En mi opinión no es fácil de explicar a mis alumnos y, sobre todo, lograr incorporar a su acervo intelectual, el tema de las pesadas mochilas con las que cargan, día tras día, los agricultores y, sobre todo, los ganaderos (que laboran con bases animales compuestas por seres vivos sintientes).
Me refiero concretamente al caso de unos alumnos, sin duda profesionalmente altamente cualificados (ahí están sus elevadas responsabilidades empresariales como muestra de ello), pero que, básicamente, son de origen y de posición social y profesional, urbanita.
Para mí, probablemente una parte importante y todavía poco considerada por la sociedad, es que una parte importante del peso de estas mochilas no son el cambio climático, ni la compleja burocracia que rige en el sector agrario, ni los temas de bienestar animal o de sostenibilidad…sino el tema, sin resolver, en la inmensa mayoría de los casos, del RELEVO GENERACIONAL.
Tengamos en cuenta que, en el último censo agrario publicado por el INE en el año 2020 (este censo se elabora en España cada diez años), se puso de manifiesto que el número de explotaciones agrícolas era de 914.871 en el mencionado año 2020. Ello supuso una disminución del 7,6 por 100 respecto del censo del año 2009 (cierto es que la Superficie Agrícola Utilizada (SAU) estimada fue de 23,9 millones de hectáreas, con un aumento un 0,7 por 100).
Por otra parte, el número de explotaciones con ganado se situó en el año 2020 en 169.576, un 30,1 por 100 menos que en el año 2009. Esta reducción se produjo de forma común en las dedicadas a todos los tipos de ganado, si bien, en algunos casos, por ejemplo, en la cunicultura, este descenso fue especialmente significativo con una reducción del 88 por 100 de sus granjas (y su censo también disminuyó en un 29 por 100).
Pero esta disminución del número de granjas fue general. Así, en el caso de las aves de corral esta disminución fue del 80 por 100 (aunque su censo aumentó en un 5,3 por 100); en el caso del sector porcino fue del 50 por 100 (aunque su censo aumentó más del 21 por 100); en el caso del bovino fue del 19 por 100 (si bien el número de cabezas aumentó casi un 16 por 100); en el caso del ovino la disminución de sus granjas fue de superior al 11 por 100 si bien, en este caso, el censo también disminuyó en un 3,4 por 100 y, por último, el en el caso del ganado caprino la disminución del número de sus granjas fue del 2,4 por 100 y, paralelamente, la de su censo fue de casi el 13 por 100.
Estoy convencido, especialmente en el caso de la actividad pecuaria, que el porcentaje de disminución global del número de granjas, en España y en los últimos 25 años, está alrededor del 50 por 100.
Es verdad que hay un importante proceso de concentración porque partíamos de un porcentaje elevado de unidades productivas pequeñas, con capitales invertidos relativamente importantes o, incluso muy importantes, donde los costes de producción eran, en general, elevados; donde eran realmente empresas con una alta vulnerabilidad frente a una subida de costes y/o a unas variaciones de sus precios de venta y que, además, donde no eran aplicables, en razón de su dimensión, las economías de escala.
Pero, en razón de todo lo expuesto y de lo que de ello se deduce (empezando por la calidad de vida, personal, social y económica), el RELEVO GENERACIONAL se ha convertido (como así lo ha reconocido el propio MAPA) en uno de los mayores desafíos con que se enfrenta el sector agrario en España y, por ende, su sociedad (en el año 2020 el porcentaje de la población rural ya era inferior al 16 por 100).
Téngase en cuenta que la edad media de las personas activas en nuestro sector agrario supera los 60 años; el porcentaje de personas mayores de 65 años al frente de las explotaciones supera el 40 por 100 y el de los jóvenes menores de 30 años es realmente bajo.
Por todo ello no parece muy probable que el peso de la mencionada mochila se pueda ver reducido a corto – medio plazo ¡mal asunto!