Desde 1980, la llegada del virus del síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) ha sido una problemática que hoy en día sigue sin tener una solución definitiva, aún que existen algunas zonas del mundo que no han permitido la entrada de este virus, en la mayoría de los países es un problema que aqueja a la mayoría de las granjas altamente tecnificadas.
Este es un virus envuelto de cadena simple de ARN, perteneciente al género Arterivirus que posee una alta tasa de mutación genética.
El virus PRRS infecta únicamente a la especie porcina, incluyendo a cerdos domésticos, silvestres y jabalíes, no se conoce ninguna otra especie que resulte infectada de forma natural por el virus PRRS; el agente no tiene ningún potencial zoonótico.
Los animales enfermos pueden mostrar los siguientes signos:
-Animales adultos: partos prematuros y abortos, mortalidad de hasta el 10 % en reproductoras, pérdida de equilibrio, movimientos circulares, falta de apetito, fiebre, debilidad.
-En las camadas afectadas: lechones débiles de tamaño variable, elevada mortalidad en el predestete, lechones momificados y mortinatos, edema periorbital, temblores musculares;
-En posdestete: Pérdida de apetito y letargia, bajo crecimiento, dificultad respiratoria, enrojecimiento cutáneo (Álvarez et al. 2013).
Posee una notable capacidad para infectar a los cerdos en todas las etapas de producción, ser excretado en el semen de los verracos durante períodos prolongados de tiempo, transmitirse fácilmente entre granjas, tolerar una alta tasa de mutación y modular negativamente la respuesta inmune del huésped (Butler et al. 2014)
El objetivo principal de cualquier programa de control y potencial erradicación de una enfermedad infecciosa consiste en identificar la situación en la que se encuentra la explotación y en interrumpir el ciclo de transmisión del agente en el caso de nuevos animales que se vayan a introducir a la granja y una vez eliminado éste, prevenir una nueva entrada.
El caso del PRRS no es una excepción, y por ello, dada la complejidad de algunos sistemas productivos porcinos resulta fundamental determinar de forma adecuada la situación con respecto a la enfermedad de una explotación (particularmente en lo referente a la circulación del virus) para fundamentar las posibles medidas correctoras (Duinhof et al., 2011).
En explotaciones infectadas el objetivo es romper el ciclo de transmisión del virus para obtener animales destetados negativos, lo que se puede lograr mediante un control adecuado del semen, un buen manejo de los lechones que evite la circulación horizontal (McCaw, 2000) y una estabilización de la inmunidad del rebaño.
Un objetivo fundamental es evitar que hembras primerizas alcancen una fase virémica durante la fase reproductiva y se conviertan en fuentes de transmisión para los lechones. Para ello puede realizarse una aclimatación de estas (exponiéndolas al virus antes de que pasen al grupo de reproductoras, de modo que ya estén recuperadas de la infección en ese momento) (Corzo et al., 2010) y la utilización de vacunas vivas o inactivadas, de las que las primeras son más eficaces, especialmente cuando la cepa de campo y la cepa vacunal presentan un cierto nivel de homología (Murtaugh y Genzow, 2011).
Puede aplicarse una estrategia de confirmación por pruebas de laboratorio y realizar el sacrificio en el área de reproducción (Dee et al., 2001), si bien el prescindir de animales todavía productivos y el riesgo de falsos positivos son dos inconvenientes importantes, aunado al alto coste económico que esta solución representa.
La posible utilidad de la selección de hospedadores con una mayor resistencia frente al virus PRRS también está siendo evaluada en la actualidad (Lunney y Chen, 2010).
Por último, la implementación de alfa monoglicéridos en las dietas de los cerdos infectados y de nuevo ingreso a la granja ha mostrado grandes beneficios en la salud animal, pues estos poseen efectos que logran romper la envoltura lipídica del virus del PRRS, así como elevar los títulos vacunales ante esta enfermedad. El uso de este tipo de productos significa un avance en las soluciones frente a PRRS, así como una menor afectación en el rubro económico de las granjas positivas a este virus.
Una vez eliminada la infección, el esfuerzo en las explotaciones libres debe dirigirse a la prevención de la entrada (o reentrada) del virus PRRS.
No obstante, el éxito de estos programas depende totalmente de su ejecución coordinada por parte de todos los actores implicados (productores, profesionales sanitarios y administración) con el fin de garantizar unos buenos resultados (Álvarez, 2013).