Introducción
El cerdo se considera uno de los animales más antiguos empleados por el hombre para satisfacer su demanda alimentaria y en la actualidad califica entre todos los animales de abasto como la especie zootécnica ideal para la producción cárnica. A escala mundial el cerdo aporta un gran porciento del total de carnes rojas, debido a su elevado valor nutritivo, a la gran variedad de subproductos que son elaborados y a su extraordinaria aptitud para el engorde y la reproducción (Hernández, 2012).
En la actualidad los países en vías de desarrollo en la América Latina y el Caribe afrontan un gran reto para los próximos años, en relación con la provisión de alimentos en cantidad y calidad suficientes para satisfacer las demandas de sus crecientes poblaciones urbanas. Las especies animales con ciclo productivo corto, como la porcina, juegan un papel destacado en la implementación de los programas de seguridad alimentaria, aunado a que, cada vez es más escasa la disponibilidad de tierras para la ganadería extensiva (Frías et al., 2003).
Antes del período revolucionario en 1959, la producción porcina en Cuba constituía una de las actividades más atrasadas de la ganadería. El país importaba solamente en derivados del cerdo (manteca, tocinos, jamón y embutidos) alrededor de 30 millones de dólares. La producción nacional de cerdos estaba destinada principalmente al auto-consumo de subsistencia con características de producción marginal, predominaba la crianza porcina de traspatio o la cría extensiva de forma libre en grandes extensiones de tierra (Ly y Rico, 2006).
La crianza porcina en Cuba es una actividad pecuaria de relevancia económica y social donde se evidenciaron las bondades del cerdo y la capacidad del pueblo para resistir y vencer el bloqueo impuesto por el gobierno de los Estados Unidos de América. Basta decir que en apenas unos años la estructura de la producción porcina fue transformada y se recuperaron los volúmenes de producción anteriores al Período Especial (Huerta, 2004).
La obtención de resultados satisfactorios en la producción porcina está determinada por una adecuada alimentación, manejo, salud y calidad genética de los animales, teniendo en cuenta que estos factores deben manejarse correctamente, desde el nacimiento de los animales hasta que ya están en la etapa reproductiva (Broom, 2000).
Problema científico:
Se desconoce el comportamiento reproductivo entre cerdas (York-Land) y Yorkshire
Hipótesis:
Las cerdas de las razas Yorkshire tienen un mejor comportamiento reproductivo que las York-Land.
Objetivo general:
Comparar el comportamiento reproductivo de cerdas Yorkshire con York-Land.
Objetivos específicos:
- Comparar el tamaño de las camadas entre las razas en experimentación.
- Comparar el peso inicial y peso al destete de las camadas según las razas estudiadas.
- Comparar las muertes de las crías.
- Realizar consideraciones económicas a partir de las muertes ocurridas durante el período de estudio.
Sustentación teórica
Es un animal doméstico usado en la alimentación humana por algunas culturas, en especial las occidentales. Su nombre científico es Sus scrofa ssp. doméstica, aunque algunos autores lo denominan Sus domesticus o Sus doméstica, reservando Sus scrofa para el jabalí. Su domesticación se inició en el Próximo Oriente hace unos 13.000 años, aunque se produjo un proceso paralelo e independiente de China (Larson et al., 2005).
Santana et al. (2012) plantean que el programa de cruzamiento porcino en Cuba, está basado en un esquema simple, muy similar al desarrollado por países del primer mundo como Canadá y está dirigido a aumentar la velocidad de crecimiento de los cerdos y la calidad comercial de sus canales.
Esta política se basa en un Esquema Nacional de Evaluación y Selección para explotar al máximo de heterosis o vigor híbrido entre las razas involucradas en los cruces desarrollados en el país (Abeledo et al., 2006).
Este aspecto es de vital importancia ya los animales van a tratar de maximizar la producción total de lechones de estas cerdas, para conseguirlo es necesario utilizar o encaminar nuestros programas al mejor acondicionamiento de la futura reproductora siendo necesario para esto garantizar un mínimo de condiciones referidas por (Quiles y Hevia, 2002).
Pimienta et al. (2006) aseguran que la reproducción es el eslabón más importante en la producción porcina y para garantizarla tenemos que incorporar reproductoras que reúnan las condiciones pues de ello depende su futuro productivo.
La productividad de la cerda es un componente clave en la producción porcina rentable y la optimización de la productividad sigue siendo un reto importante para muchos productores. Las cerdas modernas mediante los programas de mejora genética tiene un potencial de producir entre 60 y 70 lechones en 6 o 7 partos a lo largo de su vida reproductiva, pero son poco los que lo logran y la norma no pasa de pocas crías por parto dado por el desconocimiento fisiológico de la cochinatas de ahí que esto sea una pérdida considerable en eficiencia biológica como económica al tener que sacar del rebaño a una cerda en pleno potencial reproductivo (Booth et al., 1996).
Por su parte Carbó (1999) refiere que los indicadores reproductivos en cerdas que estén sometidas bajo el mismo régimen de crianza no se comportan igual, cuando exista algún aspecto de manejo que atrase la involución uterina (lactancias cortas, situaciones de estrés crónico, alojamiento inadecuado post-destete, temperaturas elevadas) o que derive en pérdidas ostensibles en el peso de la cerda durante la lactancia.
Raza Yorkshire.
No se considera un animal rústico, sin embargo, con adecuadas condiciones de explotación se adapta a diferentes ambientes. Posee una alta prolificidad, gran carácter maternal y presenta una alta producción de leche (De Santis, 2016).
Raza Landrace.
Son los más largos de todas las razas. Muy prolíferos y precoces con un promedio de 12 lechones con muy buen peso al nacer. Se utiliza como línea pura, materna o paterna. Sus índices productivos son muy parecidos a la Yorkshire, aunque tiene un mayor rendimiento de la canal y también una mayor longitud de la misma. Actualmente es una de las más seleccionadas y más magra del mundo (Germán et al., 2005).
Cervantes et al. (2003) expresan que el tamaño de la camada tiene un comportamiento lineal, es decir, que cuando el tamaño de la camada en el primer parto es bueno, en los partos siguientes debe continuar siendo bueno y que cuando en el primer parto es bajo hay una tendencia a que en los demás partos siga siendo bajo. Además, agrega que la alimentación también juega un importante papel.
Cuando las puercas comen pocos para cubrir sus requerimientos y producción de leche, movilizara sus reservas corporales para compensar, cuando c el resultado es una excesiva pérdida del peso corporal, para compensar, cuando el resultado es una gran pérdida del peso corporal, ellas se vuelven menos productivas en cuanto prolificidad y fertilidad (Romero 2000).
De Santis (2016) y Gonzáles et al. (2006) llegaron a la conclusión de que no existen diferencias significativas entre paridades en las crías nacidas vivas y totales, así como las destetadas, a pesar de una ligera tendencia biológica de mayor cría por cerdas.
Pimienta et al. (2006) concluyeron que cuando las cochinatas se cubren con un peso inferior a los 90 kg se afectan considerablemente las crías nacidas vivas en el primer parto, y puede ser una de las causas que motiven su posterior salida del rebaño.
Una alimentación excesiva durante este período produce animales más pesados, con mayores requerimientos para su mantenimiento; también produce mayor mortalidad embrionaria, camadas menos numerosas y una ingestión menor de alimento durante la lactancia. Por lo tanto, es necesario controlar la ganancia de peso y la condición corporal de la cerda, dependiendo de su peso y del número de pariciones (Ahrne 1996).
Palomo (2000) refiere que los factores que afectan la prolificidad son: la tasa de ovulación, la fecundación, la reabsorción, la mortalidad fetal embrionaria y el porciento de lechones nacidos muertos.
El tamaño de la camada está formado por los nacidos totales en los que se incluyen los nacidos vivos, muertos y momificados. La producción de una explotación porcina se mide por el número de lechones por cerda al año, calculándose en el momento del destete para las explotaciones de crías. Según Diéguez (2002) la fecundidad o tamaño de la camada de la cerda depende de la raza, edad, días posparto, estado de nutrición y en menor grado, el manejo del ambiente y del verraco en la monta.
Por su parte Pérez et al. (2008) lograron en un centro genético 9.32 crías para la F1 y para Yorkshire 9.12 crías con una diferencia significativa de p <0,05.
Algunas razas poseen mayor fecundidad que otras, por lo general las razas blancas Landrace, Large White y Yorkshire tipo tocino, tienen una ventaja modesta en cuanto al tamaño de camada (González, 2002).
Pérez et al. (2008) plantean que la mortalidad es uno de los indicadores más valorados por el porcinocultor, pues expresa la capacidad maternal de la madre y la efectividad de las condiciones creadas para desarrollar las crías.
Por otra parte Kempen y Tibble (2006) indican que como promedio un 8 % de los lechones nacen muertos, mientras que un 11 – 12 % mueren en los primeros días después del parto.
Al respecto Morales et al. (2010) en las crías F1 York – Land obtuvo un 6 % de crías nacidas muertas y un 12.8 % de mortalidad al destete.
Pérez et al. (2008) obtuvieron diferencias significativas entre los grupos trabajados con un 83.8 % de viabilidad y 16.1 % de mortalidad para la York y 79.6 % de viabilidad y 20.4 % de mortalidad en la F1.
Rodríguez et al. (2012) refieren que la capacidad genética de las cerdas es un factor de influencia decisiva en la prolificidad. Es indudable que las líneas hiperprolíferas permiten aumentar el tamaño de la camada. Los cruces de razas chinas hiperprolíferas tienen a los 120 días una actividad hormonal y un desarrollo del aparato genital superior a los de la raza europea de la misma edad, lo que le permite un inicio de la pubertad más temprana que en las otras.
Rodríguez et al. (2008) en reproductoras F1 entre el tercer y quinto parto alcanzaron una media de 1.43 kg de peso de las crías al nacimiento.
Al respecto García et al. (2008) obtuvieron bajo condiciones de producción un peso al nacimiento de 1.5 kg para una condición corporal ideal de la reproductora (3 puntos), siendo este resultado ligeramente superior al encontrado en este trabajo para la misma condición corporal.
Materiales y Métodos
El trabajo se realizó en la granja estatal porcina, perteneciente a la provincia Artemisa, Cuba. La misma consta con 1600 reproductoras de las razas Yorkshire y York-Land.
Dicha investigación se llevó a cabo durante el mes de febrero del año 2018 para lo cual se trabajó con una población total de 60 reproductoras (30 Yorkshire y 30 York-Land). Estas reproductoras se encuentran entre el tercer y quinto parto, están clínicamente sanas, y se mantienen bajo un mismo sistema de crianza y alimentación. Para este estudio se analizaron las siguientes variables: tamaño de camada, peso promedio al nacimiento y al destete (kg) y las muertes en crías durante la lactancia.
Los datos obtenidos fueron analizados, tabulados y procesados en Microsoft Excel. Posteriormente dichos datos fueron ubicados en el paquete estadístico STATGRAPHICS plus 5.1 realizándose un análisis de varianza (ANOVA simple). Mediante el paquete estadístico COMPROP-1 se efectuó un análisis de comparación de proporciones a las causas de muertes entre tratamientos y en caso necesario dócima de Duncan (1955) para determinar las diferencias entre medias.
Se llevó a cabo una consideración económica teniendo en cuenta el precio de los animales al destete (47.87 CUP) una vez que eran vendidos a los convenios porcinos. Tomando entonces las pérdidas totales de muertes ocurridas en el período analizado, el dinero no ingresado a la unidad por este concepto, así como la raza que más influyó en este aspecto.
Resultados y discusión
Como se puede observar en la tabla anterior no existen diferencias estadísticamente significativas entre el tamaño de la camada de las razas estudiadas para un p>0,05. Coincidiendo con Gonzáles et al. (2006) y De Santis (2016) quienes concluyeron que no existen diferencias significativas entre paridades en las crías nacidas vivas a pesar de una ligera tendencia biológica de mayor cría por cerdas.
La tabla 4 muestra los valores relacionado con el peso al nacimiento de las crías en cada raza estudiadas coincidiendo en este caso con Rodríguez et al. (2008) quienes en reproductoras York- Land entre el tercer y quinto parto alcanzaron una media de 1.43 kg de peso de las crías al nacimiento,
Por su parte García et al. (2008) obtuvieron bajo condiciones de producción un peso al nacimiento de 1.5 kg siendo este resultado ligeramente superior al encontrado en este trabajo para la misma condición corporal de las reproductoras estudiadas.
Como se puede apreciar en la tabla anterior los resultados obtenidos en este indicador no coinciden con los obtenidos por Rodríguez et al. (2008) mostraron en reproductoras York-Land entre el tercer y quinto parto una media de 7.0 kg de peso vivo al destete resultado que es superior a los de este trabajo.
Pérez et al. (2008) obtuvieron en un centro genético 8.3 kg para la F1 y para Yorkshire 7.7 kg. Respecto a esto García et al. (2008) publicaron bajo condiciones de producción un peso al destete de 6.9 kg para una condición corporal (3) ideal de la reproductora resultados también superiores a los que se lograron en el trabajo.
Los resultados reflejados en la tabla anterior no concuerdan con los planteados por Pérez et al. (2008) obtuvieron diferencias significativas entre los grupos trabajados con un 83.8 % de viabilidad y 16.1 % de mortalidad para la Yorkshire y 79.6 % de viabilidad y 20.4 % de mortalidad en la F1.
Valoración económica
Conclusiones
- Las cerdas Yorkshire no presentaron mejor comportamiento reproductivo que las York-Land.
- El tamaño de la camada, el peso inicial y el peso al destete no variaron entre una raza y la otra.
- Las muertes totales no resultaron significativas entre las razas estudiadas.
- Las cerdas York-Land resultan ser rentables en crianzas intensivas.
Recomendaciones
- Utilizar híbridos en las unidades de producción y dejar que las razas puras sean explotadas en los centros genéticos y multiplicadores.
- Desarrollar protocolos de investigación con la utilización del producto biológico en favor de la recuperación de los cerdos enfermos.
- Utilizar los resultados de este trabajo como material de consulta para la docencia de pre y postgrado, la investigación y capacitación a productores.