27 de septiembre de 2006
Estimada Amiga del Foro: te agradezco tus comentarios. Entre unos y otros he logrado entender a estos maravillosos animales. Te contaré que aprendí a entregarle confianza con actos repetitivos y sin ir muy apurado; lo hice paso a paso durante una semana, quizás fue muy lento, pero él era un caballo criado a todo cerro, de 3 años, sólo había tenido contacto con la señora que lo cuidaba y lo tenía regalón con la sal. Es de los que llegaba a alguna hora del día a golpear la puerta, tal como lo describo, que si no es porque lo vi. No lo creía. Con sus manos le daba de golpes seguido a la puerta de la señora, hasta que le entregaban un puñado de sal. Cuando lo fui a retirar y le pusieron un lazo, quedó la escoba, salió disparado, yo creía que le iba a pegar un tirón y lo detendría, casi me quemo las manos. Bueno, en la noche me lo llevaron con el cabezal puesto, que parece que otra persona antes les había puesto el cabezal, por lo que se deja llevar de esta manera. Bueno, como te contaba, lo tuve amarrado por 3 días bajo un árbol, donde le administraba algo de comida y agua. También en ese lapso le puse la montura, teniéndole que mostrar cada artículo que compone la montura para que se tranquilizara, sacándole los estribos. Cuando quise ponerle el último estribo, se encabritó, no aguantó más, por lo que un vecino que tenía una manga por donde lo podría instalar, me la ofreció y lo llevamos al tiro. El problema se originó de nuevo al tratar que entrara por la manga, no quiso; intenté por el otro lado, tampoco quería. Yo perdí la paciencia y apliqué la fuerza que tenía tirándole a él y se desató la guerra. El Copigüe miró para la cerca de al lado que tenía como 1,60 mts de alto, y de un brinco quedó al otro lado, que mi vecino, aguerreado Campesino, quedó asombrado, y yo con las manos peladas con el tirón que dió ya que no me lo esperaba. Bueno, él es mezcla de caballo Inglés con Corralero Chileno, y como es medio salvaje no la piensa, sólo actúa. Bueno, después hubo que amarrarlo a un árbol casi con el cogote pagado al árbol, y que no viera que le iba a instalar el otro estribo.
Después, se me ocurrió sacarle las riendas que fueron las primeras que les puse, y ya llevaba 3 días con ellas. Se las saqué por un día junto a la montura, le di un día de descanso suelto, sólo con un cordel largo. Lluego del día de descanso, le puse la montura con estribos y lo aceptó. Cuando quise ponerle las riendas, ardió Troya, claro, yo le había herido parte de su hocico, por lo que ni quería saber de riendas. Yo con mi poca o nada de experiencia, pero con un orgullo tonto, lo amarré a un árbol, lo más ajustado para que no levantara la cabeza. Estábamos en la lucha para que abriera el hocico y encajarle las riendas, y nuevamente le salió su instinto de extremista, se sentó y quedó colgando. Se giró dos veces para ambos lados; apenas respiraba, se estaba ahogando y no intentaba pararse. Yo más bruto seguía tratando de pararlo a puntapie, la verdad es que estaba desconcertado, y viendo como se ahogaba el animal. Pero mi hijo que estaba mirando la escena, me gritó que se ahogaba, y atiné a pedirle un cuchillo o machete que teníamos. Corrió como nunca 50 mts y otros de vuelta; apareció con un machete. De un golpe corté los tres lazos que lo tenían amarrado, que parecían uno con la torsión que tenían. Mi Copigüe se incorporó, resoplando me dio la espalda, y se enterró su cabeza en el pasto; a tarascones los arrancaba. Bueno, pasé un buen susto.
Al otro día llegaron unos domadores que me prestarían ayuda. Le instalaron la montura, lo sujetaron y él tiritaba entero. Y el domador se le ”aconcharon los miao”, como se dice en el campo, y se fueron. Yo le quité la montura, y al otro día, durante tres días con montura puesta y sólo su cabezal, lo paseaba por la parcela. Nos hicimos amigos. Después me seguía. Luego apareció otro domador, un guatón de la Capital que andaba de vacaciones y se atrevió a montarlo. Todos sujetamos al caballo, él primero se cargó en el estribo, y luego se acostó un poco en la montura. Como no había reacción del caballo, se montó y el Copigüe no hizo nada. Se lo llevaron tirando con otros caballos y con su jinete guatón; volvieron como a las 2 hrs. Y me lo entregaron. Yo lo continué montando con mi hijo por las otras 2 semanas que me quedaban de vacaciones.
En fin, logré montarlo. Me falta lo de las riendas. Ah, y el último día en la mañana, el Copigüe me saludó a su manera. Estaba en un sector donde yo quedaba cómodo, estaba en pelo, y me acordé de cuando era chico. Lo tomé de la chuza o crin del cuello, y de un salto lo monté, y a su vez quedé mirándolo del suelo cerca de sus patas delanteras. Lo que ocurrió que se asustó con el salto que di, que seguramente le pegué en el costado, por lo que se giró tan rápido o hizo una finta, y me dejó en el suelo, con un dolor de piernas y espalda.
Bueno, como sabía que no podía quedar de ganador, mi vecino que vio esta maniobra salió en mi ayuda. Le dije que lo sujetara, y me monté nuevamente pero más despacio, y me aceptó.
Ya terminé, Amiga del foro. Te cuento esto ya que después de leer tus consejos se me vinieron los recuerdos de mis primeros pasos de acercamiento y reconocimiento, que estos Animales no son sólo Animales, ya que tienen un olfato, oído, ojos y todo su ser, en una constante alerta de todo lo que los rodea y de quien consideran su líder.
Nuevamente quedo agradecido. Saludos. Y Gracias.