Hace años en un viaje de trabajo a Bangkok, Tailandia, escuché de un empleado de mi distribuidor, este cuento. Siempre lo recuerdo, especialmente cuando escucho hablar a algunos los políticos. Era un renombrado maestro; uno de esos maestros que corren tras la fama y gustan de acumular más y más discípulos. En un gran salón, reunió a varios ...
Totalmente de acuerdo; pero en el atardecer de mi vida me doy cuenta, cada vez más, que como dice el viejo adagio "una cosa es predicar y otra muy distinta dar trigo" .
Los componentes de nuestra clase political, en general muy mediocres, fiel reflejo de nuestra sociedad, se cansan de emitir sonidos. habitualmente vacíos de contenido argumental serio y dejan la actuación para otros.
Excelente reflexión, muy digna de una generación que entendió el valor ético de la palabra sustentada en las acciones. Tristemente vemos con preocupación como hoy en día es usada como herramienta populista donde la gente le da igual de donde venga y si tiene fundamento o no en acciones concretas, al parecer las nuevas generaciones son más apáticas al sentido de lo profundo y más susceptibles a lo superficial. El mundo está cambiando y no necesariamente para bien, hay mucha tela que cortar aunque cada día el traje es más pequeño. Un gran saludo y gracias por compartir el escrito.