Las enfermedades respiratorias infecciosas en cerdos, como el síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRS), la neumonía enzoótica, la actinobacilosis pleuroneumónica y la influenza porcina, representan una grave amenaza para la industria porcina, causando pérdidas económicas sustanciales y desafíos en la salud animal. Estas enfermedades tienen una etiología compleja, involucrando múltiples patógenos y coinfecciones, lo que dificulta su diagnóstico y las estrategias de control.
El PRRS es altamente contagioso y se transmite a través de aerosoles y secreciones biológicas. Se caracteriza por fiebre, pérdida de peso y fallos reproductivos, como abortos en cerdas. Su principal desafío radica en la alta variabilidad genética del virus, lo que complica el desarrollo y la efectividad de las vacunas. Además, este virus es capaz de suprimir el sistema inmunológico del hospedador, favoreciendo la aparición de portadores a largo plazo, lo que prolonga su persistencia en las poblaciones porcinas y dificulta su erradicación (Melini et al., 2024).
La neumonía enzoótica, causada por Mycoplasma hyopneumoniae, es un componente clave del complejo de enfermedades respiratorias porcinas (PRDC, por su nombre en inglés), afectando el crecimiento y aumentando la mortalidad de los cerdos infectados. Su impacto se ve agravado por la frecuente presencia de coinfecciones con otros agentes virales y bacterianos, lo que intensifica las lesiones pulmonares y la severidad del cuadro clínico (Burrai et al., 2023).
La actinobacilosis pleuroneumónica, provocada por Actinobacillus pleuropneumoniae, se manifiesta con una pleuroneumonía severa que puede generar elevadas tasas de mortalidad en los grupos afectados. Los cerdos en fase de engorde son particularmente vulnerables (Sun et al., 2022).
Los virus de la influenza porcina también forman parte del PRDC y contribuyen significativamente a la manifestación de síntomas respiratorios, lo que complica aún más el panorama clínico de la enfermedad. Estos virus, junto con otros patógenos emergentes, representan un desafío constante para la gestión sanitaria en la industria porcina. Su impacto económico es considerable, pues las infecciones recurrentes pueden comprometer la eficiencia productiva y aumentar los costos veterinarios (Krimmling & Schwegmann-Weßels, 2017).
Pero, ¿de dónde tanta importancia? Las enfermedades respiratorias en los cerdos tienen un impacto significativo en su rendimiento, afectando principalmente las tasas de crecimiento, la eficiencia alimentaria y la salud en general. Estas enfermedades provocan una serie de síntomas clínicos y cambios anatomopatológicos que comprometen la capacidad de los cerdos para crecer y prosperar en entornos de cría intensiva. Los efectos de estas enfermedades son multifacéticos e implican tanto impactos fisiológicos directos como consecuencias epidemiológicas más amplias.
Se ha demostrado que las enfermedades respiratorias como el A. pleuropneumoniae disminuyen el rendimiento del crecimiento de los cerdos. En un estudio, los cerdos expuestos a este patógeno mostraron tasas de crecimiento reducidas durante el período de exposición inmunológica, aunque se observó cierta recuperación al final del experimento (Loughmiller et al., 1999).
Otro ejemplo de este efecto, son aquellas lesiones asociadas a la neumonía por Mycoplasma spp. y los agentes causales de la rinitis atrófica, los cuales reducen significativamente la ganancia media diaria y aumentan el tiempo necesario para alcanzar el peso de sacrificio en hasta 98 gramos y 16,7 días, respectivamente (Paisley et al., 1993).
Las implicaciones económicas de las enfermedades respiratorias se relacionan con un aumento de los costos asociados a los períodos de crecimiento prolongados y a tasas de mortalidad más altas. Las estrategias eficaces de gestión y control son cruciales para mitigar estos impactos, especialmente en las regiones con una alta densidad de porcinos (Pessoa et al. 2022).

¿Y qué puedo hacer? Un manejo efectivo de estas enfermedades requiere un enfoque integral que combine estrategias de detección temprana, antibioticoterapia inteligente, inmunización/vacunación, control ambiental, nutrición adecuada, monitoreo constante y medidas de bioseguridad para mitigar su impacto y mejorar la sostenibilidad de la producción porcina (Pessoa et al., 2022; Burrai et al., 2023).
La bioseguridad es una de las primeras líneas de defensa, minimizando la introducción y propagación de patógenos en granjas porcinas. Esto incluye protocolos estrictos de limpieza y desinfección, control de visitantes y cuarentena para animales nuevos o enfermos. La implementación de programas de vacunación específicos contra enfermedades como el PRRS, la neumonía enzoótica y la influenza porcina es crucial para reducir la incidencia y severidad de infecciones respiratorias, aunque la efectividad de las vacunas puede verse comprometida por la variabilidad genética de ciertos virus (Burrai et al., 2023).

Igualmente, el manejo ambiental también desempeña un papel fundamental en la salud respiratoria de los cerdos. Factores como una ventilación adecuada, el control de temperatura y la reducción de la concentración de gases nocivos como amoníaco y dióxido de carbono ayudan a disminuir el estrés respiratorio y la susceptibilidad a infecciones (Pessoa et al., 2022). Además, la nutrición equilibrada y la suplementación con aditivos inmunomoduladores, como el zinc y los probióticos, pueden fortalecer la respuesta inmune de los animales. Finalmente, el monitoreo constante mediante pruebas serológicas, necropsias y vigilancia epidemiológica permite detectar enfermedades en sus etapas iniciales, facilitando un tratamiento oportuno y reduciendo la diseminación de patógenos dentro de la granja (Rautiainen et al., 2001). Estas estrategias, aplicadas de manera conjunta, son esenciales para mejorar la salud respiratoria y optimizar el rendimiento productivo en la porcicultura.
Es importante mencionar que la calidad de la canal porcina es un reflejo del manejo integral de la producción, donde la genética, la alimentación y la sanidad juegan un papel determinante. Sin embargo, muchas veces los productores se enfrentan a inconsistencias en los resultados, observando variabilidad en la medición de grasa dorsal y calidad del magro. Un cerdo que ha experimentado problemas respiratorios durante su fase de crecimiento puede presentar pérdida de masa muscular, mayor variabilidad en la cobertura de grasa y menor uniformidad en el lote, lo que impacta directamente la rentabilidad del productor.
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