La cadena ovino caprina está adquiriendo gran importancia en el ámbito de la producción pecuaria colombiana y el tema de las enfermedades de notificación obligatoria siempre surge como componente que limita el comercio internacional de los productos y subproductos de ovinos y caprinos, en particular el del imprescindible pie de cría o del material de semen y embriones que se requiere para el mejoramiento genético.
El virus de la Lengua Azul (Blue Tongue) y el virus del Maedi - Visna han recientemente creado gran preocupación en el país, tanto de las autoridades sanitarias, como del gremio de productores, por situaciones que aún no se terminan de definir o clarificar. Por esta razón he considerado prudente dar a conocer algunas consideraciones epidemiológicas de estos agentes, con relación a la situación del continente americano en lo general y de Colombia en particular.
Es importante que los médicos veterinarios y por ende las autoridades sanitarias comprendan la complejidad de la epidemiología y formas de transmisión de estos organismos, para evitar inapropiadas situaciones de comercio internacional, pero también relacionada con los esquemas de medicina preventiva y de manejo de la sanidad animal en de la cría de los pequeños rumiantes en el país. Se requiere urgentemente de investigaciones epidemiológicas apropiadamente focalizadas para entender la situación actual de estas patologías en nuestras explotaciones y reducir el pánico sanitarista, de forma que se pueda canalizar el requerido intercambio de germoplasma que urge la industria ovino - caprina actualmente.
Consideraciones epidemiológicas:
Lengua azul
Lo primero, se debe aclarar que no se trata de un virus de Blue tongue (Lengua azul) sino de una serie de virus relacionados, no todos con el mismo potencial de patogenicidad. Se trata de un Orbivirus de la familia Reoviridae, del cual se aceptan 20 especies (sugiero ver las tarjetas técnicas por enfermedad (disease cards) de la OIE: http://www.oie.int). El virus de Blue tongue tiene 24 serotipos reconocidos y está relacionado con el serogrupo de la enfermedad epizoótica hemorrágica (EHD), que es una enfermedad de los ciervos.
Se debe además destacar que el virus no es contagioso (por contacto), se requiere de la picadura de un insecto, que corresponde a diminutos mosquitos Culicoides spp.(mosca de la arena) de muy difícil observación por personal no experimentado. Las mismas tarjetas técnicas de la OIE indican que el virus de Blue Tongue (BTV) puede encontrase en todos los continentes con excepción de la Antártica, asociando su presencia a los vectores competentes, pero que los distintos serotipos y cepas causan marcados cambios en el tipo de enfermedad que producen.
Desde hace rato se conoce que algunos serotipos de este virus circulan en las Américas sin causar enfermedad en los animales expuestos. Un trabajo amplio desarrollado a finales de los ochenta en Centroamérica y El Caribe (Gibbs et al., 1992), demostró que estos virus circulan de forma hiper endémica en la región. En ese estudio de cerca de cinco años de duración usando animales centinelas se lograron más de 200 aislamientos del virus, los cuales estuvieron relacionados con los serotipos 1, 3, 6, y 12.
Actualmente estoy en proceso de preparación de un documento de revisión sobre el particular, donde se discrimina la complejidad de estas asociaciones entre artrópodos y huéspedes. El cambio climático puede llegar a disturbar equilibrios epizootiológicos que se han alcanzado por milenios. Parece ser la actual situación europea.
Para el caso colombiano, existen tres reportes de literatura asociados con el estudio hemisférico realizado anteriormente (Homan et al., 1985a; Homan et al., 1985b; Homan et al., 1985c) que describen que el virus circula en Colombia y otros países del neotrópico. Primero se hizo una evaluación serológica en ganado usando la prueba de inmunodifusión en gel agar en 1435 animales de Costa Rica y 635 bovinos de Colombia y se encontraron positividades respectivamente de 48% y de 51%, con mayor actividad en regiones inferiores a los 2000 msnm (Homan et al., 1985a). Luego se desarrolló un estudio prospectivo en dos fincas ganaderas de Antioquia donde se demostró evidencia de actividad de los serotipos 12, 14 y 17 de BTV y de los serotipos 1 y 2 de EHD (Homan et al., 1985c). En el mismo estudio se incriminó al insecto Culicoides insignis como el vector probable en Colombia.
Entonces los pánicos sanitarios que se generan porque algunos animales resultan positivos en una prueba serológica, deben ser sopesados con cautela con base en el conocimiento acumulado sobre la epidemiología de cada agente, pero también en la descripción del tipo de prueba utilizado para el diagnóstico y su capacidad de diferenciar entre serotipos. Se debe resaltar que actualmente no se acepta que un país se declare libre de la presencia de un agente infeccioso, sino que demuestre que cuenta con estudios locales y regionales que soporten tal reclamo.
Se concluye que las Américas no son libres de la circulación de ciertas cepas de BTV, pero aquí no se presentan las cepas altamente patógenas que circulan en otros continentes. Se demostró que los serotipos hallados en la cuenca del Caribe poseen diferencias con aquellos hallados en Norteamérica. Se destaca la importancia de ver al por BTV como una infección cuyo desarrollo y grado de patogenicidad es determinada por factores ecológicos (Mo et al., 1994). Aparentemente, los patrones de transmisión que ocurren en el Neotrópico y en Neoártico deben sus diferencias al distinto tipo de vector artrópodo (Culícoides spp.) que existe en cada región (Gibbs et al., 1992).
Maedi Visna
Por su parte, el virus de Maedi Visna (MVV) de los ovinos es un lentivirus muy cercanamente relacionado con el virus de artritis encefalitis caprina (CAEV). Algunos consideran que el MVV es el mismo virus causante de la pneumonia progresiva ovina (OPP).
Aunque el virus se manifiesta en animales adultos, la transmisión se da prominentemente por el calostro y la leche, es decir los animales pueden ser portadores durante gran parte de su vida sin demostrar síntomas. Se considera que la mayoría de países que crían ovinos y caprinos poseen elvirus a diversos niveles de prevalencia y de efectos clínicos, con la notable excepción de Australia y Nueva Zelanda.
De forma, que aparte del pánico de las autoridades sanitarias para declarar infectado o libre un territorio con este tipo de virus, lo cierto es que los países que sinceramente se han puesto a estudiar este asunto han demostrado diversos niveles de prevalencia en sus rebaños, con diversos factores de riesgo involucrados, por ejemplo en un estudio realizado en Canadá el porcentaje de fincas infectadas fue del 70% con una prevalencia individual cercana al 20% (Campbell et al., 1994). En el caso de Estados Unidos, un estudio basado en muestreo voluntario a inicios de la década pasada (Cutlip et al., 1992), a partir de 16.827 ovejas de 29 estados y 164 rebaños, indicó un 26% de muestras seropositivas y 48% de los rebaños tenían al menos un animal infectado.
Para el caso de Sudamérica los estudios son más escasos. Un trabajo realizado en Perú en siete rebaños ovinos (Madewell et al., 1987) demostró que la prevalencia individual fluctuaba entre 1,7% al 40% (promedio, 19%). En el mismo estudio se trabajaron muestras de cabras cuya reactividad cruzada con el retrovirus fluctuó entre 0 y 45% y sólo 7/12 apriscos mostraron respuestas serológicas. Sin embargo se conoce la estrecha relación que existe entre MVV y CAEV.
Aunque alguna vez se consideró que MVV y CAEV eran diferentes especies de virus, la evidencia a partir de los acidos nucléicos sugiere que esta diferencia no es tan absoluta como se pensaba (Pasick, 1998). Se ha sugerido que los lentivirus de los pequeños rumiantes se consideren como cuasi especies, con sus miembros individuales exhibiendo variabilidad en el rango de huéspedes y en capacidades patógenas. Aun más, estudios filogenéticos han demostrado que cepas de CAEV proceden del virus MVV de ovinos (Valas et al., 1997).
En Colombia no existe ningún estudio alrededor del MVV, pero si existe alguna información con el otro retrovirus de pequeños rumiantes, el CAEV. Un trabajo preliminar realizado en cabras de 19 municipios de Santander, determinó un 6,3% de animales seropositivos, hallándose 10/71 predios positivos/examinados (Mogollón et al., 1988). En este estudio se halló una asociación entre la positividad y la presencia de cabras importadas, principalmente de la raza Nubiana. Por otro lado, un reciente estudio realizado en apriscos de dos municipios de Cundinamarca, El Rosal y Subachoque (Castillo & Hernández, 2004), demostró una seropositividad del 19%.
Sí el CAEV existe en Colombia, lo más probable es que el lentivirus relacionado de ovinos, el MVV también esté presente; el problema es que no existen nvestigaciones locales para probarlo o desmentirlo. Lo anterior indica la importancia de realizar investigaciones epidemiológicas locales serias alrededor de estos retrovirus relacionados con los pequeños rumiantes, para entender nuestra situación local, antes que entrar en pánicos sanitaristas que pueden afectar gravemente a la cadena ovino - caprina. El control de la enfermedad va a depender de las medidas que se tomen en cada rebaño (Reina et al., 2009).
Bibliografía
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