Es conocido que dentro de la sala de maternidad hay que prestar más atención a las cerdas de primer parto ya que suelen ser más “inquietas”, estar más “nerviosas” y ser un mayor riesgo para sus lechones. Al recurrir a la bibliografía sobre el tema, se encuentran estudios de los más variado: algunos dicen que es la experiencia lo que importa, otros que son conductas innatas. Cómo por ejemplo Fajardo y Castillo (2009) afirmaron que la conducta puede ser modificada por el ambiente, o Fraser (1999) que mencionó que las experiencias previas de los animales son cruciales para entender su comportamiento. En cambio, Wechler y Hegglin (1997) exponen que la conducta es innata y no variará a lo largo de la vida de las reproductoras.
¿Por qué es importante conocer los factores que modifican el comportamiento?
Actualmente junto a los estudios e investigaciones medioambientales y de manejo, los estudios etológicos son también importantes para mejorar la eficacia productiva del ganado porcino. El conocimiento de las pautas etológicas, es un paso relevante para la aplicación de medidas de Bienestar Animal, que permitirán mejorar el manejo y conseguir una mayor eficacia reproductiva, y por lo tanto una mayor rentabilidad de la explotación.
La diferencia de la actitud de las hembras hacia sus crías fue reportada por Hellbrügge (2007). Hernandez y Gonzalez (2014) reportaron diferencias individuales en el comportamiento de las cerdas, ya sea si aplastan o no lechones, si reaccionan a crías extrañas y cuando sus lechones son manipulados.
Por todo esto, se estudiaron las diferencias en el comportamiento de cerdas en lactancia de diferentes parities.
Materiales y métodos
Para esto se realizaron observaciones comportamentales y medición de frecuencia y duración de pautas conductuales en 3 partos consecutivos de 103 cerdas lactantes, pertenecientes a una granja intensiva confinada de la localidad de Pergamino, provincia de Buenos Aires, Argentina.
Dentro del galpón de maternidad, las hembras se alojaron en jaulas parideras de 60 cm de ancho por 210 cm de largo, en salas de 14 parideras cada una. Las hembras se llevaron a los galpones de maternidad una semana previa al parto y permanecieron allí hasta el momento del destete, el cual se realizó a los 28 días de lactancia, fueron alimentadas 4 veces por día y poseían agua ad libitum.
Las cerdas fueron de diferentes números de partos (“parity”) los cuales para su análisis se categorizaron en tres grupos: el grupo 1 comprendió a las hembras de primer y segundo parto, ya que estás son las reproductoras que están creciendo (García Mungía y col, 2014); el segundo grupo, o grupo 2 se constituyó de hembras del tercer al sexto parto (considerando que a partir del sexto parto la productividad de la hembra comienza a decaer), y el grupo 3 englobó a las cerdas de 7 partos o más, que según los criterios usuales deberían haberse descartado.
Comportamiento
Durante la etapa de medición de frecuencia y duración de las pautas comportamentales las sesiones de observación se registraron en filmaciones continuas de 5 minutos por día por hembra. El método de observación fue Animal Focal (observaciones individuales por animal), (Altman 1974). Para la medición de la frecuencia de las pautas se consideró en cuántas de las sesiones de observación apareció la pauta medida, método 1-0 (Altman op cit.) y para la duración de las pautas se consideró el tiempo de duración de las mismas respecto al tiempo total de observación. No se realizaron observaciones en los momentos en los que había operarios trabajando en las salas de maternidad, como se hace rutinariamente en estudios en ambientes en producción (Chidgey y col, 2016)
El etograma de 35 pautas se clasificó en 4 categorías: Posturas o estados, Pautas generales (conductas que la hembra realiza independientemente de su estado fisiológico), de contacto con las instalaciones y dirigidas a las crías (Arroyo y col 2018)
Análisis estadístico
Se procedió al análisis de varianza multifactorial para tiempo relativo y frecuencia de aparición (transformadas según el cálculo √(X+1)) utilizando como factores de variación la categoría del número de partos, la ubicación de la jaula, el bloque de lactancia, la estación del año y el año.
Este ensayo fue analizado mediante el software Statgraphics CenturionR
El valor de significación estadística utilizado fue p<0,05 para todos los análisis.
Resultados
- Las cerdas de entre 3 y 6 partos dedicaron mayor tiempo a las pautas pertenecientes a la categoría “Generales”, que el resto.
- Las cerdas de 1 o 2 partos realizaron más frecuentemente las pautas de categoría “posturales” y “hacia el lechón” que las de 3 a 6 partos.
- Las hembras de 7 partos o más dedicaron mayor tiempo que las de 1 o 2 partos a la posición “arrodillada”, y a “comer”
- Las cerdas de 3 a 6 partos pasaron menos tiempo en “vulva contra jaula” respecto al grupo de 1 o 2 partos. En cambio, dedicaron mayor tiempo a estar en la postura “sentada”.
Discusión y conclusiones
Wechler y Hegglin (1997) estudiaron la asociación entre el número de parto de las reproductoras y la mortalidad de los lechones y al no hallar diferencias concluyeron que el aplastamiento es una conducta innata en las cerdas y que por lo tanto no se ve afectado por la experiencia. Estos autores reportaron que la conducta materna no se ve afectada por la experiencia de la cerda, (analizando la respuesta al chillido de alarma del lechón). Es por ello que el riesgo de aplastar a las crías es constante para cada hembra, ya que si responde o no al chillido del lechón será constante a lo largo de su vida. Por lo que observando el primer parto de una cerda se podría predecir su conducta en los siguientes. En el estudio que se presenta aquí, se busca la relación entre el número de partos y la conducta, que puede o no llevar a la muerte por aplastamiento de los lechones. Además, en este trabajo se hallaron diferencias para el número de partos y diferentes conductas, las hembras de 3 a 6 partos dedicaron mayor tiempo a pautas de conductas generales, mientras que las cerdas de 1 o 2 partos presentaron mayor frecuencia de comportamientos posturales y dirigidos hacía el lechón. Estas diferencias en la conducta, tanto en duración de las mismas, como en frecuencia de aparición evidencian un cambio en la conducta a lo largo de la vida de la cerda. Las hembras de poca experiencia dirigen más conductas a los lechones y a su vez realizan más cambios posturales, lo que las vuelve un factor de riesgo para las crías. Estas diferencias en la conducta muestran como la misma va mutando a lo largo de la vida del animal. Estos resultados, coinciden con García-Mungía y col (2014), que han sugerido que las hembras de primer y segundo parto están aún en crecimiento por lo que su producción y reproducción no es igual que el de las hembras adultas, esperándose entonces diferencias conductuales en esta categoría de reproductoras. De la misma manera, Fraser (1999) resaltó la importancia de las experiencias previas, demostrando que la conducta de las reproductoras fue diferente de acuerdo al número de lactancias que estas vivieron, coincidiendo con otros estudios (Albiach-Serrano y col, 2012).
Hecho conocido empíricamente es el que las hembras de primeros partos constituyen un factor de riesgo en sí mismas para los lechones. Durante las rutinas de manejo diarias son observadas quizás más cuidadosamente en las granjas estándar. Los resultados demostraron las diferencias en los patrones de conducta de las cerdas de primeros partos respecto de las multíparas, en concordancia con las teorías sobre cómo la experiencia moldea los comportamientos, relacionándose de esta manera con la explicación de la conducta desde la ontogenia (segunda pregunta de Tinbergen).
Los resultados que colocan a las reproductoras de 7 partos o más como un grupo intermedio respecto a la frecuencia de las pautas, puede deberse al hecho que hembras que, según los criterios generales de explotación deberían haberse eliminado del plantel, pero siguen en producción, hayan sido cerdas de una productividad por encima de la media y por esto no son representativas de la población general.