Se observa con bastante frecuencia el querer de los ovicapricultores en mejorar la calidad de sus rebaños en busca de una mayor rentabilidad. Y qué se viene haciendo? Pues se parte de un rebaño de hembras comunes, a las cuales se les coloca un macho de raza pura. Y a las hembras de este cruce, nuevamente se les ofrece un macho puro y se continúa en este proceso hasta terminar en un rebaño puro, pureza lograda por absorción; es decir la raza nativa es absorvida por la pura a través de los años.
Pero los criadores son sabedores de los problemas que traen los animales puros por dos aspectos principales: la falta de adaptación a nuestro medio y los mayores requerimientos en su parte nutricional; mientras estos dos factores no estén resueltos totalmente, los resultados no serán tan bondadosos como eran de esperarse. Y aquí debemos pensar en una base fundamental para estas industrias y que dice “A mayor selección…mayor degeneramiento biológico”. Se traduce en que entre más fino sea un animal, es más delicado. Esto se observa hasta en los humanos. No debemos descuidar que estamos en el trópico, ambiente bien diferente a las zonas en donde se han formado la mayoría de razas especializadas en la producción de carne o leche.
Sands y McDowell han hecho un estudio sobre caprinos que nos da mucha luz al respecto de este tema. Es el comportamiento de razas europeas en el trópico, contra razas nativas y el cruce entre las dos.
Se puede observar que a los seis meses la europea (en el trópico) pesa 13.2 Kilos, mientras la nativa sólo 10.3 Kilos. Pero a los doce meses, la europea va con 18.2 y la nativa, con el mismo peso. El cruce tiene 16.8 a los seis y 30.1 a los doce. Comparando pura con cruce, tenemos 13.2 contra 16.8 y 18.2 contra 30.1 a favor de la cruzada. Datos para pensarlos muy bien. Y en cuanto a leche, pues tenemos una producción total 290 kilos en la pura y 289 en la cruzada. Creo que es necio todo concepto y cada uno de ustedes debe darle el análisis que se quiera. Pero sí vemos cómo se confirma el cuestionamiento arriba expuesto.
No estamos contra la raza pura, pues es indispensable tenerla en todas partes. Pero creo que debe estar en manos de quienes produzcan ejemplares puros para la venta y como pie de cría. De allí saldrán los mejorantes, especialmente machos, que suban la rentabilidad en las otras industrias. Otra consideración es el llamado “vigor híbrido”, mediante el cual en el cruce de varias razas se obtiene un ejemplar de superior producción a sus padres por estar éstos no totalmente adaptados al medio-ambiente donde se encuentran.
Se llega así, al puro por cruce, pero el productor ya sabe de los inconvenientes de un animal puro y en muchos casos regresa, haciendo el cruzamiento en este caso, con machos nativos, para volver a la rusticidad. En últimas es un problema complejo y que se reduce a que “cada finca tiene su cabra (o camura) y cada cabra (o camura) tiene su finca”. El secreto está en encontrar la genética precisa para determinado predio; si lo encuentra tendrá un rebaño, verdaderamente productivo, gracias a estar en el medio más apropiado que le podamos ofrecer, y en donde cada ejemplar podrá desarrollar todo su potencial productivo.
En las ganaderías bovinas se observa palpable el problema. Se trabaja en base a hembras de la raza cebú, en cruzamiento con razas especializadas en producir carnes finas, y traigamos como ejemplo al Angus. La recomendación es emplear el F1 o primer cruce. Y vaya que resultado sí dá. Pero el pobre ganadero qué hace? Debe conseguir los animales en las ganaderías especializadas, levantar y cebar ese F1. O meterse en el problema de tener las dos razas para ser su propio proveedor (menudo lío). Y en cabras o en camuras se quiere seguir la misma conducta. El problema aún no se soluciona pues por el ciclo tan corto que se maneja, no existe el mercadeo de tener crías destetas, animales de levante y de emposte (para cebar). Cada uno tiene su pie de cría, lo levanta, ceba y le hace la comercialización.
Y entonces qué? Pues acá le vamos a proponer que le meta algo de genética a su rebaño. Indispensable llevar unos registros genealógicos muy estrictos para que todo funcione. Se trata simplemente de llegar al ejemplar 5/8-3/8 y detener ahí la genética. Pensemos en caprinos para la producción de leche y trabajemos, por ejemplo con la raza Alpina, teniendo como base hembras nativas. Y a estas nativas las llamaremos de raza Santandereana, para tratar con algo de tanto aprecio por nosotros. Queremos llegar a un ejemplar que sea 5/8 Alpino y 3/8 Santandereano. Este ejemplar es altamente productor de leche por su sangre de 5/8 en alpino y a su vez muy resistente por su 3/8 de Santandereano. Lógicamente podemos seleccionar las razas que estimemos más indicadas para cada caso. Lo interesante es tener ese tipo preciso de animal y mantenerlo en esa genética precisa para lograr una producción estable, evitándonos el estar consiguiendo periódicamente ejemplares puros, bien costosos y bien delicados. Pero partamos de otra idea básica y es que la especie cabra se tiene para la producción de leche y la especie camura, para producir carne; bien que se está trabajando con la Boer que es para carne, siendo un caprino. Iniciemos nuestro recorrido con los caprinos.
Partimos de hembras nativas, en nuestro caso Santandereanas, buscando ejemplares que demuestren una buena medra. Medra es el buen comportamiento del animal a los medios externos. Siempre vemos en todos los rebaños animales de lujo, que comen muy bien, que aprovechan su ración, que se preñan fácilmente, que son muy productivos o en últimas que tienen muy buena medra. Esas son las hembras que se necesitan. A este rebaño le colocamos un macho puro de la raza Alpina y de allí vamos a tener un media-sangre, o sea un animal que tendrá la mitad de la genética del macho y el resto de la hembra. Es el famoso F1. Hasta acá vamos bien; todo sencillo y continuamos con el proceso. A las hembras F1, bien seleccionadas, se les coloca otra macho puro Alpino y que debe ser de sangre diferente al primero, para evitar la consanguinidad, nada deseable en ninguna especie. Y de aquí vamos a tener un F2, o un segundo cruce que va a tener la mitad de la genética de sus aportantes o sea ¾ de Alpino y ¼ de Santandereano. A las hembras seleccionadas de este último cruce, le aplicamos un macho seleccionado del primer cruce que se hizo, o sea un 1/2 Alpina1/2 Santandereano, para resultar con el ejemplar 5/8 Alpino, 3/8 Santandereano.