Reducir nuestras emisiones globales de carbono es crucial por diversas razones, como mitigar el cambio climático, prevenir el aumento del nivel del mar y mejorar la calidad del aire. Enfrentar estos desafíos es una responsabilidad global para proteger a las generaciones futuras. Como parte de nuestra contribución, hemos elaborado un informe utilizando la metodología del Análisis del Ciclo de Vida (ACV) para cuantificar el impacto real que tiene la mejora genética en los cerdos Hypor.
Es ampliamente conocido que la producción de proteína animal contribuye de manera significativa a las emisiones de carbono. En el pasado, la eficiencia de los sistemas ganaderos respondía principalmente a incentivos económicos. Hoy en día, estamos comprometidos con la cría sostenible de cerdos que que considera el impacto total, incluyendo los aspectos económicos, éticos y medioambientales. Las decisiones que tomamos hoy en genética animal tienen repercusiones en el futuro, multiplicándose en miles o incluso millones de animales.
¿Dónde puede influir la genética?
Los estudios han demostrado que la mejora genética genera una reducción tangible de la huella ecológica de la cadena de valor de las proteínas animales. Dado que el pienso es el principal factor que contribuye a dicha huella, nos planteamos la siguiente pregunta: ¿cómo contribuye la mejora de los índices de FCR a reducir las emisiones de CO2 y el uso de la tierra por parte de los clientes comerciales de nuestros productos?
¿Cómo podemos cuantificarlo?
En 2022, pusimos en marcha un proyecto para analizar y cuantificar el impacto de la mejora genética de nuestros productos tanto en Europa como en Norteamérica. Empleamos la metodología del Análisis del Ciclo de Vida (ACV) para evaluar el impacto medioambiental de la mejora genética. Para ello, utilizamos información proporcionada por el Global Feed LCA Institute (GFLI) que nos permitió cuantificar cómo contribuyen los distintos ingredientes de los piensos a las emisiones de CO2, el uso de la tierra y el consumo de agua en estas regiones. Veamos con más detalle el impacto de nuestra genética porcina en Europa. Durante los últimos 7 años, la mejora media del índice de conversión alimenticia ha sido del 1,2% anual, lo que se traduce en una reducción del 12,2% en un período de 10 años.
En Europa, esta mejora equivale a la reducción de 309 g de CO2 y 0,7 m2 de tierra por cada kilogramo de carne de cerdo producido. Hemos cuantificado el impacto no sólo para 1 kg de producto, sino también para toda la producción porcina resultante de nuestros productos genéticos, basándonos en el volumen de mercado y nuestra cuota actual. Debido a nuestra mejora genética en FCR, las emisiones de CO2 en Europa relacionadas con la producción de carne de cerdo se reducirán en algo más de un millón de toneladas. Para contextualizar, esta reducción de emisiones es similar a las generadas por aproximadamente 15.000 vuelos de ida entre Nueva York y Londres. Un Boeing 747 comercial utiliza unas 70 toneladas de CO2 para volar de Londres a Nueva York, por lo que la reducción total de emisiones equivale a unos 15.000 de estos vuelos. En cuanto a la tierra utilizada (asumiendo que no se producen cambios en la productividad vegetal), esta representa 231.000 hectáreas, un área ligeramente superior al tamaño de la ciudad de Nueva York (aproximadamente 789 km² o 304 millas cuadradas).
La cría sostenible de cerdos implica un enfoque equilibrado de la cría que contemple las necesidades de los animales, las personas y el planeta. Mediante la mejora continua, aspiramos a reducir el impacto medioambiental de la producción. Ahora, gracias a los datos obtenidos, podemos respaldar y guiar nuestros objetivos hacia una mayor sostenibilidad. La sostenibilidad no es solo una palabra de moda, sino un objetivo que debe cuantificarse, especialmente ante el creciente interés y las expectativas de las partes interesadas internas y externas. El sector porcino no es una a esta presión creciente para reducir nuestra huella de carbono, y la genética ofrece mejoras acumulativas mayores en el rendimiento animal que cualquier otra actividad dentro de toda la cadena de producción.
Este estudio representa solo el primer paso, ya que hasta ahora solo hemos considerado el impacto de la mejora del índice de conversión alimenticia. Ampliar este análisis a otros rasgos será relativamente sencillo ahora que hemos establecido el marco. Los resultados de este análisis revelan el impacto total de nuestras actividades, permitiéndonos utilizar estos hallazgos para establecer objetivos más ambiciosos en cría sostenible.