidad o/y en cuanto a interferencia en el buen aprovechamiento de los  elementos nutritivos.
Muchos son los estudios  realizados hasta ahora, utilizando métodos físicos, químicos y microbiológicos  para la detoxificación de las micotoxinas (113) y una amplia recopilación de  los mismos puede ser encontrada en (114). La mayor parte de estos estudios se  han centrado en las aflatoxinas y los sistemas químicos de detoxificación con 
 amoníaco (113,114) y con  hidróxido cálcico/monometilamina (112,114,115), son los que por ahora han dado  los mejores resultados en el ámbito industrial práctico y viable. 
 La detoxificación química de las  aflatoxinas, se basa esencialmente en la abertura del ciclo lactónico de las  aflatoxinas B1 y B2 ó los dos ciclos lactónicos de las aflatoxinas G1 y G2,  seguido de una oxidación, tocante probablemente al doble enlace vecino del  grupo carboxilo. Después, por la acción del calor y presión se forman  compuestos derivados que en principio resultan ser atóxicos. 
 Otro sistema que está a dar  buenos resultados, es la utilización de un solvente de extracción de  micotoxinas (las pruebas fueron efectuadas con las aflatoxinas), que es el  metoximetano. Sistema aplicado con éxito a la harina de cacahuete. Una amplia  descripción del sistema y los resultados prácticos puede ser encontrada en  (116). 
 Otros métodos de  detoxificación basados en las propiedades adsorbentes de ciertos silicatos con  respecto a las moléculas de micotoxinas tales como las aflatoxinas, han sido  ampliamente estudiados (117,118). Este tipo de detoxificación ocurre  generalmente dentro del organismo animal por la incorporación de estos  silicatos en el alimento compuesto y la adsorción que estos ejercen sobre las  moléculas químicas de las aflatoxinas y de otras micotoxinas.
 Actualmente, esta muy  difundido el uso de los aluminosilicatos de calcio y sodio hidratados (HSCAS)  (119). Estos compuestos se incorporan al pienso en concentraciones adecuadas y  una vez dentro del organismo animal tienen en general un mecanismo de acción  que lleva a que se formen complejos estables e irreversibles (de la misma  naturaleza química que los quelatos) con ciertas micotoxinas. Estos complejos  bloquean pues a la molécula química de la micotoxina impidiendo que ésta actúe,  posteriormente éstos son excretados por el animal. 
 Sin embargo, hay que tener  cuidado porque no todos los HSCAS son iguales, existen diferencias en cuanto a  su composición química y esto puede influenciar el poder de bloqueo de ciertas  micotoxinas. Da buenos resultados el uso de una combinación adecuada de dos  arcillas silícicas dipolares: HSCAS (   arcilla illítica / clorita)  que  formen parte del grupo de las micas no hidratadas.
 Estos compuestos tienen  diferentes eficacias de quimi-adsorción según la micotoxina y todo ello esta en  función de su capacidad de intercambio catiónico denominada CEC que tiene como  unidad de medida el MEQ que es el equivalente a mil por 100 g de arcilla.
 Dentro del extenso campo de  las arcillas como adsorbentes debemos diferenciar a estas por su perfil químico  y debemos tener en cuenta los siguientes parámetros: capacidad de intercambio catiónico,  expansible, no expansible, polar, dipolar, tamaño de poro y área superficial,  tamaño de partícula, pH y temperatura a la que se someten después del proceso  de extracción.
 No vamos a entrar en la  explicación de todos estos parámetros ni en el complicado tema que constituye  el mundo de las arcillas, solo destacaremos que: las arcillas expansibles  tienen un elevado intercambio catiónico (más de   60 MEQ) , absorben agua y absorben nutrientes (ciertos minerales,  vitaminas y antibióticos). No son pues los compuestos aconsejables para actuar  detoxificantes de micotoxinas (120).
 Las arcillas no expansibles  tienen un bajo intercambio catiónico (menos de 60 MEQ), prácticamente no  absorben agua y no absorben nutrientes. Son pues los compuestos aconsejables  para actuar como detoxificantes de micotoxinas (120).
 Una arcilla o mezcla  adecuada de  arcillas que se quiera  utilizar como detoxificante de ciertas micotoxinas, tiene que tener una  capacidad de intercambio catiónico entre 20 y 60 MEQ, ser no expansible, ser  dipolar, el tamaño del poro mayor  debe  estar alrededor de 2,5 A, el tamaño de partícula ideal debe estar comprendido entre  300 y 400 mesh, el pH debe ser moderadamente alcalino, la temperatura a la que  se somete la arcilla o arcillas después de su extracción debe estar comprendida  entre 94 y 149 ºC (120). 
 La incorporación sistemática  de un detoxificante eficaz y de amplio espectro, es una excelente ayuda para  evitar e/o minimizar los graves problemas que pueden surgir por una  contaminación con micotoxinas.